A 25 años del primer recital de Michael Jackson en Chile, mira por qué esa fue su segunda vez en el país

Se supone que el primer recital de Michael Jackson en Chile es el 23 de octubre de 1993, hace 25 años. Si bien es así, lo cierto es que no se trata de la primera vez del Rey del Pop en el país.

Para explicar la historia hay que situarse a fines de septiembre de 1974, cuando Michael es un adolescente de frondosa cabellera afro y anda acompañado –además de sus padres- de sus hermanos Jackie, Tito, Jermaine y Marlon, con quienes forma el famosísimo grupo Jackson 5.

El clan familiar cruza por esas fechas Policía Internacional del antiguo aeropuerto de Pudahuel en Santiago, marcando la primera vez que el músico pasa por Chile.

Cada vez que hacen una gira internacional, la familia tiene como rito turistear cerca de la zona. Lo habían hecho en Europa cuando, tras algunas presentaciones en Italia, viajaron a Suiza. Por eso, aprovechando que en esos primeros días primaverales de 1974 los Jackson disfrutan su primer tour por América Latina, ofreciendo recitales en Panamá y Brasil, deciden sacar pasajes hacia Chile. La idea: conocer las montañas nevadas.

Si bien no hay fotos conocidas de esa aventura familiar, es Jermaine Jackson quien confiesa el hecho casi veinte años después cuando se presenta en un estelar de TVN. Son los años en que se hacen famosos en programas televisivos y en el propio Festival de Viña “los hermanos de”.

La íntima visita a las montañas chilenas del clan Jackson se hace sin estridencias, con total calma. De hecho, sólo comienzan a ser conocidos masivamente en Chile a principios de los 80 cuando el canal UCV ofrece por las tardes la serie de dibujos animados “Jackson 5”, producida a comienzos de los años 70 por Rankin/Bass, los mismos de aquellos clásicos navideños como “Rodolfo El Reno” y “Aquella Navidad sin Santa Claus”.

La previa

Las tardes televisivas de domingo en los años ochenta son dominadas por programas como «Magnetoscopio Musical» (TVN) y «Más Música» (Canal 13). A través de esos espacios es que Michael Jackson comienza a sembrar su música en Chile.

Es la coyuntura en que desde al año 1982 el disco «Thriller» sacude las radios con sus singles «Billie Jean», «Beat it», «Wanna be startin’», «The girl is mine» (a dúo con Paul Mc Cartney), «Human nature» y el que le da el nombre al LP.

A fines del año 1983 el artista presenta el icónico video clip de “Thriller” en Estados Unidos. El estreno en Chile de sus casi catorce minutos de duración es en abril de 1984 en el «Magnetoscopio Musical», lo que termina por solidificar la «Jacksonmanía» en Chile.

Son años en que la posibilidad de que artistas como éstos llehuen al país es una monumental quimera. Además de ver sus videos-clip en los programas ya señalados, podían disfrutarse en radios como Concierto, Carolina, Galaxia, La Naranja o Tiempo.

Todo comienza a cambiar en marzo de 1989, cuando aparece por estos lares el escocés Rod Stewart. Es el comienzo de los llamados megaeventos, verdadera saga de astros de primer orden que vienen en la plenitud de sus carreras.

Tras el rubio intérprete de «Da Ya Think I’m Sexy?» llegan UB-40, Cindy Lauper, Bon Jovi, Europe, David Bowie, Bryan Adams, Eric Clapton, Peter Gabriel, Sting, Sinead O’ Connor, New Kids On The Block, Roxette, A-Ha y Guns N’ Roses con su polémico recital del 2 de diciembre de 1992, que comienza con tres horas de retraso porque el vocalista Axl Rose no quería salir del Hotel Sheraton presuntamente –según los medios periodísticos- cuidando que no le pillen unos polvitos blancos que habría tenido en su habitación.

La realidad

Si con todos los anteriores nombres la capacidad de asombro de los aficionados a la música anglo había sido puesta a prueba, el anuncio de que Michael Jackson viene al Estadio Nacional los días 21 y 23 de octubre de 1993 estaba fuera de toda aspiración, incluso del más fanático.

Ni en los más glamorosos sueños se había pensado esa posibilidad. Michael Jackson estaba en el top de tops. Pero efectivamente el mismísimo Rey del Pop llega a Chile para cantar ante los mismos que sólo lo habían visto a través de la televisión y las revistas.

