Obra de teatro “Ramírez” desarrolla inquieto cuestionamiento al tratamiento del tema mapuche en Chile

En los años 80 el teatro chileno funcionaba como una suerte de militancia sociopolítica. Entendámonos bien: no significa que el teatro de esos años fuera “politizado”.

En vista y considerando que durante los uniformados años 80 no se podía hablar de política en los medios, el teatro recogía con sensibilidad el sentimiento social, el cosquilleo de las inquietudes y el sólo hecho de asistir a una puesta en escena alternativa a la realidad, eso ya tenía una connotación especial en sí misma.

Se auscultaba “Lo que está en el aire”, como recogió con astucia el grupo Ictus en uno de sus grandes títulos de mitad de los 80. Eran tiempos de limitaciones económicas, sociales, políticas y culturales. Pero el teatro aportaba el espacio y la luz para seguir reflexionando.

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Ese recuerdo surge, espontáneo, al presenciar la obra “Ramírez”, trabajo desarrollado por la sorprendente Compañía Desmontaje Colectivo en el espacio Patricio Bunster de Matucana 100, entre los días 4 y 21 de mayo.

Si los tiempos que corren hoy en el país son de democracia y Chile no es la sociedad limitada y oprimida que se vivía en los 80, cabe preguntarse por qué se hace necesario contar una historia como “Ramírez”, de una forma que para los mayores de cuarenta años deja esa sensación de haber vuelto al espacio del teatro de los 80…

“Ramírez” se centra en cómo el efectivo de Carabineros Walter Ramírez la noche del 3 de enero del año 2008 asesinó con unos disparos en la espalda -percutados con un arma Uzi- al joven comunero mapuche Matías Catrileo.

El hecho ocurrió en el fundo Santa Margarita de Vilcún, en la IX Región del país, en plena zona del conflicto en “la Frontera” del país.

Luego de ser encontrado culpable, por diversas graduaciones en la aplicación de la justicia, quedó finalmente en libertad. Es decir, como se plantea en la obra, «en Chile los policías matan por la espalda y no van a la cárcel».

Así, en sinopsis, cuando alguien se enfrenta al resumen de la obra, una de las primeras preguntas que surge es ¿cómo puede ser contada esta historia? ¿Será una tragedia, una comedia o un trabajo elaborado a base de realismo?.

En términos conceptuales, la resolución de esa pregunta proviene de una actualizada línea de trabajo llamado “teatro documental”, variante de la dramaturgia que mezcla propuestas artísticas con el periodismo, los testimonios y otros recursos que se basan en hechos reales.

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Pero antes de seguir, quisiéramos reconocer un punto. La dinámica que tiene hoy el teatro en Chile recuerda mucho a ese de los 80. En general, al asistir a cualquier obra llevada a cabo por compañías actuales, el espectador se enfrenta a un trabajo intenso y metódico de investigación, que también tiene mucho de creativo.

“Ramírez” se inscribe en esa línea, pero agrega un antecedente poco visto: juega con el hecho real planteándolo desde ópticas esencialmente realistas, pero también con un complejo desarrollo dramático.

La línea del teatro documental toma elementos como entrevistas, citas de diarios, materiales mediáticos, pero no es una presentación de una tesis. Es una obra de teatro.

Así, la respuesta a la pregunta «¿cómo puede ser contada esta historia?» es posible abordarla desde la técnica y desde la construcción narrativa.

Desde la técnica, la propuesta de la Compañía Desmontaje Colectivo es, sencillamente, notable. Sorprendente, con una precisión al más alto nivel y con muchas respuestas particularmente creativas. Hay uso de imágenes reales de TV, audios reales de radio, utilización de cámaras, sonidos, música e iluminación, que se combinan plásticamente con una dinámica muy versátil en el trabajo actoral.

Desde la construcción narrativa, la respuesta es un poco más compleja. Utilizando recursos de casi todos los estilos (hay elementos muy claros de la realidad, se plantean situaciones de tragedia y también hay espacio para la ironía y la comedia), el resultado final es una propuesta argumental que habla de un nuevo lenguaje, para nuevos públicos, para audiencias más actualizadas.

El recurso de la tecnología si bien puede estar utilizado de manera descollante, sencillamente perfecto, puede también convertirse en un elemento distractor en la comprensión final de la obra.

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Si en los años 80 asistir a una función de “Pueblo del mal amor”, por ejemplo, en el que la dramaturgia de Juan Radrigán contaba con crudeza el fenómeno de las poblaciones erradicadas desde Santiago a lejanos puntos del país, eso no significaba que la obra no fuera un espacio reflexivo, profundo e intenso, lejos, muy lejos del panfleto.

En “Ramírez” existe el riesgo de caer en una denuncia con tintes de panfleto. Pero, como se decía, también es cierto que se trata de una obra esencialmente contemporánea, que a partir de una mezcla del trabajo tecnológico también es capaz de entregar un potentísimo texto con variadas e inquietantes entradas.

Es una obra que le habla con entusiasmo al público joven, con su infraestructura mediática y con su lenguaje mixto. Pero que no deja de plantear una reflexión. Quizás no en la forma que lo hace el teatro de Radrigán, pero sí desde fórmulas más actuales.

Sobre todo, porque -sin entrar en detalles de la obra- plantea serias dudas en torno a los grados de libertad que existen en un país en el que los medios de comunicación se encuentran tan cercanos a los medios económicos. Quizás por esas limitaciones a la libertad que sugiere la obra es que los mayores de cuarenta se quedan con una sensación de “deja vú”.

Si bien se trata de algo que no es posible percibir en una conversación cotidiana o en la situación de cada uno en su día a día, sí surge el cuestionamiento a partir de esta puesta en escena inquieta, profunda, directa y –particularmente- asertiva.

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* Coordenadas

Clasificación: mayores de 12 años.
Temporada: desde el 04 al 21 de mayo.
Funciones: jueves, viernes y sábado a las 20:30 hrs. y domingo a las 19:30 hrs.
Lugar: Espacio Patricio Bunster, Centro Cultural M100, ubicado en Av. Matucana #100, Estación Central.
Entradas: $5.000 general, $3.000 estudiante y tercera edad, $2.000 jueves populares.
Venta de entradas: en boletería de M100.
Reservas: (2) 2964 9254

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* Ficha artística

Dirección: Mariana Hausdorf y Nicole Waak
Dramaturgia: Desmontaje Colectivo
Actuación: Mario Cáceres, Javiera Canales, América Molina y Camila Ortiz
Producción: Ana Cosmelli y Anneli Huber
Diseño escenográfico: Isidora Carriquiry y Gabriela Torrejón (asistencia)
Diseño sonoro: Camilo Plaza y Benjamín Carriquiry
Diseño gráfico: Fabián Flores y Nicole Fuentes
Dirección audiovisual: Carolina Moscoso
Diseño mapping: Valentina Nazer y Diego Estay (asistencia)
Realización: Guido Reyes
Actividades cuadernillo pedagógico: Paola Abatte

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