Los caminos del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, a 35 años de su creación

“Es probable que nos hayamos equivocado en la decisión de seguir en la senda del combate armado (…) pero hemos hecho de la lucha la búsqueda de la libertad”, plantea un reciente texto de la dirección nacional del Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

La instancia vive hoy momentos de reformulación, abandonando la vía armada que los vio nacer hace 35 años, el 14 de diciembre de 1983, con un apagón total que deja a ciegas la zona central del país.

Paradójicamente, desde la completa oscuridad que originan esas bombas situadas en varias torres de transmisión energética, surge a la luz una reacción armada que se forma al interior del Partido Comunista, pero que en el corto tiempo adquiere vida propia: el FPMR.

Desde hace un tiempo, dirigentes y rostros históricos del movimiento proponen una reunificación fructífera y concreta. Buscan reinsertarse definitivamente en la política. Eso que tanto se discutió, pero que no pudo concretarse el año 1991, cuando se produjo la muerte de Jaime Guzmán.

El análisis que hacen actualmente miembros históricos del movimiento es que el proceso de movilizaciones sociales que vive el país desde el año 2010 implica un nexo histórico de rebeldía, que obliga a hacer presente en el terreno político de hoy lo que consideran el “patrimonio del rodriguismo”.

Si bien la mítica Canción del No hacía referencia en una de sus estrofas a “vencer a la violencia con las armas de la paz”, lo cierto es que parece profundizarse la certeza de que no sólo “una rayita y un lápiz” bastaron para terminar con la dictadura a finales de los años 80.

Recuperación de la democracia y La Oficina

Los disparos sobre Jaime Guzmán constituyen un claro reflejo de la debacle que vive el frente a comienzos de los 90. Mientras algunos le siguen llamando ajusticiamiento, otros le dicen asesinato. Corría poco más de un año del gobierno de Aylwin y en el movimiento las diferencias se hacen insalvables.

El plebiscito de 1988 y sus contundentes resultados, la amplia participación de la ciudadanía en la actividad y el hecho de que haya sido aceptado por la dictadura, ponen en jaque al movimiento.

Un sector considera que se teje una salida pactada “por el imperialismo, la derecha y los partidos de centro izquierda”, en la que si bien termina la dictadura, se legitima el modelo económico. Ante eso, otro grupo apuesta por la introducción del frente en la lucha política, tomando en cuenta que la gente había votado por ese camino.

Uno de los que cree en la continuación de la vía armada es el jefe del FPMR, Raúl Pellegrin (Comandante José Miguel), quien -a sólo semanas del plebiscito- encabeza una ofensiva guerrillera en poblados del país, siendo la primera acción un ataque al retén de Los Queñes (VII Región), en el muere un carabinero.

El hecho origina una intensiva operación de la policía uniformada que da con Pellegrin y su pareja (Cecilia Magni, Comandante Tamara), apareciendo ambos muertos en el rio Tinguiririca el 31 de octubre de 1988.

Tras ese descabezamiento de hecho, en medios periodísticos se habla de un desorden interno en el FPMR.

Viene el atentado al ex comandante en jefe de la Fach, Gustavo Leigh, integrante de la Junta Militar e instigador del golpe, el autor de la frase “extirpar el cáncer marxista”; bombas en un bate de béisbol en el Estadio Nacional en contra de ciudadanos estadounidenses; y otras bombas en restaurantes con marines norteamericanos.

El frente parece perder el rumbo, grupos más extremos intentan tirar el mantel de la discusión y el jefe del movimiento –Galvarino Apablaza (comandante Salvador)- queda en medio de la lucha intestina sin saber resolverla. Hasta que la muerte del senador de la UDI profundiza la crisis.

El hecho sirve, además, para que se ponga en marcha una efectiva campaña oficial de desprestigio hacia los movimientos armados en general y hacia el FPMR en particular.

Lo sucedido con Jaime Guzmán –a la sazón, senador de la República- complejiza la tenue democracia que vive Chile en abril de 1991.

