Distopía

Érase una vez, una historia lúgubre y nefasta. Un mundo lleno de seres cegados por la codicia, la ambición y el poder. Tenían rostros grises de una sórdida masculinidad herida y retorcida. Dentro de sus excesivos privilegios, deliraban con cada nuevo atuendo de finas telas, joyas y todo accesorio que les hiciera enmarcar su estatus y hacer suya la belleza. Saciaban su gula con exacerbados banquetes, imponiendo aquí su hegemonía como especie ante cadáveres de animales. Largas mesas llenas de frutos, licores y manjares que luego de llenar sus barrigas, iban a la basura.

Mientras en los aislados alrededores periféricos a este lugar, se encontraban las personas que cultivaban aquellos frutos y que con sus manos preparaban sus lujosas comidas, viviendo una vasta hambruna y un eterno estado de desolación.

Todo este sinsentido es creado y sostenido por aquella mano que empuña la espada y símbolos fálicos, que desbasta toda representación del alma femenina. Se burla, la viola, la calla y la hace sumisa. Sólo la eleva para tenerla como un objeto que le otorgue visibilidad, como un trofeo más que lo posiciona en los seguros rangos que él mismo creó.

Y en esta historia sombría, con falta de calor de madre, se crea un sistema abusivo, que desconfía del otre cuya piel no es igual a la suya y rechaza la diversidad por temor a que sus danzas, colores, ritos, les desestabilicen su monótono orden.

Imagen tomada desde el Instagram @amuletoediciones

Reemplazan las virtudes intrínsecas del alma humana, por un esquema moral, que les permite enjuiciar y castigar todo lo que se acerque a la libertad…

Y si está distópica realidad no fuera más que una historia contada desde mi cotidiano imaginario de cuarentena ¿Por qué todavía sigue doliendo? ¿Porqué es necesario contar más? ¿Por qué aún se tiene que salir a pedir dignidad?

 

(*) El texto corresponde al Segundo Lugar (en empate) de la Categoría B del certamen, comprendiendo a alumnos de entre 2o Medio a 4o Medio del colegio.

 

(**) Imagen principal tomada desde las redes sociales/ Susana Hidalgo.

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