El sistema capitalista que caracteriza al mundo global no sólo tiene adversarios que buscan terminar con su existencia. También tiene muchos otros, quizás menos conocidos que los primeros, que no buscan ponerle fin, sino que reformularlo.
La razón principal es tan pragmática como urgente: el constante crecimiento económico que exige el sistema no da abasto en un planeta que tiene límites.
“Se trata de una perspectiva absurda”, plantea el psicólogo estadounidense Manuel Manga. De origen colombiano, el experto ha desarrollado una alternativa que atrae cada vez más adeptos: el liderazgo evolutivo.
“Los accionistas siempre quieren más. Y con esa idea muchos en el sistema capitalista se lavan las manos. Todo es responsabilidad de otro, no propia”, precisa.
De allí es que a través de asesorías, cursos y talleres por el mundo, el experto busca convencer de que el cambio es posible. “El problema es el convencimiento”, reconoce.
Haciendo uso de herramientas como la inteligencia emocional/relacional, el lenguaje transformador, el pensamiento sistémico, los cambios de modelos mentales, el desarrollo de estrategias sostenibles y de responsabilidad social y el coaching de personas y equipos, Manga sistematiza una propuesta que busca evolucionar hacia una era más justa, sustentable y floreciente.
Co-fundador del Instituto de Liderazgo Evolutivo -en California, Estados Unidos- el psicólogo sostiene que si bien el mundo productivo tiene límites, la creatividad del ser humano no. Y que eso hay que trabajar para darle una vuelta de tuerca al sistema.
Los fuertes modelos mentales de la tradición hacen que si bien existe cierto acuerdo en que las cosas hoy no funcionan bien, al menos “funcionan”. Y que cualquier otra vía es “peor”. Se juega con el miedo, se miente y se perturba para no facilitar el cambio.
Si bien Manga trabaja con empresas privadas, multinacionales, ong´s e instancias de sociedad civil dispuestos todos a buscar caminos alternativos, son pocos los gobiernos o los políticos que quieren saber del liderazgo evolutivo.
Si bien el paradigma actual es muy hermético y difícil de cambiar, el psicólogo enfatiza que “lo más importante aquí es generar y trabajar en redes”.
Los planteamientos centrales del sistema económico global parecen chocar con los elementos que conforman su idea de liderazgo evolutivo. ¿Puede decirse que para los tiempos actuales la mirada que usted propone es subversiva?
– En algún sentido. Aunque lo primero que me gustaría destacar es el concepto evolutivo, tomándolo desde una perspectiva innovadora. Pero entiendo hacia dónde va tu pregunta y me parece que sí, asumiendo que subversivo en este caso es ir contra el sistema actual.
¿Y cómo se explica, entonces, que trabaje tanto con las empresas?
– Ah, es que no trabajo con todas. Sólo con aquellas que están convencidas de que el desarrollo social debe ser sustentable. Mi trabajo ahí es apoyar las innovaciones necesarias para que esa corporación trabaje en coordinación con su entorno.
¿Por qué cree que encuentra más interesados en el mundo de la empresa, que –desde afuera- pareciera ser una instancia que impide los cambios hacia nuevos parámetros de vida, en vez de organismos o instancias públicas?
– Lo cierto es que mi trabajo desde el liderazgo evolutivo se puede aplicar a diversas instancias. No hay límites ni fronteras rígidas. Todas las instituciones deben evolucionar y transformarse, la educación, el sector civil, las empresas, los gobiernos, la economía, los medios de comunicación.
Me sumo a quienes estén abiertos a valores como responsabilidad social. Son muchas las empresas que quieren orientar sus actividades hacia ese punto como eje principal y no saben cómo ponerlo en práctica. Claramente surge ahí una oportunidad para apoyarlos, aunque –claro- no soy ningún ingenuo.
La economía de hoy –capitalista y global- aún no ofrece de manera abierta un compromiso completo hacia lo sustentable. Hay sólo algunos ejemplos. La mayoría observa la palabra “sustentable” y la trata de ubicar como un “valor” a partir del cual hacer marketing. Es decir, sólo desde lo cosmético y lo periférico, pero no desde lo central.
Aún son muy fuertes en el capitalismo los modelos mentales tradicionales, que indican que la actividad económica debe estar en constante crecimiento. Pero en un planeta que tiene límites, esa perspectiva es absurda.
Los accionistas siempre quieren más. Y con esa idea muchos en el sistema capitalista se lavan las manos. Todo es responsabilidad de otro, no propia.
¿Se trata de una mentalidad latinoamericana o este tipo de pensamiento se ve en todos lados?
– En todo el mundo. Te voy a subrayar una cosa: el capitalismo global es un sistema. Y todas las partes ponen de lo suyo para que siga sobreviviendo, tal cual lo ha hecho por décadas. Y la verdad es que eso no da para más. Mientras todos quieren una parte buena del bizcocho, nadie se hace responsable de las malas consecuencias que se van generando.