La ansiedad de sus más fieles fans –entre los que se contaba, de seguro, a varios que participaron en concursos televisivos en los años 80 tratando de imitar el paso del «moonwalker»- fue creciendo a medida que restaban días para el arribo del estadounidense.

La llegada se materializa el lunes 18 de octubre. El jet privado del cantante llega a las 17 horas a la losa de Pudahuel, en condiciones muy distintas a como hacía casi veinte años había venido por primera vez junto a su familia.

El único punto en común de ambas visitas fue una casualidad: llegar a Santiago procedente de Brasil.

Jackson llega con su tour «Dangerous», iniciado en junio de 1992 y que al llegar a Chile registra más de sesenta presentaciones en Europa, Asia y Sudamérica. El show incluye una estructura de cien toneladas en equipos técnicos que se transportan en dos aviones Boeing 747.

Un par de helicópteros de Carabineros vigila el entorno cuando aparece el artista desde su transporte aéreo. Luce gafas oscuras, camisa roja, pantalones negros y su inseparable sombrero oscuro. A su lado, uno de sus guardaespaldas lo cubre del sol con un gran quitasol de color blanco. Viene acompañado, además, por tres niños que eran sus invitados especiales.

Cuán enviado del Olimpo musical, es recibido por el productor de sus conciertos en nuestro país quien lleva a sus dos pequeños hijos, ataviados exóticamente de huasos.

También estan presentes un niño lisiado y otro pequeño del Hogar de Cristo. A unos cincuenta metros, el Bafochi le ofrece un aún más exótico esquinazo, mientras trabajadores del aeropuerto y la prensa lo observan custodiados por personal de la Fuerza Aérea.

Al salir de la losa, en una camioneta blanca, provoca la histeria cuando ordena detenerla para acercarse a unos 300 fanáticos que lo esperan soportando el calor ambiental del momento.

En menos de media hora, Jackson llega a su habitación del Hotel Hyatt cuyo entorno es cerrado con las nunca bien ponderadas vallas papales. Mientras sube al piso 19, llegan más automóviles con su equipaje, incluyendo una máquina para preparar cabritas.

En la noche, sale a conocer algo de la ciudad. Llega hasta la desaparecida tienda Feria del Disco ubicada en Suecia con Providencia, avisado de que no hay mucha clientela. De ahí, se fue a otra tienda que ya no existe: Errol’s de Vitacura, en donde adquiere más de veinte películas de acción. Incluso, quiere arrendar su propia película «Moonwalker», pero no está disponible.

Tras esas compras, se traslada a la tienda de tecnología en sonido Desibelius, ubicada en calle Presidente Riesco, que se cierra al público. Allí se ubica en la sala de proyecciones para ver un video de su hermana Janet y el clip de Thiller, el que pide apreciar con el máximo de volumen posible.

De ahí retorna al hotel. La agenda de los próximos días incluye una visita a los niños con cáncer que se atienden en el Hospital Calvo Mackenna. Sin embargo, deja plantados a los peques y a sus familiares en dos ocasiones, lo que motiva el obvio reclamo de los afectados que es ampliamente recogido por los medios. La visita del Rey anota así sus primeras polémicas.

La suspensión

En medio de los debates bizantinos entre quienes reclaman por la forma de ser del cantante y quienes lo defienden llega el gran día, jueves 21 de octubre. Desde temprano, los alrededores del Estadio Nacional se ven colmados de fieles seguidores –algunos ataviados con una casaca roja alusiva a los videos de Beat It y Thriller, otros con el mismo peinado con rizos caídos para lucirse en los despachos televisivos de los noticieros de media tarde- y ochenteros que buscan ser testigos de la presencia del astro con el que han crecido bajo sus videos musicales.

Cerca de las 16.30 horas, cuando el coliseo ñuñoíno ya cuenta con unos 3.000 ávidos espectadores, sucede lo impensado: a través de los altoparlantes se anuncia que el concierto se suspende, por lo que se ofrece disculpas al público y se les pide que abandonen el recinto con el máximo de tranquilidad.

Los mismos que estaban extasiados con el recital se muestran incrédulos y enojados ante los reporteros que graban cuñas por aquel mayúsculo plantón. La productora encargada de la presentación emite rápidamente un comunicado oficial, justificando lo sucedido: problemas musculares en la espalda que el cantante acusa desde su última presentación en Sao Paulo.

