“Historia viva”, el libro de Hillary Clinton que – a pesar suyo- la revela tal cual es

Un rasgo claro en la personalidad de Hillary Clinton es que siempre ha sabido lo que quiere de la vida y, consecuente con ello, ha entendido cuáles son las serpientes precisas que necesita encantar para lograrlo. Si eso no es política, se le parece mucho.

Editado el año 2003, el libro “Living history” fue malamente traducido como “Historia viva”. El título original es mucho más representativo de cómo mira la vida la actual candidata presidencial: ella se siente, realmente, “viviendo la historia”.

Y no puede ser menos. Paradigma de la mujer moderna, es capaz de distribuir por igual sonrisas y abrazos como guadañas y sablazos. Sólo hay que pensar cuántas han sido las esposas de ex mandatarios estadounidenses que logran mantener notoriedad. Quizás Nancy Reagan pueda ser una, pero hay que convenir que no cabe en el mismo molde que Hillary.

En su larga trayectoria pública, que incluye la asesoría legal en el caso Watergate que terminó con la dimisión del presidente republicano Richard Nixon el año 1974, la representante demócrata en la actual carrera presidencial estadounidense ha pasado por experiencias buenas y por otras traumáticas. Sin embargo, retoma el vuelo no sólo como un Ave Fénix, sino que con más ambición todavía.

El libro que se reseña, lamentablemente, resulta un poco engañoso. En más de 500 páginas –aparentemente indulgentes con ella misma y su entorno- deja una imagen clara sobre las sombras que conviven en las avenidas del poder. Hillary se esmera por no exhibir grietas, pero igual una lectura atenta descubre varias por allí.

Con todos sus altibajos, Hillary es un personaje que siempre le interesa a la gente. Por demás es una mujer inteligente, poseedora de un intenso olfato, creadora de una de las figuras más extrañas y atractivas de Estados Unidos de nombre Bill Clinton.

Porque por más que los affaire extra-maritales del ex mandatario para algunos pueden configurar en ella la imagen de una mujer “sometida”, lo cierto es que pensar eso es no conocerla bien. Hillary Clinton siempre ha mirado al poder como un leit motiv, aunque también se equivocan quienes vean sólo ese rasgo.

El libro deja huellas para seguir varios caminos. En primera instancia está lo que ella quiere contar, pero el texto es un muy interesante en los silencios y en los aspectos que nombra, pero no profundiza.

Ella es un personaje de suyo complejo. Ha logrado convivir con un ideario femenino de liberación y oportunidades, pero teniendo al lado a un troglodita que ha debido civilizar varias veces. Siempre ella ha entendido que la carrera al poder la dan los Clinton como una pareja, potenciándose. Y cuando él ha caído, el objetivo final es superior ante cualquier otro asunto. Lo que está por verse es qué pasa si es ella la que cae.

Hasta ahora, su único error político están en haber intercambiado información de su cartera como secretaria de Estado del presidente Obama a través de su correo electrónico privado y no con la cuenta oficial. Algo que puede tener muchos matices, de los cuales hasta ahora ha podido zafar. Por cierto, son –además- hechos posteriores a la edición del libro.

Lo que queda claro es que, realmente, ella y Bill se sienten “viviendo la historia”. Hillary observa que junto a su marido trascienden la simple figura de un par de padres dueños de casa. Ellos son líderes del planeta y “hacen” la historia. Después de los Kennedy, son lo más parecidos a una pareja de monarcas en Estados Unidos.

Cuando hace quince años Hillary llegó al senado, representando a Nueva York, tenía todo en contra. No nació en la ciudad de la manzana; no era ni irlandesa, ni italiana, ni católica, ni judía, identidades básicas en el entorno sociocultural neoyorkino; jamás se había presentado a un cargo político; se enfrentaba al poderoso ex alcalde xxxxx Giuliani; nunca una mujer había sido electa senadora por esa ciudad. Logró superar todos esos puntos y ganar un escaño en el senado.

 

Hoy vive un trance similar: en la tierra de las oportunidades, la libertad y la igualdad, nunca una mujer ha ocupado el escritorio del salón Oval. Sin embargo, ahí está ella, otra vez dando la pelea con huesos duros de roer como Donald Trump. Desde el día que ganó su escaño en el capitolio, Hillary puso en práctica algo que siempre le ja pedido a las mujeres: atreverse a competir.

Ambiciosa, fría, calculadora. Muchos pasajes del libro la revelan así, a pesar suyo. Sin caer en lugares comunes, el ejercicio de la política y el servicio público tienen estos puntos clave en todos los países. Hillary ha jugado en esa cancha, con esas reglas. Y, hasta ahora, la dinámica le ha resultado. Por algo será.

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