El gobierno de Patricio Aylwin crea en su ministerio del Interior el Consejo de Seguridad Pública, destinado a “recopilar información” para desbaratar a los grupos subversivos.

La instancia se conoce como “La Oficina” y no tarda en ser criticada por el FPMR que la considera “la nube más oscura” en la lucha contra este tipo de movimientos. “No se puede poner a gente de izquierda a delatar a gente de izquierda, hay una acción valórica muy crítica ahí”, apuntan algunos dirigentes.

Para Vasili Carrillo, histórico vocero del frente, la instancia aplica métodos cómo la delación y el soplonaje. “Para mí es uno de los puntos grises de la Concertación y del PS, en el que se traicionaron grados de relación construidos durante años de vida”.

El atentado a Pinochet

A pesar de la intensa incertidumbre que produjo el hecho, de la represión surgida y del gran signo de interrogación que quedó en el país, el atentado a Pinochet en septiembre de 1986 no generó lo mismo que la muerte de Guzmán en 1991.

El frente lo reivindica aún con claridad. Se subraya que el derecho a la sublevación de los pueblos se encuentra consagrado en varias instancias del derecho internacional. Para el FPMR lo ocurrido con atentado implica un resquebrajamiento en la dictadura.

“De acuerdo a información desclasificada desde Estados Unidos, en Washington la realización del atentado fue una muestra evidente de que Pinochet ya no contaba con respaldo de la gente. Fue una cruda muestra del cansancio que la dictadura había originado en el pueblo”, explica un antiguo miembro, Enrique Villanueva.

Tanto Carrillo como Villanueva coinciden en que militarmente lo sucedido fue un fracaso. “Tenemos que ser claros en eso, fallamos. Lo mismo que con la internación de armas”, plantean. “Pero aún en el error, ambos hechos colaboran en la lucha por terminar con la tiranía”, aseguran.

Por el contrario, entre los hechos que se califican como errores tácticos se encuentra el secuestro a Edwards, uno de los hijos del dueño de El Mercurio. Lo prolongado del secuestro y la inexperiencia de algunos miembros genera consecuencias internas dentro de los frentistas, lo que es aprovechado por el gobierno de Aylwin para sembrar una cuña en el movimiento.

La importancia del espacio político

Enrique Villanueva Molina es hoy un especialista en calidad y educación virtual. Hasta fines de los 80, sin embargo, llegó a ser el cuarto hombre en importancia en el frente, conocido como el comandante Eduardo.

Por años fue el único procesado en el crimen de Jaime Guzmán, en el que fue inculpado desde Brasil por el ex militante del FPMR Mauricio Hernández Norambuena (comandante Ramiro, quien cumple pena por secuestro).

Villanueva niega las acusaciones. Explica que él se retira de la organización en 1989, cansado de las luchas intestinas. También asume la responsabilidad en una acción fallida en la que muere Roberto Nordenflycht, hijastro de Volodia Teitelboim, entonces máximo dirigente del PC.

“La acción del frente fue un aporte al fin de la dictadura. No fue la única forma, pero ayudó a terminar con el miedo en las personas y creemos que el surgimiento de las protestas tienen mucho que ver con nuestra acción en las poblaciones”, ha dicho Villanueva a la prensa.

A comienzos de los 90, dice convencerse de que la organización debe terminar con las acciones armadas. Sin embargo, la discusión interna no se dilucida por la vía de los argumentos. Se traza una cruda línea con la muerte del Guzmán.

“Esa es la clave para que nos separen del espacio político. Si muchos en los partidos no querían que nuestra experiencia a nivel popular se traspasara a la lucha por los votos, lo ocurrido tras esa acción solitaria de un grupo de frentistas termina por cerrar nuestra inserción”, ha señalado Villanueva.

Por otra parte, dice que “habiendo sufrido en carne propia con la obra de Jaime Guzmán, siempre he sido de los que piensan que su asesinato fue una aberración”.

