Obra de teatro “Tebas land”: Los caminos que se abren entre ficción y realidad

Con un texto poderoso, intenso y muy bien escrito, la obra de teatro «Tebas land» cruza por variados temas y -aunque a veces peque un poco de esnob- se trata de una experiencia escénica que debe vivirse sin ninguna duda.

En cierto sentido se trata de una obra ambiciosa, que trae a la discusión textos clásicos de la literatura universal con variadas corrientes psicológicas y artísticas, que se pasea por temáticas diferentes y que juega hasta el hartazgo con lo que Mario Vargas Llosa llama «la verdad de las mentiras», pero que -a pesar de eso- cruza el desierto para plantearse como una obra profunda, inquisidora y -por cierto- reflexiva.

Martín recibe cadena perpetua por matar a su padre de 21 puñaladas, justo la edad que el joven tenía en ese momento. S es un dramaturgo que quiere llevar a escena su caso, por lo cual solicita los permisos respectivos para entrevistarse con el asesino en varias oportunidades.

Así, la obra cuenta cómo se arma la propia obra a partir de la relación que se establece entre estos dos personajes tan diversos, pero que a la luz de los acontecimientos, van siendo bastante parecidos.

Un tercer nombre en escena es Federico, representado por el mismo actor que encarna a Martín, con el que se va mostrando cómo el proceso creativo de la obra va complementándose con el proceso de conocimiento mutuo entre Martín y S.

Escrita por el dramaturgo franco-uruguayo Sergio Blanco, la obra fue estrenada por primera vez el año 2013 en Montevideo. Con una larga trayectoria en la investigación y creación teatral en Europa y Uruguay, Blanco es un joven autor nacido el año 1971 que cuenta con un evidente perfil prolífico. A su haber tiene ya más de una decena de obras.

Sergio Blanco.

Sergio Blanco.

Con versiones realizadas en países tan diversos como Alemania, Argentina y Grecia, la propuesta chilena de “Tebas land” es llevada adelante por los actores Freddy Araya y Lucas Balmaceda, bajo la dirección de la dramaturga Lucía de la Maza.

Se trata de un montaje complejo, que a veces le queda un poco grande al equipo, pero que logra salir a flote de manera digna. «La verdad de las mentiras» viene a colación porque la obra mezcla mucho el montaje mismo con el testimonio de cómo se fue realizando, para cuyo efecto se extraña el uso de recursos que marquen con mayor claridad cuándo es cuándo.

Así y todo, la puesta en escena chilena hace uso de herramientas creativas, que le dan frescura al relato: una pantalla que sirve para variados momentos, una música incidental que va marcando atmósferas (yendo desde Mozart a Roberto Carlos, pasando por U2) y un uso de la luz preciso y efectivo.

La mayor virtud y el mayor riesgo de la obra están en su propio texto. Rico en matices y reflexiones, en cruces de citas y en temáticas, también se presta para confundir en algunos pasajes. Es allí donde se extraña una mejor resolución en la propuesta escénica.

La temática central es el parricidio y de cómo existen grandiosas obras literarias que han reflexionado sobre el hecho («Edipo» de Sófocles y «Los hermanos Karamazov» de Dostoyevski) y de cómo teorías estéticas y psicológicas como las de Roland Barthes y Sigmund Freud, respectivamente, podrían explicar la dinámica de los hechos que se analizan.

También se hace un paneo por las injusticias sociales, los desafíos de la paternidad, la tarea de la justicia, la violencia familiar y hasta por las dinámicas del deporte, en este caso el basketball.

Todo eso parece ser la enjundiosa estructura para –finalmente- reflexionar en torno al proceso creativo, en este caso específico de una obra de teatro. De cómo el arte no puede ser una copia de la realidad, sino que debe enfrentarla para proponer otros caminos.

A partir de la relación entre S y Martín pueden leerse –además- ciertos guiños a la novela “A sangre fría”, en la que el escritor estadounidense Truman Capote también relata el accionar de dos asesinos, a partir del nexo directo que realiza con ellos una vez que son encarcelados.

Blanco es un autor ampliamente conocido por los seguidores del teatro en Chile, ya que dos de sus originales obras han formado parte del Festival Santiago a Mil: «La ira de Narciso» el año 2016 y «El bramido de Düsseldorf» el 2017.

Se trata de un autor jugado y poco amigo de los convencionalismos, aunque -claramente- ambicioso en el complejo uso de la intertextualidad, lo meta-teatral, la autoficción y la autobiografía. Es interesante anotar, por ejemplo, que el completo expediente judicial que permite entender el caso de Martín es completamente creado por Blanco.

Con “Tebas land” (un nombre de airecillo culto, aunque también algo cursi, que alude a la ciudad griega en donde Edipo mata a su padre), el autor obtiene en Inglaterra el premio a la Mejor Producción en los Off West End London Awards y en Argentina recibe entusiastas loas de la crítica y del público. La situación se repite en donde se estrene.

En Chile tuvo su primera temporada el año 2017 en el GAM y ahora lleva adelante la segunda en el teatro Finis Terrae, entre el 16 de marzo y el 1 de abril, de viernes a domingo. Sus horarios son viernes y sábado a las 21:00 horas, mientras que los domingo es a las 19:30 horas.

Compleja pero atractiva, ambiciosa pero potente, esta obra exige ciertas dinámicas que no siempre son bien logradas en su versión chilena, pero que no obstan para hacer de ella una propuesta distinta, sugerente y totalmente recomendable, en la que ficción y  realidad no dejan de abrir caminos insospechados.

(Nota: El video corresponde a la promoción de la temporrada en el GAM en 2017/ Los datos de días y horarios -por cierto- no corresponden a los actuales)

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