Ahora bien, a los conocedores del estilo Jackson no les sorprende la situación, no es la primera vez que toma una decisión así, bajo el justificativo de “problemas médicos”, especialmente si ve afectada su imagen. Ya lo había hecho meses antes en Hong Kong, cuando ebullían las primeras acusaciones en su contra por presunto abuso de menores. Por eso se elucubra que Jackson está molesto por las críticas al no ir al Calvo Mackenna.

Otras versiones indican que Jackson no abandona el Hyatt tras producirse, cerca de ahí, el llamado Baleo de Apoquindo. Eso fue el asalto a una sucursal del Banco O’Higgins, ubicado en Apoquindo 6417 –sector del Apumanque- perpetrado por cinco militantes del Movimiento Juvenil Lautaro, quienes al verse interceptados por personal policial suben a una micro dando pie a un feroz tiroteo que deja como saldo siete muertos: tres de los asaltantes, tres pasajeros del bus y un carabinero.

Las imágenes de ese hecho resultan dantescas: los cuerpos de las víctimas estaban depositados en plena vía pública, mientras que los peritajes indican que el vehículo de transporte público había recibido cerca de 300 impactos de bala.

Toda esa postal tal vez asustó al artista norteamericano.

Pifias e insultos

Al día siguiente, cuando lo sucedido – tanto el baleo de Apoquindo como el plantón del Estadio Nacional- ocupa las portadas de todos los diarios, Michael Jackson concreta la ya compleja visita al Hospital Calvo Mackenna.

Pasadas las 17 horas, llega hasta el recinto de calle Antonio Varas ataviado con su inseparable sombrero y gafas oscuras, camisa roja y pantalones negros para encontrarse con casi una veintena de niños. Cuatro guardaespaldas del cantante avisan a los camarógrafos y reporteros gráficos que no está permitido realizar tomas de la actividad.

Casi media hora estuvo en el hospital, firmando autógrafos y -menos mal- sacándose las gafas para conversar con los menores. Incluso, uno de los peques, por lo fuerte de la emoción, sufre un desmayo.

El bemol de ese episodio ocurre cuando Jackson abandona el lugar. Trabajadores y algunas madres insultan y pifian al cantante, alimentados con el enojo que les había producido las dos ocasiones anteriores en que el estadounidense no llegó.

A eso se suman los detalles de cómo se da el marco de la súbita visita. Sólo media hora antes del arribo de Jackson al Calvo Mackenna le avisan al personal que el cantante iba en camino. Es decir, todo se da en las mejores condiciones para el equipo del cantante, pero no respetando los tiempos de la entidad de salud.

                                                                 ** Video tomado desde Youtube/ Nota exhibida en Noticiarios de TVN

La segunda es la vencida

Con todo ese marco, el sábado 23 de octubre de seguro un gran porcentaje de los que van al Estadio Nacional para el recital del cantante ruega –íntimamente- que no se suspenda.

Aproximadamente, 65.000 personas llenan el coliseo cuando, a las 21 horas, las luces de las cuatro torres se apagan. El griterío que surge fue la previa para que a través de los parlantes se escuchen algunos sones de «Carmina Burana». Sólo instantes después, una cascada de fuegos artificiales marcan el telón desde el cual surge Michael Jackson. Inmóvil en el centro del escenario, mira a través de sus gafas oscuras hacia la derecha.

Los gritos del público crecen y él se mantiene imperturbable. Está con esa posición un minuto y 43 segundos. Tras eso, gira la cabeza hacia el otro lado. Catorce segundos después se saca las gafas, dejando ver la palidez en el rostro.

Un giro sobre sí mismo hacia su izquierda más un puntapié al aire constituyen los primeros pasos de baile del recital bajo los sones del tema Jam. Los presentes respiran tranquilos, hay recital de Michael Jackson en Chile.

En total, son 16 canciones –muchas de ellas, verdaderos clásicos incluyendo un mix con su pasado en los Jackson Five- para decir que el Rey estuvo en Chile… otra vez.

Al día siguiente, Jackson abandona el país con dirección a México, dejando con las ganas a quienes aún se aferraban a la posibilidad de que el concierto suspendido se realizara el lunes 25.

Y si algún consuelo guardan cuando la estación de TV que en esos años se llama Megavisión –hoy Mega- anuncia la presentación de Jackson en el Estadio Nacional, todo se desvanece y vuelve a aparecer el engaño, ya que lo exhibido por el canal resulta ser un show dado por el estadounidense el año anterior en Rumania.

** Video tomado desde Youtube

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