Libro “Los césares perdidos”, la intensa segunda parte de la Historia de Chile según Alfredo Jocelyn-Holt

En la original tarea de presentar una historia de Chile desde perspectivas cada vez menos tradicionales, Alfredo Jocelyn-Holt entrega su segundo tomo (a la espera de otros tres), centrado en el siglo XVII, período nada de fácil y todavía un tanto indefinido historiográficamente. En Europa, luego de ser conocida como la época del absolutismo, ha pasado a mostrar sus ambigüedades y dudas, conceptuándose ya como un siglo de crisis, en el que el Viejo Continente vivió acosado por problemas demográficos, económicos, sociales y guerras.HriaChileAJH

Si en Europa redescubren una centuria difícil y se ofrecen variadas miradas, lo mismo ocurre en América y –específicamente- en Chile. Lo único claro para el autor es la creciente ruralización que se desarrolla por estos lares, lo que subraya un fenómeno de intensa separación con la metrópolis. Surge un evidente repliegue del mundo no indígena en el Valle Central, a causa de la guerra con el mundo aborigen, lo que distancia cada vez más las relaciones con un imperio español en problemas. Por todo lo que eso significa, Jocelyn-Holt afirma que el siglo XVII Chile se rearticula absolutamente como sociedad y lo que ocurrió un siglo atrás no fue más que “una partida falsa”.

El país se encuentra con una amplia variedad de infortunios (naturales, naufragios, muertes) y de encuentros bélicos con el indígena, ante el cual se desarrolla una compleja paradoja de defensa y admiración. La mirada hacia el confín austral se transforma en obsesión y utopía, a pesar de los fracasos, que –en clave de este tiempo- no son simples derrotas, sino que construyen un modus vivendi irónico, de acuerdo al historiador, necesario y urgente aún hoy.

Jocelyn-Holt observa que, a pesar de las inerentes dificultades de este siglo, no hay espacio para el nihilismo, al contrario de nuestros cómodos y globalizados días. “Paradoja de paradojas, en esos siglos miserables de nuestra historia pasada, tuvimos más esperanzas que en la actualidad. Por eso, invito a sentarnos y reflexionar sobre cómo fue que en aquel entonces, hombres como nosotros, hicieron algo más que sobrevivir en este país”, dice con entusiasmo el historiador.

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Y es que los infortunios que forman parte del inventario de quienes viajaron hasta a esta zona inexplorada del mapa se transformaron en ilusión, en creer que lo crudamente mostrado por la realidad tenía que guardar un premio final.

Al hombre de este tiempo le obstina la creencia de que en algún rincón se esconde ese tesoro que se propuso venir a buscar, eso que el argentino Ezequiel Martínez Estrada resume como “se iba así cerrando los ojos a la realidad”. Sin embargo, la atractiva perspectiva de Jocelyn-Holt le da una vuelta de tuerca a esa “espléndida amargura” borgiana: “No porque las ilusiones no se materializan, significa que debamos necesariamente desembocar en un nihilismo que lo niega todo”¸ plantea.

Y se refugia en variados autores para subrayar que “el desencanto es una forma irónica, melancólica y aguerrida de la esperanza”, porque –como dice Nietszche- “el verdadero sueño es la capacidad de soñar, sabiendo que se sueña”.

Se trata de un libro serio, profundo e inquieto que abre la perspectiva histórica hacia formas más interpretativas. Hacia una mirada que, sin dejar de ser argumentada, investigativa y analítica de diversas fuentes, es también sensible.HriaChileAJH1111

Por qué no decirlo, es también poética. Como plantea Magris, “sólo la poesía es capaz de representar las contradicciones sin resolverlas conceptualmente (…), componiéndolas en una unidad superior”.

Con su estilo directo y sin pelos en la lengua, Jocelyn Holt explica que “si hemos de situarnos con los pies muy en la tierra en este fin de mundo, se precisan ojos sensibles (…). Un racionalismo estrecho con semejante espacio a la vista, el del positivista desde luego, no sirve de nada –ve nada- y, por lo mismo, se pierde y se confunde”.

De allí que la fantasía, la ilusión o la utopía ubique geográficamente la “brújula del alma” hacia el Sur, donde la idea de encontrar la perdida Ciudad de los Césares es el sueño de un mundo ideal, de un mundo feliz, en medio de una porfiada, cruda y oscura realidad.

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