Corre el año 1998 y la empresa francesa de cosméticos L’Oréal y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco, se unen con el fin de “asegurar que la investigación en todos los campos aproveche al máximo la inteligencia, la creatividad y la pasión de la mitad de la población del planeta”.
Nace así el programa “Por las mujeres en la ciencia”, con sede en París, que cada año premia a cinco profesionales, una de cada región del mundo: África y los Estados Árabes; Asia-Pacífico; Europa; América Latina y América del Norte en reconocimiento de sus logros científicos.
Los organizadores destacan que cada una de ellas “ha tenido una trayectoria única combinando talento excepcional, un profundo compromiso con su profesión y un coraje extraordinario en un campo todavía dominado en gran parte por los hombres”.
Desde su inicio ha distinguido a 92 profesionales. Dos de ellas reconocidas más tarde con el Premio Nobel.
Las triunfadoras son seleccionadas por un jurado internacional independiente compuesto por doce científicos de renombre, presididos este año por el profesor Christian Amatore, de la academia francesa de ciencias.
Cada una recibe un estimulo monetario de cien mil euros que busca recompensar su contribución a la ciencia, así como profundizar su investigación.
La primera
En representación de América Latina la distinción recae sobre la científica chilena María Teresa Ruiz, «Por descubrir un nuevo tipo de cuerpo celeste, a medio camino entre una estrella y un planeta, escondido en la oscuridad del universo. Sus observaciones sobre las enanas marrones podrían responder a la pregunta universal de si hay vida en otros planetas”, señala el comunicado oficial.
Hablar de María Teresa es sinónimo de excelencia y orgullo para un país que no se destaca en este ámbito y en el que tampoco se destinan muchos recursos para la investigación.
Su increíble trayectoria la resalta como la primera mujer licenciada en Astronomía de la Universidad de Chile, la primera mujer -de cualquier nacionalidad- en obtener un doctorado en Astrofísica en la universidad estadounidense de Princeton, la primera mujer en obtener el Premio Nacional de Ciencias Exactas (1997) y la primera mujer en la historia en ostentar el cargo de presidenta de la Academia Chilena de Ciencias.
Es, además, la primera en descubrir una estrella Enana Café Errante, a la que bautiza como Kelú, que quiere decir «rojo» en mapudungún.
En la actualidad lidera el Centro de Excelencia en Astrofísica y Tecnologías Afines (Cata), compuesto por la Universidad de Chile como institución albergante y las universidades Católica y de Concepción como instituciones asociadas. Se trata de una de las organizaciones más importantes del país dedicada a la investigación y al desarrollo de tecnologías vinculadas a la astronomía.
Es profesora titular del departamento de Astronomía de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile y es parte del Directorio de Imagen de Chile.
El jueves 23 de marzo, a las 15:00 horas, María Teresa Ruiz recibe el premio “Por las mujeres en la ciencia”, en la categoría ciencias físicas en representación del continente.
Se trata de la tercera chilena en recibirlo. La preceden Gloria Montenegro, bióloga de la Universidad Católica en 1998, y Ligia Gargallo, química de la Universidad de Concepción, en 2007.