Machismo en Chile: Ensayo sobre la ceguera

Los tiempos cambian. Hay más hombres comprando en el supermercado, haciendo el aseo, lavando los platos. Pero eso no es todo. Chile sigue siendo desigual con la mujer: la violencia intrafamiliar se esconde, en un mismo trabajo ellos ganan más que ellas y siendo la mitad del país no están representadas ni en el parlamento ni en los puestos importantes de las empresas.

Parte 1, «Clávame una duda y me quedaré a tu lado»

«Si me dices que sí dejare de soñar y me volveré un idiota/ mejor dime que no y dame ese sí como un cuentagotas», canta Ricardo Arjona en su popular canción «Dime que no».

La frase parece un llamado a que ellas no sean tan condescendientes en su relación amorosa. Pero también contiene un dejo peligroso: un mensaje complejo en una persona que no lo codifique correctamente, puede llevarlo a pensar que cuando le dicen que «no», en el fondo es «sí». Y se sienta con derecho a exigir.

El psicólogo Pablo Ossandón, de la Universidad San Sebastián, subraya que «el imaginario popular, y en especial las canciones, no reflejan precisamente lo que la sociedad ha avanzado en las relaciones hombre-mujer y si bien pueden darse expresiones como éstas de Arjona, que pueden tener una intención positiva, lo cierto es que la complejidad de ese nexo aún sigue siendo abordado en esquemas maniqueístas y facilistas».

Se dice que el machismo desaparece. Que las mujeres cada vez conquistan más espacios. Los datos de la realidad, en cambio, no dan cuenta de ello con el mismo entusiasmo que las palabras.

Chile exhibe una de las participaciones políticas femeninas más bajas del continente y del mundo: estimándose que ellas debieran representar entre el 25% y el 30% de los puestos políticos, en el país se llega casi al 14%. Chile se ubica en los primeros lugares de América Latina en cantidad de femicidios en la región, según la Cepal. El organismo considera en esta estadística «las muertes violentas de mujeres perpetradas por parejas o ex parejas».

En un estudio global de brechas de género elaborado por ONU Mujeres, que analiza el nivel de participación económica y el acceso a oportunidades laborales para ellas, el páis se ubica en el lugar 108 de un total de 134 naciones. En América Latina, el promedio de participación femenina en puestos de alta dirección en empresas privadas se ubica en el 19%: en Chile sólo se empina al 4%.

Los diarios muestran que el tema de la mujer sigue siendo discutido con pocos argumentos y mucho dogma. «En Chile se les da un premio a las empresas que facilitan el trabajo de las madres. Estupendo. Pero ¿por qué no se les da un premio a las empresas que facilitan el trabajo de los padres en su casa y con sus hijos? Se le sigue diciendo a la mujer que los hijos son problema sólo suyo. Y lo peor, también las mujeres se lo siguen creyendo, porque ese modelo de súper mamá les da poder simbólico», ha dicho con claridad la antropóloga Sonia Montecinos en la prensa.

La también Premio Nacional de Humanidades ha subrayado que en Chile se vive un neomachismo. Ese que, como la canción de Arjona, plantea un discurso asumiendo que la mujer tiene que trabajar y desarrollarse, que dice interesarse por una mujer «con cuento», que ya no quiere sólo a una dueña de casa.

Sin embargo, apunta Montecinos, «todos los estudios demuestran que esa mujer profesional, aún cuando tenga empleada doméstica, dedica el 80% más de tiempo que el hombre a los problemas familiares, incluso ganando un sueldo igual o mayor que él. Y lo peor: la mujer, aún sabiendo que no es justo y que está estresada, lo acepta, como si no hubiese otra opción».

Por eso es que el ambiente en este tema se parece mucho a la trama que plantea el libro «Ensayo sobre la ceguera», del Premio Nobel portugués, José Saramago. Ahí la gente empieza a quedar ciega y, prácticamente, no se dan cuenta ni sabían cómo…

Parte 2, «Quien te quiere, te aporrea»

Un pequeño perfil de los femicidios en Chile indica que el grupo etario más afectado se ubica entre los 25 y los 34 años. Según la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones, los victimarios más comunes fluctúan entre los 35 a 44 años.