Lo peor de todo es que la mayor parte de los gerentes no tienen idea de los fundamentos del capitalismo. Sólo lo replican, una y otra vez. No pueden responder preguntas como cuál es la filosofía del neoliberalismo o quiénes son sus principales mentores. No tienen idea, sólo hacen capitalismo.
¿Y efectivamente se puede decir que surgen aspectos positivos cuando las empresas optan por dinámicas más evolutivas?
– Desde una perspectiva medioambiental, por ejemplo, es posible observar el aporte concreto que algunas compañías multinacionales están haciendo hoy. Y a partir de eso, van surgiendo una serie de cambios en un permanente círculo virtuoso.
Por el contrario, me parece entender que son pocos los gobiernos o las instancias públicas que lo llaman para dialogar sobre liderazgo evolutivo…
– Efectivamente, muy pocos. Históricamente las instancias con las que más he colaborado en mi carrera han sido empresas privadas, multinacionales, ong´s, instancias de sociedad civil y algunas agencias de gobierno.
¿Y en Chile qué experiencias ha llevado adelante?
– Con la multinacional minera AngloAmerican, orientando su trabajo con las comunidades, y con Enap, empresa pública que hace diez años buscaba alternativas para dejar de depender del petróleo en un país que no produce este combustible. Surgieron allí muchas ideas en torno a las energías renovables, pero en esa época no se pudo avanzar más.
Una de las claves para el desarrollo de un cambio evolutivo es la educación. ¿Qué se puede hacer si –como la economía- también es cruzada por la desigualdad?
– Es que si queremos evolucionar hacia un mundo justo, floreciente y sustentable, hay que hacer una intensa observación del presente para fijarse bien qué es lo que se requiere transformar. Y a mi juicio, deben cambiarse tres poderosos sistemas: La mente del ser humano, la cultura de las organizaciones y la educación.
Sobre lo primero, debe actualizarse la cosmovisión del ser humano, especialmente, en los líderes. En ellos y ellas debe concentrarse el eje de acción, ya que pueden influir en más personas. En torno a lo segundo, deben cambiarse la narrativa, los valores, las prácticas y los comportamientos organizacionales; si eso ocurre, cambian los trabajadores y -con ellos- la sociedad.
Finalmente, relacionado con la educación, deben cambiarse tres aspectos clave: la teoría, la filosofía y el material con que se educa. Hoy el conocimiento que se entrega al ser humano no le enseña a las personas a ser sustentables. Es una educación cartesiana del siglo XVIII que aísla a las personas de la naturaleza. Necesitamos un ciudadano local y global a la vez.
Un proyecto que estoy trabajando en Chile se centra, precisamente, en una nueva educación, aspecto que requiere personas conscientes de su entorno más próximo y también mundial. Se necesita un ser humano que resuma los nuevos valores ciudadan@s y sean ecológic@s, sistémic@s, amoros@s, étic@s y sustentables.
¿Cree que esos cambios pueden darse en el mediano plazo?
– Claramente, es posible. Lo que no veo es el compromiso para comenzar el proceso. Aunque están dadas todas las condiciones para una renovación, más bien lo que se ve es resistencia a los cambios.
Hablando de políticos, por ejemplo, el gobernador de mi Estado en California estima un plazo de treinta años para cambiar la cultura y la tecnología del sector público. Los cambios requieren un compromiso grande.
Hay varios ejemplos de eso. Estados Unidos decide entrar a la Segunda Guerra Mundial porque se sentía capaz de echar a andar todo su sistema institucional y económico en pos de un objetivo mayor.
Bajo el discurso de ponerle fin a Hitler, desarrolla una nueva cultura, nuevas industrias y cambios sociales. Al estar los hombres en el campo de batalla, por ejemplo, son las mujeres quienes van a trabajar. A los tres años Estados Unidos no sólo termina con Hitler, surge como potencia mundial.
No estoy haciendo apología de ese país, estoy citando un ejemplo para explicar que si existe convencimiento y compromiso, las cosas pueden pasar y las sociedades pueden avanzar.
Algunos científicos tienen una mirada pragmática en torno a los desafíos del cambio climático y la negativa de Trump por reconocer el fenómeno. Ellos dicen que cuando se le inunde las costas de Florida, Trump no va a tener escapatoria. ¿Comparte esa lógica para enfrentar las dificultades?
– En rigor, éste y cualquier otro desafío se debe asumir desde lo proactivo y no desde lo reactivo. Hay que desarrollar caminos creativos. No se debe esperar la catástrofe.
El problema no sólo va a ser en Florida. Si se inunda Bangladesh, por ejemplo, la gente se va a desplazar más y más. Los europeos van a comprender esto cuando vean llegar a millones de personas a sus costas. ¿Por qué esperar que pase algo así? Hay que actuar antes y el gran problema es que no existe un compromiso más profundo ante estos desafíos.
