El primer minero chileno del que se tenga registro se encuentra en una vitrina, frente al Central Park de Nueva York. Se trata del cuerpo momificado de un hombre de mediana edad, que data del año 500 dC, y que quedó atrapado en un derrumbe.
Fue descubierto en octubre de 1899 por el ingeniero francés Maurice Pidot, cuando el actual yacimiento de Chuquicamata era una pequeña pertenencia minera llamada “La Restauradora”.
Pidot dirigía faenas para la extracción de cobre cuando una de las laderas cedió con gran estrépito, dejando al descubierto un cuerpo humano que denotaba no ser contemporáneo, pero que se encontraba en muy buenas condiciones de mantenimiento. Junto a él habían antiquísimos artefactos para sacar mineral y variados utensilios personales.
Se trataba del hallazgo de un aymara, que ya en los primeros 500 años después de Cristo, se dedicaba a la extracción de cobre en la zona, lo que simbólicamente marca con claridad la importancia de la actividad en la historia de Chile. El malogrado primer minero perdió la vida al sufrir un derrumbe y quedarse sin oxígeno.
La falta de humedad de la tierra, entre otras cosas, debido a la existencia del metal rojo, facilitó las condiciones para que el cuerpo quedara recubierto por una característica capa verdosa que lo hizo llamar desde el primer momento en que se vio como «El Hombre de Cobre».
La suerte corrida por el primer minero nacional a partir de su descubrimiento ha sido, sin duda, de dulce y agraz.
Comprado, revendido, mal pagado y mal usado como elemento de cambio, El Hombre de Cobre ha conocido las más diversas manos que lo han ubicado desde fines del siglo XIX en diferentes escenarios y lugares entre Chuquicamata, Valparaíso, Búfalo y Nueva York.
Desde circos de personas y artículos extraños hasta curiosidad científica, el cuerpo momificado que data del año 500 d.C. finalmente llegó hasta el Museo de Historia Natural de Nueva York el año 1905, en una de cuyas vidrieras se ubica simbólicamente frente al Central Park hasta el día de hoy.
Chile ha hecho tres intentos por recuperar la simbólica momia, pero la operación es particularmente compleja. Si bien ha sido posible recuperar en parte la ruta que debió hacer «El Hombre de Cobre» hasta llegar al destacado museo estadounidense, lo cierto es que desde el primer momento sus transacciones se dieron en el ámbito privado.
De hecho, es la intervención del banquero John Piper Morgan lo que –al adquirir la momia- facilita la llegada del cuerpo a una entidad científica: El inversionista donó su compra al museo neoyorquino.
La primera gestión por recuperar la momia fue en 1990 por parte del director del Museo Precolombino, Carlos Aldunate, y del actual Premio Nacional de Historia, Lautaro Núñez. En esa oportunidad, la instancia estadounidense rechazó de plano la posibilidad, entre otras razones, por considerar que Chile no contaba con las condiciones necesarias para la buena conservación del cuerpo.
La segunda solicitud fue realizada el año 2005 por parte de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami), el Museo Precolombino y Codelco. Esta vez la negativa se mantuvo en cuanto a la posibilidad de traslado de «El Hombre de Cobre», pero finalmente se llegó a la posibilidad de que expertos chilenos y estadounidenses pudiesen efectuar un escáner tridimensional de la momia, lo que permitiría construir una réplica cien por ciento fiel al original.
Dicha operación se efectuó y la copia exacta de la momia recorrió el país por varias ciudades hasta llegar a su destino actual, que es el Museo de Lasana.
La tercera y última negociación se llevó a cabo el año 2011 en un especial contexto: la muestra en Washington de la exposición “Against all odds: Rescue at the Chilean Mine”, dedicada al exitoso rescate de los 33 mineros atrapados en la mina San José.
La entonces directora de Bibliotecas, Archivos y Museos de Chile (Dibam), Margarita Krebs, se reunió en esa oportunidad con la directora de Conservación de la División Antropología del Museo de Historia Natural de Nueva York, Judith Levinson.
Como la momificación que sufrió el cuerpo no fue producto de un proceso pensado para eso, el paso del tiempo le restan grados de seguridad a su conservación. De allí es que sea imprescindible mantenerlo en las condiciones que lo tiene el museo neoyorquino. Su eventual traslado requiere, entonces, delicadas fases que permitan mantenerlo tal cual se encuentra actualmente.
Por todo ello, la entidad estadounidense le pidió a la autoridad chilena que se le entregue una propuesta de cómo Chile pretende llevar adelante el proceso de recuperación de «El Hombre de Cobre», especialmente en cuanto a las condiciones científicas del traslado. Es en ese proceso que se encuentra actualmente la situación del primer minero de Chile. A la espera de un difícil regreso a casa.