Explica que el hecho demostró incapacidad para asumir el momento político que se vivía, no reconociendo las decisiones del pueblo y de la democracia. “Debimos haber dado la lucha por haber convencido a la gente y encaminarla con los votos hacia nuestras propuestas. Perdimos credibilidad y se incrementó nuestro aislamiento. ¿A quién convino más todo eso? Sin duda que a la derecha. No a nosotros”, acota.

El vocero Vasili

El mítico fiscal militar Fernando Torres Silva (actualmente detenido en Punta Peuco con una condena de diez años) acusa a Vasili Carrillo en 1986 por el atentado a Augusto Pinochet y la internación de armamento en Carrizal Bajo en

Durante años es el vocero oficial del frente. Y también durante años pasa procesado durante la última fase de la dictadura, siendo intensamente torturado. Sólo en julio de 1991 –a casi dos años de volver a la democracia- sale en libertad bajo fianza.

A pesar de su historial, también señala haber estado en contra del asesinato de Guzmán. Desde comienzos de los 90 es de los que creen que deberían haber puesto el patrimonio rodriguista a disposición de un aporte político, insertándose en la lucha social, política e ideológica.

“Lo de Guzmán no debió haber ocurrido. Más allá de dañar las bases estructurales de la derecha, produjo una crisis profunda y dispersión mayor al interior de nuestra propia organización. Obstaculizó y paralizó una discusión política al interior del movimiento y nos obligó a no tener el rol político que deberíamos haber tenido. No tuvimos la capacidad de ponernos de acuerdo. La responsabilidad es de todos”, dice.

Y aunque reconozca que aún hay muchos rodriguistas para quienes no tiene sentido enfrentar políticamente a los partidos que sustentan el modelo, “creo que nuestro ideario debe estar presente en el nuevo proceso social que se está abriendo”.

En el FPMR existe la idea de que la juventud actual reconoce la tarea del movimiento en dictadura, siguiendo su ejemplo de rebeldía ya no con las armas, sino que con las ideas. “Hay una continuidad muy clara en eso. Retomando el espíritu de rebelión, han apuntado hacia el corazón del sistema”, dicen.

Algunos párrafos marcados

El FPMR hoy tiene presencia en las redes sociales y en internet con su propio sitio web. En sus variados documentos, se destacan los siguientes puntos de vista:

–  «Siete gobiernos elegidos por voto popular han entregando la soberanía, los cambios que se han realizado sólo han fortalecido el consumo, la individualidad, la prepotencia y la violencia desmedida contra un pueblo que busca su libertad, educación gratuita universal de calidad, que espera salud para todos y todas y viviendas dignas».

–  «El Rodriguismo ha sido vilipendiado por los medios de comunicación, acusándonos de adoctrinar a niños y niñas en los colegios, pero todos y todas sabemos que en Chile la industria cultural, los centros de educación, desde el jardín infantil hasta las universidades, los medios de comunicación, las iglesias, todas estas instituciones están al servicio del neoliberalismo para aleccionar y convertirnos en seres humanos, manipulados y manipuladas, verdaderos «borregos». Nos vemos obligados aceptar sus leyes, sus valores, su moral».

–  «Es hora que juntos, rescatemos lo mejor de nuestra historia y hagamos del futuro la suma de triunfos necesarios».

– «Frente al escenario actual la tarea es ser capaces de agudizar las contradicciones, profundizar la crisis neoliberal por diversas maneras, que nos permitan ir avanzando por la vía de la denuncia, de la agitación de la propaganda audaz y de la lucha callejera junto al pueblo. Dar la confianza necesaria para ir de lo simple a lo más complejo en el desarrollo de una política de desobediencia popular en ascenso. Hasta que la constituyente organizada en los diversos territorios permita llamar a un plebiscito y junto al pueblo construir los lazos inexcusables para transformar la actual correlación de fuerzas».

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