Por eso usted trabaja el tema del liderazgo evolutivo…
– Sí, lo hago desde mi pequeño espacio, pero muy convencido de que es el camino adecuado. Lo más importante aquí es generar y trabajar en redes. Es complejo: el paradigma actual es muy hermético y difícil de cambiar.
Si bien resulta claro que las cosas no están caminando bien, por otro lado para muchos “funciona”, así está “armada” la vida de hoy. Se requiere un liderazgo que debe tener un pie en el presente y otro en el futuro.
Hay ejemplos positivos en empresas y en instancias públicas, como la isla Samso, en Dinamarca, en donde yo he trabajado: allí el abastecimiento de energía proviene en su totalidad de fuentes limpias.
O en el Estado de California, donde se promueve el uso de autos eléctricos ofreciendo un descuento importante para su adquisición o se estimula el uso de paneles solares, distribuyéndolos de manera gratuita hasta el año 2025. Hay muchas cosas que se pueden hacer.
Si un grupo de políticos o ejecutivos empresariales están realizando este tipo de dinámicas en distintos lugares del mundo, por qué no se puede avanzar en esa misma dirección en América Latina y en Chile.
Estuve en un sector de Concepción recientemente y ahí me decían que aunque existe interés, no se puede reciclar la basura. Un camión la retira toda junta. Me comentaban que el alcalde decía que no había camiones para basuras distintas.
Claramente el tema ahí no es la falta de tecnología. Es la falta de visión y de compromiso. Hay que regresar al ser humano y desde ahí ordenar la vida acorde a sus actuales necesidades.
¿Los conceptos de liderazgo evolutivo le hacen –también- preguntas a la democracia de hoy?
– Depende un poco de las diferencias que tiene la democracia actual en los distintos países. Se trata de un sistema muy manipulado por los medios de comunicación.
En Estados Unidos, por ejemplo, hay muchos medios que plantean el miedo ante las preocupaciones ecológicas y le hacen creer a la gente que van a perder sus trabajos si las industrias se adaptan.
Para eso, la democracia requiere un ser humano de pensamiento crítico. A su vez, se necesita una educación muy avanzada en ese sentido.
Hoy en Estados Unidos las personas no saben diferenciar si una noticia es real o inventada. Es un gran desafío que se aborda desde el pensamiento evolutivo.
Según la Ocde, en Chile cuesta seis generaciones salir de la pobreza. En ese contexto, ¿cómo hacer para que el mensaje evolutivo tenga importancia, si lo primero es cubrir las necesidades más básicas?
– El economista chileno Manfred Max Neef habla muy bien sobre lo importante que son las nueve necesidades básicas de las personas. Es un ejemplo que usamos mucho en el desarrollo del liderazgo evolutivo.
En la medida que se va contando con alimento, que se puede leer y que se puede dialogar con el entorno, ya es posible generar una persona crítica, una mirada diferenciadora.
Incluso es posible que, a partir de un desarrollo crítico, el avance hacia mejores condiciones de las personas se haga más rápido. Creo que un pensamiento evolutivo permitiría superar la pobreza ya no en seis generaciones, sino que en dos.
En nuestra línea de pensamiento existen siete competencias: visión y sabiduría; evolución personal; emociones y lenguaje; pensamiento sistémico; sustentabilidad; diseñador ontológico y colaboración sistémica entre sectores. De ellas, esta última es vital.
Imagínate que se pusieran -efectivamente- de acuerdo el mundo civil, el mundo del gobierno y el mundo de las empresas para poner en marcha una nueva sociedad.
Claramente su mirada es optimista…
– Mucho. Tenemos todo lo necesario para avanzar: conocimiento, tecnología y contamos hasta con dinero. A eso se le suma la existencia de recursos para distribuir entre las personas. Es decir, sí se puede.
En lo que no estoy muy seguro es si contamos con tiempo suficiente para actuar antes de una catástrofe. Tampoco veo el compromiso necesario para esa acción.
Por eso es que invito a los líderes sociales, empresariales y culturales a pensar en el futuro que queremos dejarles a nuestros hijos y nietos. Si no pensamos en cien o en más años, no podemos hacernos la idea del mañana que estamos entregándole a las generaciones venideras.
La pregunta es cómo transformar nuestra sociedad capitalista individualista en una verdadera comunidad. Para eso, hay que hacer que el sistema económico se ponga al servicio de las personas y no al revés. Hay que desarrollar un pensamiento crítico, evolutivo y proactivo.
** Taller Liderazgo Evolutivo para la Creatividad Personal y Cultural
Santiago, 29 de noviembre 2018, Roman Diaz 55 , Piso 2 (entrada por cafe Granatto), sede ECCU. Desde las 18:30 horas..
Análisis de tres competencias del liderazgo evolutivo:
1. Evolución personal : como puedo auto construir mi mente y mi ser.
2. Lenguaje generativo; como puedo abrir mejores posibilidades en mi vida y como puedo ser más efectivo en mi vida y en mis proyectos.
3. Diseñó ontológico.
Valor:$20.000.- Informaciones aquí