Astrodesierto: El delicado registro de estrellas como una máquina del tiempo

Ernesto Hormazábal Cádiz.

(*) Ernesto Hormazábal Cádiz.

“El espacio, la última frontera”… siempre quise partir así una columna. Incluso, puedo imaginarme la música de fondo. Jamás me perdí un capítulo de Star Trek y si bien era bastante niño, me emocionaba pensar que un grupo de exploradores -a bordo de la nave estelar “Enterprise”- podía recorrer mundos desconocidos, descubriendo nuevas formas de vida y civilizaciones, “hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar”.

Por eso también disfruto con los capítulos de “Star Trek Discovery”, la renovada versión, aunque extraño al capitán James Tiberius Kirk y -por cierto- a Spock, ese oficial científico híbrido entre humano y vulcano cuya lógica aplastante y rígida, divorciada de la emoción, era marca registrada, así como sus cejas y orejas puntiagudas y su saludo con los dedos de su mano derecha en “V”.

Desde niño miré el cielo con intriga y dedicación. Junto a mi hermano, mis padres nos sacan a acampar durante el verano desde temprana edad.

En medio de bosques y volcanes, las noches son un espectáculo maravilloso y gratuito, experiencia que repito con mis propias hijas varias décadas después, pagando “a luca” el satélite descubierto, lo cual las llena de emoción y risas cuando -sorprendidas- siguen diminutas luces que surcan en línea recta parte del oscuro cielo hasta desparecer, mientras en voz alta ellas suman sus pesos.

A pesar de todo eso, me sorprende que llegando a mis 48 vueltas al sol, la astrofotografía es el hobby que mantiene mi alma alegre y en una paz armoniosa, especialmente con el entorno, el medioambiente.

Esa pasión comienza en mayo de 2012, cuando acepto una invitación para tomar un curso de astrofotografía que cambia mi vida. Los primeros pasos de «cacería» se dan por las noches con mi amigo Mauricio Vega y luego también se suma otro amigo, Christian Tellez. Al final, sumamos a otro partner: Ulises Neder.

Así, durante el primer semestre de 2017, decidimos formar una agrupación, entre los cuatro, para mostrar nuestras realizaciones, incentivando así a que las personas comiencen a apreciar el universo y aprovechen los cielos privilegiados de la Segunda Región, especialmente en la Provincia El Loa.

Claro que tenemos una ventaja comparativa respecto del resto del planeta: gracias a la limpieza de nuestros cielos y la cantidad de noches sin nubes, los especialistas estiman que durante los próximos años sólo la Región de Antofagasta suma el 80% de la capacidad tecnológica para el estudio del universo, donde nuestra galaxia -llamada Vía Láctea- muestra sus cien mil millones de estrellas, que tienen una edad aproximada de entre 13 mil millones y 14 mil millones de años.

Con ese empuje nace Astrodesierto, cuya fan-page en Facebook ya cuenta con entusiastas seguidores, que no sólo pueden ver las astrofotografías que cada uno de los cuatro socios del club publicamos cada cierto tiempo, sino que también acceden a noticias, eventos, tips, recomendaciones y producciones que republicamos desde otras instituciones y grupos que también se dedican a promover la observación del espacio.

Las diferentes galerías de nuestras producciones despiertan maravillosas reacciones de los seguidores, como cuando Mauricio Barraza Sáez, al ver imágenes de la Vía Láctea sobre los techos de las abandonadas casas de la ex oficina salitrera Pedro de Valdivia, escribe: “Inevitable transportarse a la niñez, a esas noches de silencio contemplando esos bellos cielos, sintiéndose parte del universo, encima del más bello desierto. Es espectacular que el súper-realismo del arte de la fotografía pueda llegar a ser una máquina del tiempo para muchos”.

O cómo también anota María Segovia Pérez, al referirse a estas mismas imágenes: “Cielo infinito, cielo único y nuestro, cielo universal. Majestuoso como los recuerdos de los que allí habitamos en los tiempos de niñez y juventud, donde alcanzamos la madurez y libertad de pensamiento, donde nos formamos en familia”.

Es a través de ese mismo fanpage donde convocamos a talleres y cursos de astrofotografía, porque tenemos el convencimiento de que junto a una implementación técnica básica -siendo imprescindible, al menos, una cámara que tenga la modalidad “manual”- son las ganas de salir por las noches a apreciar esos soles milenarios quemándose a millones y millones de años luz.

La técnica es relativamente simple y sólo deben decidirse a partir y perseverar, porque siempre se va mejorando, para lo cual siempre se agradece una larga y próspera vida. O como lo decía el doctor Spock: “Live long and prosper!”.

(*) El autor es periodista, colaborador permanente de Cultura y Tendencias. Es posible visitar su galería de fotos en Astrodesierto a través de este link. 

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