Para superar el año 2016, bienvenido el feriado del 2 de enero

Felipe Vergara

Si bien la reciente y rápida aprobación parlamentaria para dar feriado el lunes 2 de enero de 2017 parece una exageración con claros rasgos populistas, lo cierto es que -al analizarlo al fragor de lo vivido durante los últimos meses del año 2016- bien sea que nos merezcamos el día de asueto y -quizás- hasta puede ser el augurio de un año mejor.

Porque si bien todo el año 2016 vivimos momentos complejos como sociedad, hay que reconocer que el fin de año se nos vino extremadamente cargado.  Mientras sufrimos el primer Imacec negativo en siete años, confirmando lo débil que está nuestra economía (contraproducente con un feriado extra), por otra parte observamos indefensos como una vez más el poder del grupo económico Matte (los mismos de la colusión del papel higiénico y defensores de Karadima) lleva adelante un nuevo caso de colusión en desmedro de todos, obteniendo ganancias a costa de nuestros bolsillos y -¡ojo!- no sólo de quienes compran pañales (el nuevo producto envuelto en estas prácticas oscuras), sino que del país: al ser productos de primera necesidad, los pañales forman parte de la canasta del IPC y su sobreprecio afecta directamente en la inflación y -por ende- en la UF.

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Otras áreas de la sociedad también se vieron afectadas en los últimos meses. Lo vivido en el Sename nos recordó a golpes lo mal que estamos como sociedad y la deuda que tenemos con nuestras futuras generaciones. Y aunque el ministro Campos defienda que los locales de la institución son mejores de los que él tuvo en su educación de infancia, para los estándares actuales no son comparables con lo vivido hace cerca de cinco décadas.

DELAWARE, OH - OCTOBER 20: Republican presidential nominee Donald Trump speaks to attendees at the Delaware County Fairgrounds on October 20, 2016 in Delaware, Ohio. Trump is speaking today for his first appearance after last nights Presidential debate, which was the final debate before election day on November eighth. (Photo by Ty Wright/Getty Images)

DELAWARE, OH – OCTOBER 20: Republican presidential nominee Donald Trump speaks to attendees at the Delaware County Fairgrounds on October 20, 2016 in Delaware, Ohio. Trump is speaking today for his first appearance after last nights Presidential debate, which was the final debate before election day on November eighth. (Photo by Ty Wright/Getty Images)

Desde el punto de vista internacional, vemos cómo Trump llega a la presidencia del país más poderoso del mundo con propuestas temerarias contra la inmigración (de las cuales, lamentablemente, el ex presidente Piñera se hizo eco aquí en Chile), promoviendo –además- una mayor presencia nuclear en zonas de conflicto; observamos también atentados en Alemania, el asesinato de un diplomático en Turquía, genocidios en Alepo y los funerales del más longevo dictador latinoamericano: Fidel Castro. Todo eso prácticamente en un mes. Ya sólo con estos sucesos nos merecemos un día de descanso.

Sin embargo, aún hay mucho más que analizar de lo que ha sido este fin de año y aunque “la política no lo es todo, pero todo es política”, justamente es esa palabra la que más cansados nos tiene. Entre la obsesión de Natalia Compagnon por salir de Chile; de Sebastián Piñera y sus inversiones en Perú, en paraísos fiscales y su fideicomiso ciego (o “tuerto”, ya que un director del family office es –casualmente- su hijo); de Alejandro Guillier, la muñeca inflable de la discordia, su lavado de manos por ser rostro de las isapres hace algunos años y su proyecto de ley sobre inmigrantes; del triunfo de Jacqueline Van Rysselberghe en la UDI y sus frases para el bronce; más el aniversario de la muerte de Pinochet, que sigue generando controversias y -en algunos casos- pasiones eufóricas, el año se nos vino totalmente encima.

Hagamos una pausa frente al tema de Pinochet: Como sociedad y como chilenos debiera darnos vergüenza que alguien defienda hoy su imagen. Cuesta pensar que algunos éxitos económicos se superpongan a los asesinatos, torturas, exilios y vejámenes varios vividos por compatriotas en esos 17 años de dictadura. Sorprende, además, ver cómo quienes lo defienden, critican a Castro y a su vez los que celebran las tiranías comunistas critiquen a Pinochet: son dos caras de una misma moneda.

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Y ya cerrando el año, nos encontramos con el acto ecuménico en Punta Peuco, en el que algunos asesinos de la dictadura -finalmente- piden perdón. Pueden ser pocos, puede ser tardío (más de cuarenta años), puede hasta parecer oportunista, pero es un gesto que bien vale recibir. Muchos ya murieron esperando un acto de arrepentimiento.

Perdón no significa impunidad, lo dejó claro el sacerdote jesuita Fernando Montes, es sólo asumir la responsabilidad por sus actos. Quien crea que eso significa indulto, está lejos de la realidad: justicia y perdón nunca han sido sinónimos.

Así, con toda la carga emocional de estos últimos meses del 2016, que –además- concluye con el terremoto en Chiloé y aunque la propuesta de la presidenta Bachelet de dar feriado el 2 de enero sea objetivamente una medida populista (como lo han sido sus bonos), en especial para una economía tan golpeada como la nuestra, igual se agradece empezar el nuevo año con un festivo.

Quizás -y sólo quizás- este hecho nos ayude a recibir el 2017 con mayor optimismo.

(*) El autor es periodista, doctor en Comunicación y magíster en Márketing y Recursos Humanos. Es secretario general de Ciudadanos. @felipevergaram

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