Por estos días los seguidores de los cómics y películas de superhéroes -y, sobre todo, los adictos a las historias de Marvel- disfrutan por partida doble.
Ante el inminente estreno de «Avengers: Endgame», tienen un gran aperitivo con la presentación de «Capitana Marvel», película que mantiene la propuesta de sus antecesoras protagonizadas por Iron Man, el Capitán América, Ant-Man, Wasp y Hulk, entre otros.
Pero esta exhibición de las aventuras de la heroína con traje bicolor no habría sido posible sin una muerte previa: la del Capitán Marvel, cuyos primeros registros en la editorial del mismo nombre son del año 1967.
Se trata de un soldado del imperio extraterrestre Kree, enviado por su gente para observar los devenires de la Tierra. Al descubrir las buenas características de los habitantes de este planeta, el heraldo se rebela contra el totalitarismo de su mundo natal y se transforma en un defensor terrestre.
Sin embargo, a pesar de ofrecer grandes combates junto a los Vengadores y ante villanos de la talla de Thanos –el mismo que tiene a los Avengers en ascuas con el movimiento de su Guantelete del Infinito, que le ha permitido eliminar a la mitad de la existencia en todos los universos- Capitán Marvel no tiene buena recepción entre los lectores.
Giros sorpresivos
De hecho, su publicación durante la década de los 70 llega a ser sólo de dos ediciones anuales. Por eso, la también conocida como Casa de las Ideas –la editorial Marvel- determina la muerte del superhéroe. Pero no de la forma en que -se supone- muere un prócer galáctico (en una batalla épica), sino que se opta llevarlo al fin de sus días como un mortal más.
La pluma de Jim Starlin le da su toque al librillo con el que en 1982 se presenta esta despedida. El trabajo es de tal delicadeza, que se considera como una de las primeras novelas gráficas. ¿El título? Simple y directo: «La Muerte del Capitán Marvel».
Su portada impacta porque, a semejanza de la escultura La Pietá de Miguel Ángel, aparece el héroe en el regazo de la Muerte ante la presencia de otros héroes marvelianos.
Si eso ya es intenso, la causa del deceso sobrecoge. “En Titán la llamamos Ruina Interna. Los Kree la llaman Muerte Negra. Los terrestres la llaman… ¡cáncer!”, le dice Mentor, padre de Thanos y científico del satélite de Saturno, Titán, donde el Capitán Marvel reside tras su exilio del Imperio Kree.
A partir de ese momento el relato evidencia la evolución de los sentimientos del protagonista –enojo, recuerdos, perdón, despedidas-, hasta caer postrado en cama conectado sólo a una pequeña manguera de oxígeno, mientras le acompaña la mayoría de sus compañeros.
Con ese escenario impensado para un coloso de su talla, Spiderman -al lado del lecho del agonizante personaje y dominado por la emoción- le confiesa a Bestia de los X-Men que “No es justo lo que está ocurriendo. El Capitán Marvel es uno de nosotros, un superhéroe de cuerpo entero. Nosotros morimos de un disparo o una bomba, no de algo como el cáncer. No puede ser”.
El mutante de piel azul lo intenta confortar, señalando que “Bajo estos trajes de fantasía y estos llamativos poderes se esconden hombres y mujeres mortales. Ninguno de nosotros puede decidir cómo va a terminar su vida”.
Este breve diálogo deja de manifiesto la intención del cómic: mostrar que los héroes no eran los semidioses que los humanos veneran y en los que depositan toda su fe para sobrevivir ante las más variopintas amenazas, sino que se trata de personajes tan mortales como cualquier hijo de vecino.
Son esos giros sorpresivos los que -en un plano más amplio- generan atractivo en la gente por los cómics Marvel frente a su mayor competencia, la Editorial DC (Superman, Batman, Wonder Woman). Mientras estos últimos protagonizan historias unitarias y guiones livianamente obvios y planos, con grandes superpoderes para vencer al rival de turno, en Marvel los personajes sufren -además de las heridas en sus combates- con el devenir del día a día.
