Jean Wyllys, diputado brasileño y el triunfo de Bolsonaro: “La derrota del PT se relaciona más con sus aciertos que con sus errores”

“La región tiene que estar atenta y vigilante a la situación de los derechos humanos en Brasil, tal como lo ha estado con relación a Venezuela. El riesgo de un gobierno que persiga a los opositores, aniquile los derechos de las minorías, censure a la prensa o quiebre las reglas de juego democráticas es grave”.

Así lo señala el periodista brasileño Jean Wyllys, diputado re-electo en las recientes parlamentarias y presidenciales del mes de octubre en el país latinoamericano. En segunda vuelta, la disputa por la primera magistratura fue ganada por el ultraderechista Jair Bolsonaro.

“Es un hombre profundamente inculto, con una gramática limitada, que no fue capaz de presentar algún proyecto serio en casi tres décadas como diputado”, enfatiza Wyllys quien –además- es un reconocido activista de la causa LTGB.

Gracias a su amistad con el artista plástico brasileño Marcelo Mendonça (de quien hicimos una nota en la edición impresa de Cultura y Tendencias No.21), pudimos ubicarlo para que nos pudiera entregar su versión de lo que se viene en Brasil y América Latina con el nuevo presidente, defensor de la dictadura militar y quien ha manifestado su rechazo por los gays y las personas de raza negra.

La competencia electoral estuvo también cruzada por la desinformación. Wyllys explica que “era como luchar en una guerra convencional con un enemigo que usa armas químicas”.

El periodista y diputado hace un diagnóstico crudo del futuro en su país con Bolsonaro a la cabeza. “He sido el parlamentario más difamado por esa banda, inventaron toda serie de mentiras sobre mí y las divulgaron masivamente, transformándome en un paria para mucha gente”.

El parlamentario cree que lo vivido por él representa un ensayo de lo que puede estarse gestando en Brasil por parte del nuevo gobierno.

1. ¿No hay una posibilidad de darle un beneficio a la duda a Bolsonaro? Si bien el ejemplo de Trump está muy cercano y patente, resultando para algunos aún peor de lo que se esperaba, en América Latina hay varios casos de candidatos presidenciales con discursos extremos que, al llegar al poder, bajan la intensidad. ¿Puede ser éste el caso?

– No se trata de dar el beneficio de la duda. Bolsonaro no es un político nuevo, aunque pueda serlo para el resto del mundo. Es alguien que está en el parlamento brasileño hace casi treinta años y ha sido la misma persona, defendiendo las mismas ideas y actuando de la misma forma durante todo este tiempo.

Siempre reivindicó a la dictadura militar; tiene como mayor ídolo al coronel Brilhante Ustra, el mayor torturador de nuestra historia; ha dicho siempre que está a favor de la tortura, ha defendido a los grupos de exterminio y toda su actuación como diputado ha sido para oponerse a los derechos LGBTs, su principal obsesión, a los derechos de las mujeres, a la laicidad del Estado, a las libertades individuales y también ha votado siempre contra los trabajadores.

Hizo del odio su principal bandera política: odio contra los gays, contra los inmigrantes, contra los indios, los quilombolas, los refugiados. Sumado a eso, un macarthismo vintage, que parece salido del túnel del tiempo. Es un hombre profundamente inculto, burro, mediocre, con una gramática limitada, no fue sido capaz de presentar algún proyecto serio en casi tres décadas como diputado.

Toda su campaña presidencial la hizo a partir de fake news, difamando adversarios, diciendo todo tipo de mentiras, amenazando a sus oponentes con la cárcel o el exilio, incentivando la violencia de sus seguidores, despreciando a la prensa libre y ofendiendo a las minorías.

Más aún, llega al poder rodeado por lo peor de la política brasileña, lo más oscuro, autoritario, corrupto, atrasado e inculto de nuestro sistema político. No se me ocurre cómo suponer que, mágicamente, al asumir la presidencia pasará a ser una persona radicalmente diferente.

2. En los medios de comunicación e –incluso- en el discurso de figuras políticas importantes de Brasil como el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, se explica que la irrupción de Bolsonaro se debe a la corrupción en la que cayó el Partido de los Trabajadores (PT) en el gobierno. Sin embargo, la corrupción en Brasil no nace con el PT. se trata de un tema que cruza las fronteras políticas, existe la experiencia de Collor de Mello y hasta el mismo Temer es acusado de malversación. ¿Tan mal hizo las cosas el PT?

– Que el PT ha cometido errores, no hay dudas. Como diputado, formé parte de una oposición de izquierda constructiva, pero también dura, durante los gobiernos “petistas”, sin nunca dejar de reconocer sus aciertos.

El PT erró al asociarse a sectores de la vieja política para pactar la gobernabilidad, al aliarse a la bancada evangélica fundamentalista, al aplicar políticas de ajuste neoliberal durante el segundo mandato de Dilma y algunos de sus cuadros se involucraron en actos de corrupción.

Pero el PT también sacó a millones de personas de la pobreza y la indigencia, democratizó el acceso a la universidad, amplió la cobertura de salud y educación para los más pobres, desarrolló planes de viviendas, programas sociales y alimentarios, llevó luz y agua potable a cientos de pueblos olvidados, impulsó políticas afirmativas, invirtió en la cultura.

El PT erró, pero el “antipetismo” tiene más que ver con sus aciertos. Y cuando se dice que esta elección la gana Bolsonaro por el rechazo al PT, en esa ecuación falta decir que -según todas las encuestas- Lula hubiese ganado por paliza, pero lo metieron preso y proscribieron su candidatura, luego de derrocar ilegítimamente a Dilma.

