Disco “Somos viento”, el punto más alto en la propuesta de Amparanoia

En los años 80 surge en la teoría intelectual los estudios postcoloniales, que serían algo así como una mirada a los imperios esta vez desde la perspectiva de los sometidos, poniendo en juego con ello las ideas-fuerza y las contradicciones de las diversas influencias que –finalmente- se superponen en la matriz identitaria de quienes fueron/son colonia. Es el caso obvio de Latinoamérica, África y la zona oriental del orbe (desde el mundo árabe hasta el asiático).

Y como a la cultura masiva también le gusta tener a veces sus expresiones paralelas a lo que surge en los salones académicos, desde mediados de los 80 en la música popular se vive un largo período de “mirada postcolonial”, que surge no sólo desde los subalternos, sino que desde personas que provienen desde los imperios y que intentan sacar sus prejuicios para observar la realidad de los sometidos.

Es lo que, por ejemplo, hace Peter Gabriel con el continuo rescate que hace de la música africana, creando un sello propio (Real World) y promoviendo la entrada al mercado europeo de gente como el nigeriano Youssou N´Dour, bajo una etiqueta comercial que, como es obvio, llegó a ampliarse para incluir a demasiados estilos: la world music.

Otro ejemplo ocurre en Francia, en donde gracias a la inmigración norafricana desde las colonias, surge el rescate de ritmos como el raï, entre muchos otros, incluidos por varios grupos. Un inquieto francés hace algo parecido a Gabriel. Manu Chao y su inclasificable, pero atractiva banda Mano Negra, constituyen un buen ejemplo para las masas de lo que es el postcolonialismo, revestido no sólo por las influencias que recoge, sino que también con el recorrido vivencial que hace por las calles de África y Latinoamérica.

Lamentablemente, al final de la década 90 la cosa se vio rápidamente contaminada de merchandising barato.

Es en este contexto que debe entenderse la propuesta de la española Amparo Sánchez, su septeto Amparanoia y su LP de 2002 “Somos viento”, el tercero en una discografía que llega a incluir ocho trabajos entre los años 1997 y 2008.

El proyecto Amparanoia cultiva una mirada que, necesariamente, debe compararse con la de Manu Chao, pues las reminiscencias mediáticas más próximas llevan a eso. La propuesta de Sánchez también se viste con ropajes de música folklórica, mezclada con instrumentos electrónicos e inteligentes letras de protesta, ubicando al grupo en la muy activa onda de los “anti-globalización”, nomenclatura -por lo demás-contradictoria, pues se trata de invitar al cultivo de una amplia mezcla de estilos, con plena necesidad de mirar con tolerancia el mundo. Es lo que a mediados de los 90 en España lleva adelante la llamada “Cofradía del buen rollito”, grupos que tocaban, colaboraban y grababan discos con una amplia mescolanza de estilos, integrantes y ritmos.

Es así que Amparo Sánchez conoce a Manu Chao, quien la insta a que dejara de tocar en tascas madrileñas y viajara. Ese momento llega cuando los productores de un sello la fueron a ver al local “El Tío Vinagre”, donde toca. Se decide por ir a Chiapas. Y, como es obvio, queda marcada. Dichas vivencias se desmenuzan en su prolija discografía, que incluye “El poder de Machín” (1997), “Feria furiosa” (1999), “Somos viento” (2002), “Enchilao” (2003), el recopilatorio “Rebeldía con alegría” (2004), “La vida te da” (2006) y el grabado en vivo “Seguiré caminando” (2008).

De ellos, “Somos viento” llega a estar disponible físicamente en Chile. Y de él hay que decir que se trata de una experiencia positiva. Ritmos variados y letras bien estructuradas, que reúnen de buena forma pasión con rica ironía y refrescante sentimiento.

Pequeñas muestras: “En la ciudad todo se paga con tarjeta/ aquí la gente es muy discreta/ por la calle no te van a mirar” (“En la ciudad”); “Estar así, dejao, mirando algún lao, sin obsesión. Lo pequeño sabe crecer y se hace grande sin querer” (“En algún lugar”); “Ella es mujer de este tiempo, que le tocó en la vida ser padre y madre a la vez. Ella es hermana de la hermana, esclava de una cultura que no la deja elegir” (Ella baila bembé”); o “Somos el viento que baila y que canta, si estamos juntos somos huracán” (“Somos viento”).

Se trata de un disco que se arma de buena vista y sensibilidad, construyendo una propuesta con variados sabores, con candor y sarcasmo, que rinde buen homenaje a la convivencia multicultural.

De la atractiva discografía de “Amparanoia”, el LP “Somos viento” se ubica en el punto más alto de la agrupación. “Si estamos juntos, somos huracán”, dice con premonición el tema que le da título al trabajo.

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