“La intención ha sido clara. Mi pretensión es comprometerme con la oposición a la dictadura y por eso me hubiera encantado vivir los días irrepetibles previos al plebiscito, esos días por los que merece la pena vivir”.
Así habla Joan Manuel Serrat en septiembre de 1988 desde un avión rodeado de policías en el aeropuerto de Santiago. El cantante viene a Chile junto a la comitiva española que va a participar como observadora del plebiscito que Pinochet pierde en octubre de ese año.
Sin embargo, una comunicación escrita con carácter reservado, fue enviada por el ministerio del Interior de la dictadura a las líneas aéreas que tienen a Santiago como parada. En el texto, la cartera señala que se le prohíbe el ingreso a Serrat “por participar en actos contrarios a los intereses de Chile, además de emitir opiniones ofensivas a la patria».
Se trata de un deja vu de lo ocurrido en junio de 1983, cuando la Dirección Nacional de Comunicación Social (Dinacos, instancia de la Secretaría General de Gobierno que se relaciona con los medios durante la dictadura), emite un comunicado en el que señala la decisión de «revisar» el permiso de entrada al cantante, lo que en la práctica determina prohibir la presencia de Serrat en Chile.
Pero si en 1983 las personas se quedaron con la entrada en la mano -ya que la «revisión» se anuncia una semana antes del recital en el Teatro Caupilicán- en 1988 hay otra posibilidad para comunicarse rápidamente con su público: una grabadora y un caset le permiten participar actividamente del plebiscito, ya que su mensaje se emite el sábado 1 de octubre en la gran concentración de la “Marcha de la alegría”, que congrega a más de 3 millones de personas en la fase final de la campaña por el “No”.
Aunque la dictadura se da el gusto de no dejarlo entrar dos veces, Serrat igual alcanza a disfrutar de “esos días por los que merece la pena vivir”.
Hoy el reconocido artista -quien ha superado un cáncer a la vejiga y otro al pulmón- lleva adelante su gira «Mediterráneo ca capo», que lo trae de vuelta a Chile los días miércoles 21 y jueves 22 de noviembre en el teatro Nescafé de las Artes.
El disco «Mediterráneo» cumple 47 años desde su publicación y se encuentra entre los más reconocidos del cantante. Pero a sus 74 años dice no saber si llegará a la fecha exacta en que el trabajo cumpla sus cinco décadas cerradas. «Mejor empezar desde ya», dice medio broma y medio en serio.
En rigor, se juntan varias fechas importantes relacionadas con Chile. Cuarenta y ocho años desde la primera actuación (febrero de 1969), treinta y cinco desde la primera prohibición de entrar (junio de 1983) y treinta de la última (septiembre de 1988).
Desde sus inicios en la música, Serrat conoce las dificutades. Cuando da sus primeros pasos, España vive la larga dictadura del general Franco. El cantante, nacido en Barcelona, es un declarado opositor.
Para el régimen autoritario las lenguas locales son símbolo de rebeldía, por lo que son intensamente perseguidas. Sin embargo, Serrat no deja de cantar en catalán.
Todo llega a un punto clave cuando en 1968 el cantante obtiene la defensa de España en el festival de Eurovisión, algo así como el evento de la OTI que por años se hizo en América Latina. La Televisión Española le hace un programa especial al artista para promocionarlo y la parafernalia televisiva hace que el Dúo Dinámico escriba la canción y Serrat la defienda.
Aunque fue difícil, unos y otros se pusieron de acuerdo en la estructura de la canción y en su letra. Pero Serrat exige cantarla en catalán, porque esa era su lengua natal. Al menos una parte de la canción.
El escándalo es mayúsculo. Las autoridades uniformadas ven en el acto una sublevación cultural inaceptable y a sólo días del evento Serrat es sacado del festival, poniendo en su lugar a una jovensísima Massiel.
Como el bochorno es profundo, varios ejecutivos de la televisión española quedan pésimamente evaluados por los militares, lo que origina una intensa ola de negociaciones con los ejecutivos de los otros países europeos. Resultado: Massiel, sorpresivamente, gana esa versión del certamen.
Sin embargo, el hecho le vale a Serrat el cierre de todas las puertas mediáticas en su país y una equis enorme en su carpeta de antecedentes. Aunque es un artista exitoso, comienzan a dejar de tocarlo en las radios, desaparece de la TV y cada vez más sus shows son boicoteados.
En un viaje a México en 1975 se encuentra con la amarga guinda de la torta: la dictadura española lo manda al exilio.
La lírica es un canto de sirena que Serrat difícilmente puede desoír. Si bien su composición en letra y música es destacada y potente, siempre guarda una mezcla de respeto y humildad para visitar trabajos poéticos de otros a los cuales les ha puesto su particular impronta.
Ha sido casi una senda paralela en su larga carrera, si se considera que cuatro de sus principales trabajos llevan el sello de rendir honores a alguna voz lírica de hispanomérica.
Antonio Machado (1969), Miguel Hernández (en dos ocasiones, 1972 y 2010) y Mario Benedetti (1985) han sido los poetas revisitados. Todos con particular éxito, especialmente el primero (“Dedicado a Antonio Machado”) y el último (“El sur también existe”), con cuyos trabajos se ubica en los primeros lugares de éxito.
Con Hernández, en tanto, el compromiso es también con la historia republicana de España, en la que no es posible olvidar las huellas de la Guerra Civil (“Miguel Hernández” 1972 e “Hijo de la luz y de la sombra” 2010).
Serrat ha dicho que Machado fue un maestro “que trabajaba constantemente la literatura, moldeándola”. Hernández, en tanto, “no era un hombre que escribía poesía, era un poema vivo”.
Y Benedetti “fue un gran militante de la poesía directa, con una capacidad de escribir enorme, que lo aleja, en ese sentido, de la mayoría de esos poetas contemporáneos que se entregan a una escritura muy minuciosa y elaborada”, explica Serrat.
El disco con el que celebra la gira mundial que lo trae a Chile se publica en el año 1971 y es el octavo en su carrera.
Si bien los arreglos musicales son potenciados por Juan Carlos Calderón, Gian Piero Reverberi y Antoni Ros-Marbà -con dirección orquestal de los dos primeros- el propio Serrat escribe y compone nueve de las diez canciones que se incluyen.
La décima es «Vencidos» y corresponde a una adaptación del poema homónimo del autor español León Felipe, a quien se le ubica como un poeta de la Generación del 27.
Entre los temas con los que este trabajo logra hacer historia destacan «Qué va a ser de tí», «La mujer que yo quiero», «Aquellas pequeñas cosas» y el que le da nombre al disco.
Según la revista musical española Rockdelux, «Mediterráneo» se ubica entre los primeros tres lugares de los mejores cien discos en la historia de ese país.
Foto portada: Javier Valenzuela.