«A lo mejor la hice a muy poco tiempo de ocurridos los hechos. La sociedad chilena todavía guardaba mucho temor en ese tiempo», recuerda el cineasta Sebastián Alarcón cuando habla de su película “Cicatriz”, el único filme nacional que ha puesto en escena el atentado a Pinochet, pero que no registra un estreno oficial en el país.
Inquieto con contar la historia del frustrado magnicidio desde que supo la noticia en su exilio en la antigua Unión Soviética el 7 de septiembre de 1986, el destacado director de películas como «La apuesta del comerciante solitario» (1984), “Historia de un equipo de billar” (1988) y “El fotógrafo” (2002), toma la decisión de filmarla una vez que –ya de regreso en Chile, el año 1991- lee el libro «Operación Siglo XX» (de la periodista Patricia Verdugo y la abogada Carmen Hertz).
Si bien en su imaginación siempre se hizo una clara idea del atentado porque en su infancia había vivido en el Cajón del Maipo, es la lectura del citado libro la principal fuente para generar el detalle de los personajes con los que arma el relato, la manera en que lo cuenta y los lugares en que filma.
Aunque el Frente Patriótico falla su objetivo esa noche de septiembre en la cuesta Achupallas -ubicada en la zona pre-cordillerana del sector sur-oriente de la capital- lo ocurrido marca un hito en la historia de Chile.
Cuando Alarcón quiere realizar la película corre el año 1994. A sólo cuatro años de democracia y a menos de una década de los sucesos. El gremio de los cineastas y el gobierno de Patricio Aylwin establecen una tenue infraestructura de apoyo al cine, la que incluye acceso a formas de financiamiento. Alarcón decide hacer el trámite oficial a través de la agrupación Cine Chile, pero nunca obtiene respuesta para que el Banco del Estado entregue fondos para el filme.
Ante eso, forma un grupo de trabajo por su cuenta y empieza con lo que tiene a mano. Reúne a técnicos rusos que colaboran con él desde hace tiempo, un voluntariado de jóvenes audiovisuales a cargo del cineasta nacional Edgardo Viereck y sin ningún permiso oficial, pero con mucho entusiasmo, filma a los mismos lugares donde se produjo el atentado.
A sólo días de estar grabando en el sector de La Obra, «sospechosamente» -según cuenta el cineasta- comienzan a aparecer maquinarias para trabajar en el camino, aunque nunca hicieron mucho. Van tantas veces que la filmación no puede seguir.
Incluso, alertados por vecinos de San José de Maipo, un grupo de Carabineros retiene a Alarcón. Y se produce un surrealista diálogo con el capitán de la tenencia del sector, frente a una vistosa foto de Pinochet condecorando al policía por su desempeño durante el atentado.
Decidido a salir de ahí con varias escenas listas, Alarcón traslada a su equipo hacia una zona más alejada, en San Alfonso. Cada vez que los extras se visten de Carabineros, el director está con un ojo en el lente y otro en el camino, por si aparecen uniformados de verdad. O grupos sin uniforme.
El rumor de que «se hace algo sobre Pinochet» cunde rápido por la zona y agentes de seguridad que cuidan la casa de El Melocotón -y que, a la sazón, aún utiliza Pinochet- no tardan en aparecer. Claramente identificables, siguen a los autos de la producción o simplemente observan diariamente desde cerca.
La inquietud se instala en el equipo del cineasta. Sólo un año antes los militares efectúan el movimiento de protesta denominado «Boinazo» y aún está el recuerdo de los «ejercicios de enlace», otra acción de presión uniformada al gobierno de Aylwin. Mal que mal, a esas alturas Pinochet aún tiene poder y sigue siendo el comandante en jefe del Ejército.
Muchos actores no se involucran en el proyecto por miedo y Cine Chile nunca tramita el financiamiento del filme, a pesar de cumplir con los requisitos, según cuenta el director. Claramente la experiencia cansa a Alarcón, quien en ese tiempo vive algunos meses en Chile y otros en Rusia. Tras esta experiencia, regresa definitivamente al país euro-asiático.
A pesar de que reconoce un gran cariño por la película, a la hora final de las evaluaciones se pone más bien pragmático: «Me habría gustado que los chilenos la hubiesen visto, pero hasta mucho tiempo después de recuperada la democracia habían páginas de nuestra historia que mis compatriotas no querían leer», reflexiona.
El proyecto no puede tener un mejor nombre: “Cicatriz”. Y no sólo alude a la marca indeleble que deja el fallido intento de matar al dictador, sino que -en forma indirecta- resume también cuánto se batalla para llevarlo adelante hasta que, finalmente, sólo puede estrenarse en Rusia. “Aunque no dramatizo, esta película para mí también fue una cicatriz”, recuerda Alarcón.
Porque luego de filmar en Chile sólo durante un par de semanas, de vivir seguimientos extraños y de nunca recibir financiamiento, Alarcón llega a Rusia y le esperan más problemas con el filme: los productores moscovitas resultan ser mafiosos que le retienen los negativos.
Pasan dos años hasta que logra que un productor serio recupere el material. Aunque los estudios Mosfilm -los más grandes de Rusia y en la época soviética los más poderosos- ya no garantizan grandes distribuciones ni promociones como antes, en los tiempos de la Urss, «Cicatriz» se ubica entre las diez películas más vistas del año 1996 en Rusia, cuando -finalmente- se estrena oficialmente.
Por cierto, nadie de Chile se interesa en realizar algo similar. A pesar del tiempo transcurrido, sigue siendo la única película que aborda el tema del atentado.
Sólo desde el año 2015 se conoce un proyecto fílmico que lleva adelante Juan Ignacio Sabatini (co-director del documental de la Selección Chilena de fútbol «Ojos rojos» y director de la serie «Zamudio» de TVN), quien busca llevar a la pantalla grande lo ocurrido con Pinochet en el Cajón del Maipo desde el punto de vista del libro «Fusileros», del periodista Cristóbal Peña.
«Cicatriz», estrenada en Rusia, año 1996.
Dirección: Sebastián Alarcón.
Guión: Sebastián Alarcón, Tatiana Yakovlena y Alexander Abadashian.
Elenco: Luz Croxatto, Valery Nikolaev, Karin Wilkomirsky, Serguei Vexler y Felicita Ramírez.
Compañía productora: Los Filmes de la Arcadia, Centro SCIP Film, Rusia.
Producción ejecutiva: Sebastián Alarcón, Alex Doll, Yuri Kushneriov y Anatoly Raskazov.
Producción: Sebastián Alarcón, Alex Doll y Vladimir Ruzin.
Dirección de fotografía: Sergei Taraskin.
Dirección de arte: Sebastián Alarcón.
Montaje: Vera Ostrinskaya.
Música: Bach, Mozart, Frank y Krause.
Sonido: Larisa Terejovskaya y Rem Sovinov.
Duración: 87 minutos.
País: Chile