Si la sociedad brasileña realmente quería votar contra el PT, ¿por qué tenían tanto miedo de que Lula fuese candidato? ¿Derrotar a Lula en las urnas no sería la mejor forma de sepultar al partido? Pero ellos sabían que Lula ganaba. Y, con un candidato que tuvo pocas semanas para instalar su nombre, con Lula preso, con todos los grandes medios contra el PT y con una millonaria campaña ilegal de fake news -aún así- el balotaje fue 55% a 45%.

3. Por eso es que cuesta entender que si en las redes sociales se pudo ver a un Bolsonaro misógino, anti racista y anti-homosexual cómo recibió -finalmente- un apoyo tan amplio en mujeres, brasileños afroamericanos y gays? ¿Qué ocurre con la centro izquierda que no es capaz de aunar todo ese electorado?

– Bolsonaro se transformó en un fenómeno de masas y conquistó apoyos en todos los sectores de la sociedad, pero las encuestas de los días previos a la segunda vuelta muestran claramente un país dividido.

Lo cierto es que la mayoría de las mujeres, los negros, los LGBTs y los más pobres votaron a Haddad y la mayoría de los hombres, los blancos, la clase media y los evangélicos votaron a Bolsonaro. Cuando uno pasa de lo macro a lo micro, cada persona está atravesada por diferentes posiciones de sujeto y todas esas identidades se entrecruzan.

Hay gays de clase alta y negros o mujeres que son evangélicos, por ejemplo, y en esos casos la clase social o la identidad religiosa pueden pesar más. Por otro lado, fue una campaña muy sucia, en la que el nivel de desinformación fue brutal.

Decenas de millones de mensajes de Whatsapp con noticias falsas y mentiras burdas eran enviados cada día a miles de grupos. Era como luchar en una guerra convencional con un enemigo que usa armas químicas.

Foto: Geraldo Magela/Agencia Senado.

Foto: Geraldo Magela/Agencia Senado.

4. Algunos analistas que no creen que Bolsonaro haga una buena gestión ya hablan del “Maduro” brasileño, en el sentido de que tal como el mandatario venezolano hoy es el dolor de cabeza de la izquierda latinoamericana, el presidente electo de Brasil se va a convertir en el dolor de cabeza de la derecha regional. ¿Compartes la idea?

– Sí, estoy de acuerdo, al menos en parte. De hecho, es curioso que hubo durante toda la campaña una tentativa de asustar a la clase media con la idea de que si ganaba el PT, Brasil iba a transformarse en una copia de Venezuela, un fantasma ridículo, porque el PT gobernó por 13 años y nunca nos parecimos a Venezuela.

Quien realmente se parece a Maduro es Bolsonaro: rodeado de militares, trata a sus adversarios como enemigos, es profundamente autoritario, recurre a una retórica de odio y división de la sociedad, exalta el uso de armas, el militarismo y los valores tradicionales, es homofóbico y machista, recurre a un nacionalismo burdo, falso, promete perseguir a los opositores, desprecia a la prensa libre, amenaza a los medios de comunicación, practica el culto a la personalidad.

A eso se suma que es mediocre, inculto y rodeado de incompetentes, tal como Maduro. Uno tiene una retórica de izquierda y anti Estados Unidos, el otro de ultraderecha y pro Trump, pero en esencia son parecidos.

5. La ultra derecha chilena –y también la derecha más moderada- se hace un festín con el triunfo de Bolsonaro. La manera en que Dilma Russef fue sacada del poder y el logro de llevar a Lula a la cárcel les parece un camino muy atractivo como alternativa para sacar a enemigos del camino y lo suman a la serie de triunfos que ostenta actualmente el sector en América Latina. ¿Cómo ven ustedes la influencia que pueda ejercer Bolsonaro en el ámbito de la región? ¿Creen que se trate de un hecho que va a generar efectos en América Latina?

– No me extraña: Bolsonaro es un admirador confeso de Pinochet, diciendo algo así como que “hizo lo que había que hacer” en Chile. La única crítica de Bolsonaro a la dictadura brasileña fue torturar y no matar, ya que -según él- tendrían que haber eliminado a unos 30.000 opositores.

La senadora Jacqueline Van Rysselberghe, de la UDI, lo vino a visitar a Río de Janeiro. Creo que el mayor peligro de Bolsonaro para la región, además de los daños económicos que va a provocar por su rechazo al Mercosur y su incompetencia diplomática –sin pensar en posibles locuras como la invasión a Venezuela que el demente de su hijo propuso durante la campaña- es que su elección rompe un paradigma.

Hasta ahora, se creía que nadie podría llegar democráticamente al gobierno defendiendo la tortura y diciendo barbaridades sobre los gays, los negros, las mujeres y otras minorías. La elección de Bolsonaro puede empoderar a lunáticos locales de ultraderecha de otros países de la región, que crean que pueden imitarlo, como una serie de pequeños Hitler tropicales.

Creo también que la región tiene que estar atenta y vigilante a la situación de los derechos humanos en Brasil, como lo ha estado con relación a Venezuela. El riesgo de un gobierno que persiga a los opositores, aniquile los derechos de las minorías, censure a la prensa o quiebre las reglas de juego democráticas es grave. Y la acción de los grupos de choque bolsonaristas es preocupante.

Yo soy diputado federal y estoy hace meses viviendo en cárcel privada por las medidas de seguridad que tuve que adoptar, andando en auto blindado y con custodia por las amenazas de muerte. Fui el parlamentario más difamado por esa banda, inventaron toda serie de mentiras sobre mí y las divulgaron masivamente, transformándome en un paria para mucha gente.

En rigor, fue un ensayo de lo que luego hicieron con Haddad y Manuela durante la campaña. Y no es casualidad que me hayan elegido para eso, siendo el único diputado gay asumido y activista de los derechos LGBT.

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