Una propuesta sónica cruda y más bien desnuda de recursos cosméticos es lo primero que llama la atención de este trío de músicos nacidos en Puerto Montt, pero que han hecho su andar en Santiago.
Sin un disco grabado en forma oficial, aunque circula un potente EP de cinco temas llamado “Rarezas”, la ruta de Humo Blanco ha sido escarpada desde el año 2005, pero grata. “Somos una familia”, advierte Raúl Guerra, uno de sus integrantes. La lista se completa con Andrés y Guillermo Campos.

Entre dos hermanos y un amigo que pasa a ser otro hermano, el grupo avanza con pasos buenos, aunque no tradicionales. No hay un disco oficial que dé cuenta de sus variados temas y cada uno de sus integrantes lleva adelante proyectos paralelos. Pero las pulsaciones de Humo Blanco no se pierden, siguen ahí.
De hecho, las horas pandémicas que se viven han profundizado ese caminar juntos pero a distancia. Hay convencimiento por grabar y publicar un trabajo en conjunto, para luego desarrollar una serie de presentaciones que ayuden a compartir la intensa propuesta de Humo Blanco.
En lo esencial, al trío le gusta resumir su sonido como “rock ñanco”, aludiendo a sus orígenes australes. En Puerto Montt, la palabra describe algo rústico, poco fino, que va directo al grano. Y es una buena aproximación a lo que buscan decir con sus canciones y con su mirada estética. “Si bien -quizás- con el tiempo hemos perdido un poco de eso rústico, mantenemos nuestra forma de hacer música”, explican los músicos.
En la experiencia de escucharlos, lo cierto es que a esa desnudez sónica que se aludía al comienzo de la nota, lentamente se van sumando otros sabores que condimentan una sopa agradable, acogedora, fuerte y reconfortante. Por lo “ñanco” se cuelan revisitas, citas, giros e influencias variadas que van desde Violeta Parra y Víctor Jara hasta clásicos del blues y del rock nacional y mundial.

Humo Blanco es una banda tradicional, pero no conservadora. Temas como “Noche de combatientes”, “Qué estupidez”, “Dulce sustento” o “Camino solo” dan cuenta de sobriedad y riesgo, de virtuosismo y simpleza. Se les nota oficio, sangre, sudor y lágrimas. Efectivamente, como una familia.
“Creemos que tenemos un estilo identificable, por la sonoridad, por cómo utilizamos las voces de quienes cantamos, la manera de escribir de cada uno y la manera de interpretar desde lo propio”, precisa Guerramut. Y está en lo cierto.
Humo Blanco, sin un disco que mostrar, sin contar con un historial de presentaciones, se constituye en una propuesta musical que debe escucharse. Maduro, intenso y trabajado, el sonido del trío luce potencia y calidad.

** Este sábado 23 de mayo, Humo Blanco forma parte de las #SesionesAnáhuac en las que la instancia cultural del Parque Metropolitano invita a grupos a mostrar sus trabajos, en medio de las horas de cuarentena. La cita con el grupo es desde las 20:00 horas.
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