«Cuando se observan estas cifras siempre se piensa que se trata de una realidad de clases más carenciadas. Sin embargo, al cerrar más las variables se llega a la conclusión de que cada vez más las clases medias y acomodadas también están mostrando un recrudecimiento de realidades complejas dentro de las parejas», anota el psicólogo Ossandón.

“Lo importante que hay que resaltar con estas cifras es la importancia que tiene la prevención. Porque todos los casos que implican la muerte de una mujer en estas condiciones se da en un contexto de permanente violencia intrafamiliar, no necesariamente golpes, sino que abusos y manipulaciones psicológicas que se arrastran por períodos extensos”, subraya el experto.

Uno de los hechos que agudiza profundamente los riesgos es, en una primera fase, no enfrentar ni reconocer la situación. Y en una etapa más avanzada, no denunciar lo que está ocurriendo. “Las víctimas siempre sufren en este esquema por un asunto de dependencia, que puede ser económica, psicológica, sentimental o por los hijos», recalca el profesional.

Por el contrario, quienes practican estos abusos exhiben mucha sensación de celos y permanentemente desarrollan un sentimiento de superioridad ante la mujer.

Varios estudios indican una inquietante dinámica en la relación de parejas que no ha sido bien enfrentada. La antropóloga Sonia Montecinos plantea en sus columnas de opinión que «las parejas hoy viven una tensión muy grave, una incomunicación cada vez mayor. Si no se restablece un diálogo nuevo entre hombres y mujeres, la cosa se va a poner color de hormiga».

Parte 3, la clave es el equilibrio

La directora regional de ONU Mujeres para América Latina y el Caribe, Luiza Carvalho, subraya que debe avanzarse en muchos aspectos para dar respuestas efectivas a los asuntos que atañen a la mujer. «Indiscutiblemente lo que se requiere es una institucionalidad fuerte y una legislación adecuada», subraya.

ONU Mujeres propone el desarrollo de una agenda de género consensuada internacionalmente, a la que han suscrito gobiernos, entidades públicas y privadas y diversos organismos.

La tabla de temas prioritarios conforma un decálogo básico que incluye, entre otros, superación de la pobreza; violencia de género; mujer y trabajo; participación política (ejercicio del poder y toma de decisiones); derechos humanos de las mujeres; educación y capacitación; mujer y salud; y mujer y medios de comunicación.

No hay que olvidar que Chile es el país en el que por el mismo cargo y por el mismo trabajo, una mujer puede ganar hasta un 30% menos que un hombre. Muy lejos de la realidad de los países de la Ocde, instancia que reúne a las economías más robustas del mundo y del que el país forma parte.

«Un tema muy importante es que las mujeres asumen una carga de trabajo muy diferenciada, que incluye los cuidados, las actividades reproductivas y encargarse del hogar, de los niños, de las mascotas. Las mujeres se incorporan al mercado laboral, pero no dejan de hacerse cargo de este tipo de responsabilidades», comenta Pizani.

La antropóloga Montecinos ha sido muy cruda en los medios: “Cada vez hay más mujeres jóvenes que son autónomas, tienen su casa, desarrollan bien su trabajo pero están solas porque no encuentran un par. Así de simple. Están buscando a un hombre que casi no existe. Quieren a un compañero que no sea su hijo, porque eso es lo que ocurre casi siempre”.

«Aquí lo que hace falta es un nuevo diálogo entre hombres y mujeres. Aunque los primeros tienen una desventaja: las mujeres han generado muchas instancias para pensarse a a sí mismas, en los hombres es muy extraño que se estén preguntando qué es ser hombre hoy», comenta el psicólogo Ossandón.

La clave es compartir más los espacios, los privados y los públicos. «No se trata de desplazar a unos o a otras, no se trata de desarrollar miradas de sospecha, se trata de alcanzar un equilibrio. Una sociedad equitativa es, sin duda alguna, una sociedad mejor», subraya Luiza Carvalho.

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