Escritor peruano Samuel Soplín: La voz de los trabajadores del Callao

Desde Lima, Perú, por María Luz Crevoisier

“Calles polvorientas, barullo cotidiano” se lee en las primeras páginas de la intensa novela “Crónica de la esquina del cañón”, del escritor Samuel Soplín. Se trata de las arterias urbanas que forman parte del Callao, el primer puerto peruano, sede de antiguos pescadores aymaras, el más importante de toda la América durante los siglos XVI y XVII.

Tierra de hechos relevantes como el haber sido refugio del gobernador español José Ramón Rodil en el castillo del Real Felipe, no aceptando la rendición de España en 1824 después de la Batalla de Ayacucho o por ser el lugar en donde se inmola el abogado y político José Gálvez desde la torre de La Merced, en el Combate del 2 de Mayo de 1866, luchando para que no retornara la oprobiosa colonización hispana.

Así es el Callao. Con esquinas por donde el tiempo y la historia olvidan un cañón y que un día, cuando la luna brilla como en el vals del Chato Raygada -uno de los tantos hijos de este puerto- Samuel Soplín Escudero le compone no un poema rítmico, sino que uniendo hechos y reactivando la memoria, le regala una novela con el título de “Crónica de la esquina del cañón” (Ediciones Chasqui, 2016).

El texto se arma de siete capítulos: Calles polvorientas; Vida de estibador; Las ocho horas se conquistaron en las calles del Callao; El colegio César Vallejo y La redada de 1963; Célula: La causa del pueblo; El militante; y El dirigente sindical.

La novela resume vicisitudes del mismo Soplín, quien sabe lidiar con la pobreza, hacerse cartero, abrazar ese legendario oficio suprimido vía decreto por Alberto Fujimori en los años 90, dejando sin trabajo a varios cientos de trabajadores; pero también subrayando las luchas sindicales por mejoras salariales, las persecuciones y traiciones y su entrega total a la causa sin desmayar jamás.

En medio de esos avatares, el escritor estudia y obtiene el título de licenciado en Sociología y escribe literatura. Reúne así títulos como “Túpac Amaru, el peruano” (Línea Eter, Callao 1972), “La sindicalización postal telegráfica en el Perú” (Editorial Tarea, Lima 1986) y “Crónica de una despedida” (Alejo Ediciones, Lima 2012), entre varios otros textos.

Ahora prepara la presentación de una novela llamada “¡Hey, taxi, el señor Gato y sus amigos”, que recoge nuevas aventuras en el primer puerto peruano y -como una constante- de la lucha sindical en la que está sumergido como un compromiso de vida y de ideología. La presentación de esta obra se alista para el 29 de septiembre en la Casa Mariátegui, lugar que –efectivamente- es residencia hogareña del gran pensador e ideólogo peruano José Carlos Mariátegui, en donde edita la revista cultural Amauta, una de las más importantes de América, a mediados de los años 20.

Cultura y Tendencias conversa con Soplín –reconocido autor chalaco, como se les llama en el Perú a quienes nacen en la zona de Callao- quien también recala en la poesía a través de la inmortal Línea Eter del primer puerto.

¿Cómo influyen tus andanzas siendo distribuidor de cartas en libros como “El último cartero”, “Crónica de la esquina del cañón” o “¡Hey,Taxi!”, entre otros?

– Entré a trabajar al correo del Callao en el gobierno militar del general Juan Velasco Alvarado, cuando la administración postal era un servicio exclusivo de Estado y que -por tradición- recordaba a los Chasquis del Tawantinsuyo, a los mensajeros incas. En 1940 se instituye el Día del Cartero cada 29 de agosto, en conmemoración de la muerte del Inca Atahualpa como símbolo de identidad, porque los carteros eran marginados por los funcionarios de cuello y corbata. En mi trayectoria laboral voy conociendo las costumbres, luchas, conquistas y derrotas del movimiento postal, hechos que –efectivamente- motivan mis primeros escritos literarios.

Por su parte “Crónica de una despedida” ¿puede considerarse como una especie de preludio de la próxima novela que presentas en septiembre?

– Lo cierto es que mis crónicas sobre la saga postal están inmersas en el desarrollo de toda mi literatura, tanto desde el punto de vista histórico como sindical, perteneciendo a un mismo tema que vengo desarrollando en mis libros, combinando las costumbres, anécdotas y hechos cotidianos con el tema sindical como forma de sobrevivencia.

Conociendo la historia del gremio de los carteros al que perteneciste y fuiste líder sindical ¿crees que forma parte importante en el proceso histórico del Perú?

– La Asociación de Carteros surge el año 1923 como forma pionera de organización sindical, ya que el Reglamento de Correos de 1916 y la Constitución de 1920 prohibían la sindicalización de los empleados públicos. Esta instancia participa en el paro contra la rebaja de los sueldos decretada por el gobierno a raíz de la caída de la Bolsa de Valores de 1929, protagonizando –además- la primera huelga nacional en 1938 cuando el servicio de correos es administrado por la compañía particular inglesa The Marconi Wireless Ltda. Quizá la paralización de mayo de 1975 es la huelga más transcendental del movimiento telegráfico, porque a raíz de esta lucha se logran mejoras salariales para todos los trabajadores estatales, resurgiendo el denominado sindicalismo clasista.

Lo vivido por los carteros ahí se empalma también con los estibadores. A través de tu narrativa, conocemos también esa realidad dura y cruda. Desde los años 60 en que ubicas “Crónica de la esquina del cañón” –por ejemplo- hasta hoy, ¿ha mejorado la situación de estos hombres vinculados al mar?

– El segundo gobierno del arquitecto Fernando Belaunde Terry decreta 26 turnos mensuales para los estibadores del Callao, originando su caída económica, a lo que se debe agregar el surgimiento del buque equipado con modernos contenedores que reducen la mano de obra, decayendo su importancia gremial.

Y después de la privatización del correo, ¿cuál ha sido la suerte de estos hombres y mujeres?

– El gobierno autocrático de Alberto Fujimori destruye el correo peruano, privatizando la institución estatal. La gran mayoría de trabajadores son cesados o despedidos y sólo un puñado de ex correístas es trasladado al ministerio de Transportes y Comunicaciones. Esto lo explico en mi libro “El último cartero en la línea del telégrafo”.

Y al escribir estas novelas, ¿quisiste darles un valor testimonial o de denuncia? ¿O de ambas?

– En realidad, en mis novelas trato de recrear costumbres, anécdotas, fiestas, luchas y conquistas de los trabajadores de correos, principalmente de los carteros quienes -a mi juicio- son los más luchadores del mundo.

¿Entiendo que dentro de tus proyectos literarios ronda la idea de una historia de amor, que también surge en algunos de tus escritos anteriores?

– Estoy tratando de escribir una novela romántica cuyo personaje principal es Aline, quien sin trabajar en el gremio, tiene un rol importante en la histórica huelga postal telegráfica de 1975. Por otro lado, tengo en mente encontrar un guión para hacer un largometraje de mi libro “Crónica de la esquina del cañón”, que espero realizar.

0 Comments

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*