Katherine Noack, de Fundación Chile, explica qué es la Economía Circular

Tomando elementos de la ecología, la sociología, la política y -por cierto- de la dinámica económica, el concepto «Economía Circular» está dando que hablar en el mundo.

Los desafíos del calentamiento global y el efecto de la producción industrial en la naturaleza hacen que sean varias las personas que busquen un término medio entre las posiciones extremas que ambos fenómenos originan.

En el país, la Fundación Chile decidió tomar la bandera de esta idea para promoverla en los distintos rincones productivos, intelectuales, estudiantiles, académicos y públicos. El objetivo es entregar antecedentes para tomar posiciones ante realidades que ya están tocando la puerta.

Aunque tengan un airecillo hippie, la verdad es que los planteamientos de la Economía Circular surgen desde instancias más cercanas a lo que ha sido el modelo productivo capitalista. Los porfiados datos y las permanentes conclusiones de varios estudios científicos han hecho entender que se requiere asumir la realidad.

Y eso significa, por ejemplo, que es posible mantener el ritmo productivo de las necesidades humanas sin utilizar más energía y -con ello- generar más contaminación. La Economía Circular plantea, básicamente, que la óptica realista implica actos que demuestren conciencia.

Se puede seguir obteniendo ganancias en el sistema, pero hay que hacerlo de otra manera. Más responsable. Porque si el círculo se cierra de buena forma, lo hace para todos.

Katherine Noack, gerenta de Marketing de Fundación Chile, explica los principales aspectos que debe considerar el análisis de este necesario e interesante tema.

1. ¿Cómo nace, en rigor, el concepto de la «Economía Circular»?
– Es un concepto económico que en Europa ha tomado fuerza como un nuevo marco de referencia. La economía circular ofrece la oportunidad de cambiar la mirada desde un modelo económico lineal a un modelo de economía en el que podemos cerrar el círculo.

Aquí nace una invitación para ser más eficientes en la forma de producir y consumir, desde el diseño del producto hasta que se convierte en residuo con el reciclaje, reutilización y remanufacturación de las materias usadas.

En el fondo, producir más con menos energía, agua, materias primas y con menos residuos; además, la producción debe utilizar menos sustancias tóxicas e incorporar la digitalización a través de las nuevas tecnologías de virtualización.

2. En este nuevo paradigma se destacan como principales conceptos el reciclaje y el uso colectivo de los bienes. ¿Cuán preparados están hoy tanto los consumidores como las industrias para este nuevo modelo?

– Sin duda la Economía Circular tiene un alto potencial para generar beneficios en todos los niveles: clientes, empresas y sociedad. La visión de mundo al reutilizar, reparar, regenerar y preservar los recursos naturales del país, si bien abre nuevas oportunidades de repensar el progreso, cuenta con una tremenda barrera que es generar un cambio de mentalidad y de enfoque.

Una parte será dada por las nuevas normativas, como en Chile lo será la nueva Ley REP -o de responsabilidad extendida del producto-, pero estas reglas vienen acompañadas de una cadena de acciones que requerirán de apresto social.

No se puede legislar todo, por lo que será necesaria la participación de muchos actores que tendrán la gran labor de conectar bienestar, educación, colaboración y bien común. Para Chile esto es una revolución en sí misma y se tendrá que educar para buscar nuevas respuestas en una cultura más colaborativa.

También es relevante cómo las empresas se comprometen a producir más con menos energía y agua, cómo introducimos innovación para ser más eficientes y cómo ampliamos nuestra matriz energética a Ernc.
Se trata de cambios que ya hemos empezado a visualizar en la empresa chilena a la hora de generar ahorros y ser más competitiva.

3. De esos dos actores, consumidores e industrias, ¿cuál está mejor preparado al cambio de modelo?

– Creo que tenemos desafíos en ambos grupos, así como en el desarrollo legislativo que ofrezca un buen marco para que operen nuevos modelos de prestación de servicio y nuevos negocios, el desafío será para todos los actores.

