60 años de Madonna, la reina: “Sólo sé que tengo que seguir”

“¡Ciccone! A pagar la renta” gritaba el histérico arrendador de un sucio cuartucho en Nueva York  a la joven Madonna Louise Veronica Ciccone, que años después sería universalmente conocida como  Madonna.

La chica que aparentemente surgió de la nada, como un huracán de fortaleza, belleza e irreverencia; que llegó a la Gran Manzana con apenas diez dólares y rechazando una beca de danza contemporánea en su natal ciudad de Michigan, en donde tuvo que soportar la soberbia de una oscura profesora y escarbar entre los tarros de basura para comer algo en forma esporádica, trabajar como mesera y dar sus primeros pasos para crear un imperio colaborando en dos bandas -Breakfast Clubs y Emny- firma, al fin, el año 1982 su primer contrato musical en Sire Records y lanza su álbum debut un año después, titulado con denodada egolatría “Madonna”.

La chica material desafío el machismo de la industria musical en medio de los últimos ecos de la onda Disco, que se apagaba con la aparición del sida y el derrumbe del mítico Studio 54.

Con astucia, Madonna marca presencia en distintos escenarios, moviendo siempre muy bien cada pieza de un muy elaborado tablero de ajedrez, evocando a una guerrera que utiliza símbolos del catolicismo en su vestuario. Su abierta provocación es como la esencia renacentista de un alma que tuvo que soportar el abuso sexual, transformando todo eso en un valiente discurso feminista, gritándole al mundo que las mujeres no estaban sometidas a una vida mínima junto a cualquier presencia masculina.

Divina en su canción “Like a Virgin” recorre el mundo anunciando que las estructuras sociales de las mujeres pueden cambiar. Como hábil encantadora de serpientes, desarrolla un claro mensaje “toy boy” de cada novio o amante, juntando partes y elementos con los que se convierte en una mujer a la que no le entran balas. L@s fans crecen como una cosecha de buenos frutos.

La “material girl” lee poemas de Silvia Plath y se enamora del codiciado y famosillo actor Sean Penn, un demonio tan feroz como ella que la quiere doblegar, pero del que –finalmente- sale victoriosa. Su medio de transporte por el mundo es la TV. Y a Chile llega a través del programa de TVN “Magnetoscopio musical”, en el que es posible enfrentarse a su estética de cruces y cintillos que –era que no- escandaliza a los sectores conservadores en la etapa más feroz de la dictadura.

Madonna apela a los símbolos del catolicismo como una extraña belleza. En su mítico videoclip “Like a prayer” -respaldado por la Pepsi- ella baja desde el altar a un santo negro y lo convierte en un ser humano con todas sus imperfecciones, acompañado por un coro también de raza negra, espantando los fantasmas de todos los prejuicios.

Luego con su tour mundial “Blond Ambition” la diva se asume como reina, escandalizando con su bello libro “Sex” en el que se siente libre de evocar sus propias fantasías sexuales junto a la modelo Naomi Campbell y el poderoso disco “Erotica”.  Es la muestra de su supremacía, en la que ella no tiene límites.

Disfruta con la permanente búsqueda de nuevas propuestas estéticas al vestirse, al componer y al cantar. No teme a navegar por la literatura  inglesa, se acerca a varias religiones, no se cierra a la hora de buscar inspiración. Se empapa de otras culturas como la Oriental y revive desde el cine a la primera dama argentina Evita Perón, asumiéndose también como una chica provinciana que escapa de su pueblo natal.

Foto: Barefca Abusleme

Para ello Madonna ancla su belleza soberbia en Argentina como los vientos de un renacer entre comillas de lo clásico  y las tiendas glamorosas se llenan de artículos de belleza relacionados con la diva. Para la posteridad queda esa escena en la que una Madonna morena alza sus brazos en la ventanilla de un tren camino a Buenos Aires encarnando a Evita.

Pero si la Perón conquista a un dictador, Madonna la supera  y construye un imperio con una discografía alucinante. Se vienen a la memoria de manera desordenada discos notables como “Rebel heart” (2015), “Ray of light” (1998), “True blue” (1986), “Like a prayer” (1989), “Music” (2000), “Like a virgin” (1984), “Erotica” (1992), “MDNA” (2010), “Bedtime stories”(1994) y “Hard candy” (2008)”, entre tantos otros.

De todos ellos la artista cosecha un gran número de éxitos vistiéndose de manera diversa con el pop, el dance y la electrónica. Ha incursionado como actriz en el cine (con resultados diversos), como productora musical (administra su sello para artistas emergentes) y escritora de cuentos infantiles.

Foto: Barefca Abusleme

A 35 años de su disco debut y con seis décadas recién cumplidas (agosto), hay que ponerle ojo a su mantra. “Quiero dominar al mundo/ y cada vez que alcanzo la cima/ descubro otra a la que quiero subir./ Es como si no pudiera parar./ Quizás debería descansar y admirar el paisaje/ pero no puedo./ Tengo que seguir porque es lo que me empuja./ Sólo sé que tengo que seguir”.

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