Están -como otros ejemplos- Los 4 Fantásticos, que deben convivir en el edificio Baxter con los roces típicos de un clan; o los conflictos sentimentales y laborales del doctor Donald Blake, alter ego del dios Thor, quien sufre porque no puede confesarle el amor que siente a su ayudante, la enfermera Jane Foster.
Con la muerte del Capitán Marvel, rodeado de sus amigos –Iron Man, Thor, Capitán América, la Mole, el Hombre Elástico, el Doctor Strange y tantos más-, se concreta una inflexión en los cómics porque los que se suponían omnipotentes también sufren y pueden fallecer.
«La Muerte del Capitán Marvel» fue la edición más vendida del superhéroe.
El Post Mortem
Tras el fallecimiento del héroe, la firma Marvel publica nuevas historietas con su nombre encarnados en otros personajes como Mónica Rambeau y los alienígenas Phyla-Vell o Noh-Varr. Pero era como estrategia de negocios para mantener en movimiento su marca registrada –más, si le había ganado un juicio a DC que también tenía su Capitán Marvel, que tuvo que variar su nombre a Shazam y que por estos días también está en cartelera.
Hasta que se llegó a Carol Danvers. Inicialmente, ella personificaba a Miss Marvel, en la época en que, prácticamente, cada superhéroe masculino tenía su par femenino. Si incluso hay una Spiderwoman- quien era jefa de seguridad de la Nasa cuando, en medio de una batalla entre el Capitán y uno de sus clásicos rivales, el kree Yon-Rogg, se vio irradiada por la explosión de una máquina extraterrestre, el Psicomagnetrón.
A partir de ahí, heredó algunos de los poderes del Capitán Marvel como fuerza sobrehumana y sexto sentido. Fue en una edición publicada en 2012 cuando asume el nombre de Capitán Marvel. Es esta versión la que domina la cartelera cinematográfica hace casi un mes.
Utilizando elementos del primer Capitán Marvel, la cinta protagonizada por Brie Larson es uno de los eslabones a unir por los fanáticos marvelianos cuando resta poco para que se acabe la espera por «Avengers: Endgame», literalmente el capítulo final de la primera saga de superhéroes iniciada en 2008 con Iron Man.
En casi dos horas de exhibición, y ambientada en 1995, hay varios guiños a lo que será, casi cuatro lustros después, la formación de Los Vengadores. Más, si se sabe que la Capitana Marvel ayudará al grupo liderado por Tony Stark (Iron Man) y Steve Rogers (Capitán América) para vencer a Thanos y su Guantelete con las seis Gemas del Infinito, reafirmando que ella será clave en la batalla final en contra del llamado Titán Loco.
Además, tal como en anteriores cintas, se mantiene la dosis de humor que ha caracterizado a las propuestas de este universo cinematográfico: atención a los gags de Samuel L. Jackson, quien esta vez aparece sin el parche característico en su encarnación de Nick Fury. No desconectarse, tampoco, de las dos escenas post créditos porque también enlazan esta cinta con la que se estrena el 25 de abril.
La millonaria recaudación que ha obtenido la Capitana Marvel a nivel mundial permite avizorar que tendrá una larga vida en el celuloide, gracias a sus enfrentamientos con seres venidos desde los cielos. De paso, reafirma la tendencia que las heroínas, ya empoderadas, también merecen su nicho en la pantalla grande, uniéndose a lo que ya mostraron «Wonder Woman» (Gal Gadot) y «The Wasp» (Evangeline Lilly) desterrando para siempre al estereotipo de que las mujeres con disfraces sólo eran el acompañamiento del prototipo masculino.
Sin duda, la suerte de la Capitana Marvel es mucho mejor que la vivida por su ancestro masculino en las historietas.