Todos tendremos que visualizar qué oportunidades trae este cambio y qué valor nos agrega, si no la motivación para aprender y adaptarnos no existirá, corriendo el riesgo de no aprovechar la oportunidad para desarrollar Chile de manera sustentable.

La Economía Circular espera que la clase media se el motor de la sociedad. ¿Cuáles son los principales desafíos que esa realidad le genera a los países?

– Hay una democratización en el acceso a bienes y servicios, en la satisfacción de necesidades, lo cual es positivo porque creará una cultura basada en el compartir. Se crearán nuevos espacios comunitarios virtuales para el intercambio de bienes y unirá tribus formadas por miembros muy diversos pero con intereses comunes.

Habrá nuevas oportunidades de crear emprendimientos acorde a las necesidades del nuevo consumidor, si se lee bien y si se comprenden rápidamente los nuevos códigos digitales.

Todo esto requiere una nueva mentalidad, donde el desarrollo de nuevas habilidades ciudadanas será clave. Este cambio seguro producirá tensiones sociales que requerirán nuevos abordajes por parte de los países, sus autoridades legislativas y de gobierno.

Creo que será una limitación enorme tratar de abordar los desafíos y problemáticas de la misma manera, la voz de las personas se transformará cada vez y con más fuerza en el centro.

4. Los planteamientos de la Economía Circular se parecen mucho a los aspectos que por décadas han planteado sectores ambientalistas y ecologistas. ¿Por qué cree que se ha esperado casi cuarenta años para incorporar esos puntos en el desarrollo económico global?

– El momento actual es distinto. La economía circular amplía la mirada de la esfera ambientalista hacia un escenario de impacto sistémico, donde el mundo de los negocios crea una nueva forma de repensar el desarrollo.

Claro está que integra tendencias que se vienen modelando desde hace décadas -en lo que a materia ambiental se refiere-, pero el contexto está cambiando y planteando nuevos estilos.

Las empresas tienen otras exigencias legislativas para operar y asegurar su sustentabilidad; los gobiernos están asumiendo compromisos concretos para reducir las emisiones de CO2; y las personas quieren relacionarse con el consumo en la medida que éste tenga un menor impacto en el entorno, debido a la información disponible a nivel científico que demuestra el impacto.

Al mismo tiempo, las tensiones que dan cuenta de cómo un sector de la población no logra acceder a bienes y servicios, hace evidente que no es sostenible la mantención de un modelo económico lineal actual, basado en producir, usar y desechar.

Esa tensión funciona como la gran movilizadora para encontrar nuevos modelos económicos de generación de negocios y de producción de bienes y servicios.

En definitiva, son nuevas reglas del juego con un tremendo potencial para la innovación y, para quienes lean las señales a tiempo, una gran oportunidad para emprender.

5. ¿En qué países ha obtenido mejor recepción y promoción este concepto? Y dentro de eso, ¿se encuentra preparado Chile para este cambio de visión en el motor de la economía?

– La Economía Circular obtiene una buena recepción especialmente en la Comunidad Europea, en donde se desarrollan varias acciones en esta línea. Un ejemplo puede ser el centro Sitra en Finlandia que construye el primer roadmap de Economía Circular, debido al gran potencial de crecimiento que ofrece al país en el orden de los 2.5 billones de euros.

Así, el potencial de crear una nueva generación de productos y servicios inteligentes, generación de valor económico y cuidado del medio ambiente es una tendencia que llegó para quedarse.

En cuanto a Chile, hay que decir que es uno de los primeros países fuera de Europa en suscribirse a la tendencia de fomentar estos conceptos. Hay conciencia aquí de que se trata de un tema de futuro, de competitividad , de respeto medioambiental y de dar respuesta a un desafío social que todos tenemos que enfrentar.

Pero debe venir acompañado de un trabajo profundo a distintos niveles que nos permita hacer un cambio en la mentalidad empresarial, crear soluciones con mayor contacto con la comunidad, deberá crecer la cultura de escucha a los clientes y usuarios a la hora de diseñar o ajustar nuevos productos o servicios.

A nivel educacional, por ejemplo, tenemos un tremendo desafío para incentivar nuevas habilidades reflexivas, de participación, colaboración y co-construcción.

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