Fenómeno del pádel: ¿Una práctica deportiva con fecha de extinción?

Es catalogado como el deporte del momento. Por su simpleza, por su no imperativo de contar con un talento innato. Es el pádel que ha ido sumando devotos tras el fin del confinamiento por la pandemia, aspecto que le favoreció por el hecho de que sus contrincantes prácticamente no tienen contacto físico.

Se trata de un fenómeno mundial, en el que Chile no desentona. Por algo se le ha definido como “la recreación ideal” para practicar tras el horario laboral y compartir con los amigos o la familia. Sin embargo, detrás de tanta bella parafernalia están los bemoles reflejados en los altos costos que tiene hoy los arriendos de cancha más las lesiones, algunas de ellas un tanto complicadas, que puede conllevar su práctica.

Hablar del boom del pádel en nuestro país es redundante. De hecho, la construcción de canchas móviles está proliferando, como lo que está sucediendo a un costado del mall Plaza Oeste donde se están levantando siete canchas de la disciplina como alternativa para quienes se queden veraneando en la capital. En total, se calculan ya unas 750 pistas en el territorio.

El lado obscuro del asunto es que el avance del pádel es -en un gran porcentaje- a cuenta de las canchas de tenis. “En una de tenis te caben, perfectamente, dos canchas de pádel” comenta José Sánchez, dueño del club Raquetazos de Buin que cuenta con cuatro canchas del deporte sensación y otras cuatro de la clásica disciplina de las raquetas.

Sin embargo, la tendencia que parecía ir en alza parece que ya alcanzó su peak y la curva comienza a declinar. La primera razón, el alto precio que significa el arriendo de un rectángulo.

“La competencia y cantidad de canchas es tan alta que hay clubes que pasan vacíos, porque además la gente está jugando menos y diversificando su actividad en otros deportes. Hay varios clubes que han tenido que bajar los precios” confidenció Mario Alarcón, propietario de Distrito Pádel, recinto ubicado en La Florida.

Este fenómeno lo complementó Fabián Parolin, presidente de la Federación de Pádel, al evidenciar que “a veces se sobreexplotan las actividades por el boom mediático. Hay que tener cuidado con tanto aumento de canchas. Incluso, ahora que hay más oferta la gente ha vuelto a jugar en el horario de salida del trabajo y no hace esfuerzo por llegar a las 7 de la mañana, como era antes, debido a la sobredemanda. Realmente, se ven muchos clubes que en la mañana están vacíos”.

Las razones pasan por los precios que han subido en los últimos meses, debido a la creciente inflación. Es que los propietarios deben recuperar la inversión realizada y pagar los costos de mantención. Eso, en parte, ha incidido en esa suerte de baja en el rating para reservar un campo de juego.

Esa saturación, inevitablemente, ya está comenzando a empujar a un buen sector de deportistas a retomar las actividades que realizaban antes de la pandemia, como el jugar una partida de tenis en el club donde está asociado. El detalle es lo que ya se escribió, el rating de canchas de tenis ha bajado un tanto.

Otro bemol en la práctica del pádel son las lesiones que sus practicantes pueden acusar. Algunas muy de cuidado, ya que sin la preparación física adecuada, las consecuencias pueden ser muy complicadas.

El creer que es sólo mover el brazo para golpear con la raqueta la pelota no considera que hay riesgos en los codos, los hombros, muñecas, manos e incluso la espalda. También, los constantes movimientos en cancha pueden afectar a las rodillas y al menisco.

La lista de dolencias es abundante, que incluye a la Epicondilitis –conocida como el Codo del Tenista-, esguince de tobillo, contracturas musculares, lumbalgia y lesiones en el pie. También, en un ámbito más sicológico, al jugarse en un terreno cerrado puede derivar en algunos deportistas una sensación de agobio, un “efecto túnel” que puede resultar demasiado incómodo.

Los factores que inciden en una potencial lesión es el estado físico, la edad y el no limitar el tiempo dedicado a su práctica. Sin la preparación personal adecuada, el mero entretenimiento puede derivar en una constante rutina de chequeos médicos.

Ni hablar si por falta de mantenimiento del armazón donde está levantado el campo de juego del pádel puede traer resultados no satisfactorios. A saber, un montaje errado, un pequeño tornillo no bien encajado que es peligroso ante un potencial roce, alguna piedrecilla en la pista que pueden tornar resbaladiza la cancha, diferencias marcadas entre las temperaturas de los vidrios y del ambiente pueden trizar dichas superficies más algún impacto de uno de los jugadores que vaya en velocidad puede derivar en cortes.

¿Y el tenis? En lo que respecta a las diferencias con el tenis, éstas poco a poco se están notando. “Lamentablemente, se están eliminado canchas de tenis para hacer de pádel por un tema lucrativo. Una cancha de tenis necesita mantención, una de pádel quizás una vez al año. Y si es que quieres la mantención” comentó José Sánchez. Con su experiencia en el rubro, apunta a que tras este boom poco a poco habrá una suerte de balance entre ambas expresiones deportivas.

“Mucha gente se está viniendo a mi club a jugar tenis, porque en sus clubes se están eliminando esos recintos. No creo que haya un perjuicio hacia el tenis, porque hay personas que simplemente no les gusta el pádel y se trasladan adonde sea para jugar. La gente se moviliza, comparten el dato de dónde hay canchas de tenis”, refrendando que hay público para todos los gustos.

“El tenis es mucho más complejo, necesitas mucha más técnica y concentración. En el pádel es mucho más fácil su práctica, puedes reírte durante un partido, algunos juegan hasta con música al aire libre, es más relajado” concluyó Sánchez.

Como señala un viejo adagio, habrá que esperar entonces a que el río vuelva a su cauce. O mejor dicho para esta situación, habrá que esperar el momento para acercarse a la red y remachar con un winner.

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