Prince Rogers Nelson: El Otro Principito

Desde que Prince deja intempestivamente este mundo –el 21 de abril de 2016- es posible disfrutar de sus antiguos y más nuevos videos en internet. La situación genera sentimientos encontrados: si el músico fue especialmente paranoico con algo, fue –precisamente- con sus derechos de autor y difusión.

De hecho, es –probablemente- uno de los primeros artistas masivos que “muerde la mano que le da de comer, abandonando un contrato con Warner que lo obliga a grabar una cantidad “equis” de albums, con cero control sobre la manera en que sus canciones pueden ser utilizadas.

Así, a los pocos días de morir hace cuatro años es posible revisitar temas como “When Doves Cry” (pasan casi dos décadas para que pueda verse públicamente de nuevo), “Party Man” (de la banda sonora de “Batman”), “Sexy Motherf#&%r”, “My Name is Prince” y “I would die 4 U” (con esas abreviaciones que Prince crea varios años antes que los smartphones).

Tomado desde el Canal Youtube Prince

Como es de esperar, los fans se vuelven “locos” compartiendo sus propios materiales. Mientras el Principito hizo el viaje de regreso a su asteroide, los copyrights del artista fueron tierra de nadie.

Mientras vive, en cambio, nunca sus canciones aparecen en comerciales, por ejemplo. Tampoco se siente muy interesado por los covers de sus temas (“La gente olvida quién es el autor, el que pone el esfuerzo creativo”, dice).

Sin embargo, hace covers de otras bandas como Foo Fighters. Es su personal “ley del embudo”, que los otros artistas toman más bien como un honor.

Prince actúa casi como la CIA en el mundo de la música. Ni siquiera sus conciertos tienen formas de acceso en internet. Con suerte se puede apreciar una actuación en Glastonbury de 2007 en la que realiza un cover de Radiohead (“Creep”) y una estelar participación en un tributo a George Harrison en el que se roba la escena con un solo de guitarra para el clásico “While my guitar gently weeps”.

En el video se puede ver a Tom Petty y a Dhani (hijo de Harrison) con la boca abierta disfrutando de un menudo Prince vestido de morado, ejecutando paseos por las cuerdas dignos de un dios metalero.

Más de alguna vez en que se encuentra algún tema antiguo de él liberado en internet, a las pocas horas aparece bloqueado.

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Poco tiempo antes de su abandono de la tierra, viaja a Londres para una serie de conciertos en pequeños pubs de no más de 100 ó 200 personas.

Los promociona en su sitio oficial con horas de anticipación y a precios sensibles (unas 20 libras, casi $20.000.-) e, incluso, más de alguna vez hace presentaciones gratis porque –sencillamente- se le ocurre. Una vez él mismo sirve chocolate caliente en una fila de fans bajo la lluvia.

También en Gran Bretaña ofrece gratis su álbum “Planet Earth” (2007), junto al periódico The Mail on Sunday.

Si bien mucho se habla de que es un divo, de que vive en el planeta de Prince desde hace muchos años, aún realiza conciertos a precios que sólo se ven en los años 80. En una entrevista explica que con esos valores hace un homenaje a los conciertos “antes de que compañías como Ticketmaster tomaran control”.

Maneja con astucia las preguntas que se le hacen en las pocas entrevistas que da y se rumorea pocos años antes de su partida que posee por lo menos cincuenta videoclips filmados en su mansion-estudio Paisley Park (Minneapolis, Estados Unidos) que nunca salen a la luz y 20.000 canciones grabadas y guardadas en una bóveda.

Prince habla de ser un hombre de álbumes en una sociedad de singles. Trabajólico, pasa horas y horas creando música. Dice no ver programas de talento porque en su mente sólo piensa cómo recrear mejor tal o cuál canción. Virtuoso en guitarra, también se mueve cómodamente en otros instrumentos como bajo, piano y batería.

Tomado desde…

Hay innumerables historias sobre él que suenan a mitos urbanos, que relatan celebridades del espectáculo, como la que comparte Jimmy Fallon, a modo de homenaje: Prince lo desafía a jugar ping pong una noche y –luego de ganar- se hace humo. O cuando Prince vence a Eddie Murphy en duelo de basketball para más tarde hacer panqueques a sus invitados.

Se puede ver un video en Youtube de Kevin Smith, fanático de Prince, en el que cuenta su experiencia de ser llamado por el músico luego de haber visto su película “Dogma”. La idea es hacer un documental que resulta sólo ser horas de Prince hablando de Dios a una multitud en su mansión. Por supuesto, el proyecto nunca ve la luz y Smith ni siquiera lo escucha cantar. ¡Gran desilusión!

El cineasta explica que el artista vive en su propio mundo, sin noción de la realidad. Puede solicitarle a sus colaboradores un camello a las 3 de la madrugada en plena nieve en Minnesota. Si le dicen que no es posible, Prince pregunta sin malicia por qué, como un niño. Como “El Principito” –el personaje del libro del mismo nombre, escrito por Antoine de Saint-Exupéry en 1943- que quiere el dibujo de un cordero.

Las personas no buscan a Prince, él las busca. Y así como aparece, se va sin dejar rastro. Personaje complicado, Testigo de Jehová y vegano, fallece por una sobredosis de calmantes que toma debido a un implacable dolor a la cadera que arrastra durante años por saltar y realizar splits en tacos altos en el escenario. Debido a su religión, se niega a una cirugía que implique transfusiones de sangre.

Aparte de Prince, sólo David Bowie (muerto también el año 2016, pero en enero) muestra una personalidad similar. Con el fallecimiento de ambos se marca, quizás, el fin de una era.

Prince nace el 7 de junio de 1958 en la ciudad de Mineápolis, estado de Minesota, al norte de Estados Unidos. Su nombre completo era Prince Rogers Nelson. Ocupa un destacado espacio en el entrenimiento mundial como cantante, compositor, bailarín y músico.

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