Los escritores no nacimos para ser promotores

Los escritores, constantemente estamos conociendo gente. Cuando esto ocurre, no siempre andamos con un libro de nuestra autoría bajo el brazo para “regalar”, sobre todo si nos encontramos lejos de nuestra zona de origen.AlfredoGaeteBriseño

Cualquier conversación puede ser motivo para que cuando nuestros interlocutores sepan que eres escritor, surja el interés por tener acceso a alguna de tus obras. Entonces, ¿qué decirles?

Durante el mes de junio viajé por algunos lugares de Italia, Grecia, Turquía, Croacia y Portugal y esta situación que describo fue “pan de todos los días”. No deja de ser interesante que al declararse uno escritor aún las personas se sorprendan de manera positiva y quieran saber más de lo que uno ha hecho.

En esta ocasión, sin embargo, mi problema tenía una solución. Bastaba con decirles que visitaran Amazon.com y buscaran mi nombre. ¡Simple! Incluso es más, las oportunidades en que tuve que hablar sobre mis libros fueron en aumento, por lo que al primer dato para mis interloctures, agregué otro: podían encontrar más información sobre mí en AgujaLiteraria.com.

Ahora que reflexiono sobre aquello, no deja de causarme gracia descubrir que no necesitaba invertir dinero en publicar miles de ejemplares de cada título para que al mirarlos, vender la mitad y regalar el resto, mi ego se sintiera agradecido.

AlfredoGaeteBriceño4Recuerdo aquella época en que me esforcé por vender mis obras. Llegué a producir 27.000 ejemplares en total, que debía facturar, consignar en las librerías, conseguir presencia en sus vitrinas y –por cierto- cobrar… ¡Qué locura! Si lo mío era escribir, no ser promotor ni vendedor de libros. Ese es otro oficio, muy diferente.

Durante mi carrera he conocido a gran número de escritores que autoeditan sus obras, imprimiendo cantidades miserables (de 100 a 500 ejemplares), generalmente sin ser expuestas a un trabajo profesional de edición; luego, se dan a la tarea de hostigar a familiares, amigos y conocidos de buena voluntad, apelando a su conmiseración para que les compren, en una suerte de limosneo.

El resto, lo regalan. Una vez que “se deshacen del mayor número que pueden”, su condición de autor desconocido permanece, no así su obra en el tiempo, la que terminará de desaparecer cuando ellos mueran.

Me he preguntado, entonces, ¿por qué si los escritores hoy en día pueden abandonar estas lamentables prácticas no lo hacen? ¿Por qué no aprovechan el modernismo y lo que la tecnología ofrece para imprimir sus libros sin un costo directo, utilizando las plataformas existentes para dirigir sus recursos económicos a construir sus obras en un marco de óptima calidad y promoverlas no solo en su país, sino en el mundo entero?

Pero están anclados a prácticas tradicionales y obsoletas que sólo contribuyen a inflar los bolsillos de unos pocos que sacan provecho de la inocencia e ignorancia comercial y tecnológica de unos pocos escritores.
Sé que suena duro y más de alguno se puede molestar, pero es la verdad y me parece más noble mostrarla a tajo abierto que callar.AgujaLiterariaEscritor4

Porque a pesar de lo mucho que he escrito sobre los seres humanos y su comportamiento, este quedarse en el pasado que veo en algunos colegas cada vez me parece más enigmático y me cuesta mucho entender.

Claramente los escritores no nacimos para ser promotores.

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