Vacaciones con patrimonio y el despertar ciudadano

(*) José Albuccó

El actual período de vacaciones que vive Chile se da en un contexto de importantes discusiones globales y de intensos requerimientos familiares por disfrutar de días de esparcimiento en conjunto. Aunque muchas veces se viva en tensión por la inestabilidad laboral, el aumento de la tasa de cesantía y una promesa de crecimiento y estabilidad que aún no ha llegado a sus mesas.

¿Qué hacer y qué desafíos enfrentar durante estos días de receso, sin angustiarse en el intento, primero, y de la mano de los conceptos de Desarrollo Humano, Educación y Patrimonio, luego?

Se trata de un trinomio emergente que asume la apropiación, por parte de la ciudadanía, de valores culturales inherentes a los bienes patrimoniales del barrio y la ciudad, pudiendo vislumbrar en ellos un horizonte de sostenibilidad y reconocimiento.

Lo bueno es que compartir este trinomio no tiene grandes costos económicos asociados. Camine por su barrio o ciudad; si está en Santiago, súbase al transporte público de superficie o subterráneo. Navegue por el Arte Metro, embárquese por el Museo a Cielo Abierto de San Miguel, camine por la Zona Fundacional de su ciudad, suba a la Torre del Museo Histórico, escudriñe el Museo Postal del Correo, sumérjase en el Museo del Ahorro del Banco Estado, no silencie su memoria y conmuévase con Londres 38, disfrute la noche con los letreros de Valdivieso y Monarch. Todo esto es gratis, solo requiere de su voluntad de convivir y descubrir. Si viaja por Chile, maravíllese de su riqueza natural, etnográfica y arqueológica.

Hoy, uno de los principales desafíos de nuestro país es caminar hacia modelos de gobernanza y participación que reconozcan al ciudadano, en los que Desarrollo Humano, Educación y Patrimonio son ejes rectores. La falta de reconocimiento a la identidad y memoria de los barrios y ciudades sólo ha logrado erosionar y generar sistemas democráticos más vulnerables.

Al respecto, ya tenemos interesantes ejemplos de empoderamiento ciudadano para un hábitat sustentable y a escala humana, como es el Barrio Plaza Chacabuco en la comuna de Independencia y otras zonas de Macul, Ñuñoa y San Joaquín, pero que -sin embargo- son invisibles para los medios de comunicación tradicionales.

Estos casos dan cuenta de algo clave: estamos asistiendo a un cambio profundo del actual modelo que rige nuestra convivencia. Porque sólo se protege y conserva lo que se conoce y se valora. La gastronomía de los barrios, su patrimonio vivo, los lugares que le han otorgado identidad, sus ritos, oficios, música y creencias están esperando a las familias: adultos, jóvenes, niños y personas mayores para hacerse parte de la historia del despertar ciudadano.

(*) El autor es académico de la Universidad Católica Silva Henríquez (Chile).

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