“La música es el puente entre el cielo y la tierra (…) El artista sólo puede ser uno con el todo universal, cualquiera sea el nombre que se use». Así describe el reconocido pianista chileno Roberto Bravo la dinámica del arte en su caso.
«El camino es personal, indivisible, es esa energía superior que te es depositaria, que ordena y armoniza a los pequeños servidores de almas que somos los artistas y en cada ser humano que no sabe cómo ni cuándo ayuda en el desarrollo del prójimo”, subraya el destacado músico.
La Universidad Tecnológica Metropolitana (Utem) le confirió recientemente el grado de Doctor Honoris Causa, reconociendo tanto su trayectoria musical, como su labor social y su entrega como artista a la comunidad.
Junto a eso, la casa de estudios superiores también acaba de editar el libro “Roberto Bravo. La música como puente entre el cielo y la tierra”, que es de donde surgen las citas del comienzo de esta nota.
La publicación recorre desde diferentes miradas la historia del músico que comienza su proceso de formación musical en el Conservatorio Nacional de Santiago con Rudolf Lehmann.
Continúa luego sus estudios en Nueva York, junto al connotado pianista Claudio Arrau. Desde allí pasa una temporada en el Conservatorio de Varsovia, en Polonia, para después partir a la antigua Unión Soviética, donde estudia en el Conservatorio Tchaikovsky de Moscú. Su última fase de perfeccionamento se da en Londres con la maestra María Curcio.
El autor del libro es el académico Marcelo Rodríguez Meza, quien lo resume como «un relato de un músico chileno humanista, religioso, sensible, afectuoso y respetuoso, quien ha hecho de su piano un instrumento de amor, de lucha, de medio para manifestar convicciones y todo para que algún día -de una u otra forma- podamos ser mejores”.
Lo clásico y lo popular
A lo largo de su destacada carrera, Roberto Bravo ha ofrecido conciertos en algunos de los escenarios más importantes del mundo, como el Carnegie Hall de Nueva York, el Kennedy Center de Washington, el Palacio de Bellas Artes de México, el Palau de la Música de Barcelona, el National Theatre de Dublín, el National Arts Centre de Ottawa y el Teatro Teresa Carreño de Caracas. Ha tocado con formaciones musicales de renombre global, como la Orquesta Sinfónica de Berlín o la Royal Philarmonic Orchestra de Londres.
A eso suma una alta sensibilidad social, sin que en su caso implique un compromiso político en sí mismo. Sin embargo, resulta innegable su aporte en tiempos difíciles para Chile. Siendo siempre un músico clásico, incorpora en los años 80 un repertorio popular de Violeta Parra, Víctor Jara, Silvio Rodríguez, Pablo Milanéz y Quilapayún, el que es interpretado en diversos espacios abiertos.
Se recuerda, por ejemplo, su colaboración con la Vicaría de la Solidaridad. O sus variadas participaciones en recitales en favor de la democracia. Más recientemente, hace un año, acompaña al coro de voces haitianas de la Parroquia de la Santa Cruz, que desde la Población Los Nogales se trasladan a cantar hasta la Catedral de Santiago.
Bravo ha dicho que el tiempo le dio la razón al buscar una mezcla entre lo popular, lo clásico y lo social. «Hoy son varios los artistas clásicos que tocan música popular y hacen el crossover transitando de un lado a otro con el único principio de que la música buena es una sola», comenta en la prensa.
Presentación este martes 18 de diciembre
La Utem y la Orden Franciscana de Chile organizan un Concierto de Navidad este martes 18 de diciembre con el reconocido pianista. La actividad se lleva a cabo en la Iglesia de San Francisco, Avenida Libertador Bernardo O’Higgins 816, entre las 19:30 y las 21:30 horas.
El concierto en este emblemático espacio del centro de Santiago incluye obras musicales con espíritu navideño, compartiendo así con la comunidad de una manera cercana como ha sido el sello de Roberto Bravo.
En la oportunidad también se recuerdan los 400 años del templo de San Francisco en la capital chilena.
(*) Crédito foto principal/ Utem