Exposición «The Art of Banksy» en Chile: Un ejemplo preciso de las contradicciones del mercado

Lo que genera el arte urbano y anticapitalista del (o la) grafiter@ inglés/a Banksy viene pasando desde los primeros rayados murales del ser humano: polémicas, llamadas de atención, alertas. Así como esos trazos impresionantes del paleolítico en la mítica cueva de Chauvet dan cuenta de una situación cotidiana del ser humano de hace más de 36.000 años, el (o la) creador/a europe@ callejer@ hace exactamente lo mismo: deja a la posteridad variadas problemáticas del día a día contemporáneo.

«Engish maid»

El punto es que Bansky le da cuerda libre a algo que, probablemente, la especie bípeda aún no desarrollaba del todo en el ambiente de las cuevas del último período glacial: el sarcasmo, la ironía, el humor ácido, enfatizar las contradicciones de la compleja condición humana y su contexto.

En dicha línea, entonces, si bien Banksy sigue la milenaria tradición de dejar constancia, le pone harto de eso que comienza a hacerse conocido como un “arte” en sí mismo durante la primera mitad del siglo XX con el Dadaísmo de los franceses Marcel Duchamp o André Breton, los alemanes John Heartfield o Hugo Ball, el rumano Tristan Tzara o el estadounidense Man Ray.

Es decir, provocación, irreverencia, crítica, grados de irracionalidad ante el imperio a veces terco de la lógica y mucha innovación (en perspectivas, técnicas, lenguajes y/o recursos). No hay que olvidar que de los sarcásticos dadaístas se escriben páginas inexorablemente condenatorias desde el conservadurismo moral, que califica al movimiento como «decadente, desprovisto de todo saber y toda voluntad».

La variada propuesta de Banksy puede resumirse en otro sarcasmo: la ironía es el mensaje, parodiando al académico canadiense Marshall Mc Luhan (padre de la «Aldea Global») y su eterna frase «El medio es el mensaje».

Cómo no pensar en sarcasmo al disfrutar con propuestas como «English maid» (recordando en parte por qué en Chile nos decimos «los ingleses de América del Sur»), «Armored dove of peace» (que recuerda con claridad el cinismo de las relaciones internacionales), «Kissin coppers» (la diversidad puede estar en cualquier parte) o «Dismaland» (una fuerte mirada al «detrás de la escena» de la moral Disney). Pero el arte de Banksy también hace evidente la contradicción: la del ser humano y -por cierto- la del arte mismo.

«Armored dove peace»

De todo eso puede encontrarse en la exposición «The art of Banksy – Without Limits” que recorre el mundo «homenajeando» al (o la) artista inglés/a y que recala en Chile hasta el domingo 31 de julio, ubicada en una cómoda carpa tras la fachada del centro cultural GAM, en Santiago. Luego recorre Buenos Aires, Bogotá, Sao Paulo y Ciudad de México en América Latina.

En total, unas 160 fotografías, cuadros, grabados, esculturas, video arte, litografías, instalaciones y hasta merchandasing incluye el menú. Por cierto, esto último muy criticado en las redes sociales y también en algunos grupos especializados en arte.

Si bien organizadores que mueven la exposición por la «aldea global» precisan que no es una selección oficial, aclaran que existen contactos con la instancia que representa a Banksy, por lo que -dicen- se respetan a la pata los planteamientos ético-artísticos del (o la) creador/a. Se trata de una muestra que ha visitado Miami, Ámsterdam, Estambul, Melbourne, Seúl, Berlín, Viena, Varsovia y Atlanta, entre otras ciudades, sumando ya más de un millón de personas.

No está demás recordar que la identidad exacta de Banksy es desconocida. Las teorías por asegurar el nombre propio superan al dadaísmo en sus ribetes. Se estima que puede ser también una mujer (por qué asumir desde ya que es un hombre, ¿no?). O un colectivo. Su intensa producción artística callejera, que causa impacto global, hace que la revista estadounidense Time incluya en su tradicional lista de «personajes del año» el nombre de Banksy el 2010.

«Kissing coppers»

Lo importante, en todo caso, es que como los impresionantemente bien mantenidos trazos de la paleolítica cueva de Chauvet (patrimonio de la Humanidad según la Unesco), los trazos, materiales y propuestas de Banksy ofrecen un espejo evidente de la sociedad capitalista de hoy.

Claro, el espejo puede molestar. Y en el arte eso muchas veces es un mérito. Y hasta se agradece. La muestra que puede verse en la zona trasera del GAM en Santiago es una aproximación al discurso ético y estético de Banksy.

La intermediación de quienes actúan como administradores de la muestra, eso sí, va por un carril distinto. Puede aceptarse la crítica -por ejemplo- del alto valor de las entradas. Un grupo familiar tradicional de tres personas en Chile, incluyendo un/a hij@ mayor de 12 años, deben desembolsar $38.000 para disfrutar in situ del mundo de Banksy. No suena muy sarcástico.

Hay descuentos que pueden facilitar el acceso: estudiantes con pase escolar y mayores de 60 años $8.000. Suscriptores del diario La Tercera obtienen un 20% de rebaja.

«Dismaland»

Es, por cierto, una discusión abierta y que vale la pena dar. El periodista y crítico cultural Jorge Letelier sostiene en una columna de Ciper que la propuesta hace ruido porque si el arte natural de Banksy es de acceso público, reproducible y subversivo, ¿qué hace encerrado bajo el precepto de una entrada prohibitiva para varios bolsillos?

No deja de tener razón. Sobre todo porque la zona del GAM, donde se emplaza la muestra, se transforma en el principal territorio de la expresión artística de la ciudad en furia durante el estallido del año 2019.

Quizás por lo mismo, el centro cultural anuncia conversatorios en torno al arte urbano e instancias de accesibilidad del público a la muestra con municipios, comunidades barriales e instituciones educacionales de sectores «que no podrían pagar para ver la exposición», dice un comunicado del GAM.

Incluso considerando que la selección de las obras no cuenta con la venia oficial de Banksy, lo cierto es que su espíritu se siente en el recorrido propuesto. Sobre todo porque hay un respeto a las inspiraciones centrales de la obra, se rasca bien donde pica: en los excesos del mercado.

Como experiencia, la exposición -curada por el artista mexicano radicado en Berlín Guillermo Quintana– funciona de manera correcta. Lo malo es que para vivirla, se debe pasar por el sistema consumista que aparece ahí criticado. Es una contradicción absoluta, evidente y total, que también resulta ser una absoluta, evidente y total buena fotografía de la actualidad.

«Napalm»

 

«The Art of Banksy: Without Limits»
Hasta el 31 julio – Centro GAM
Lunes a Jueves – 10 a 21 horas
Viernes a Domingo – 10 a 22 horas
Producción en Chile: Red Eyes

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