
“Chile despierta” se lee en los postulados de los manifestantes en el país, pero ¿qué significa despertar? ¿Demandar soluciones inmediatas a las necesidades y reaccionar con rebeldía si no tenemos las respuestas esperadas? ¿O darnos cuenta de que debemos evolucionar moral y culturalmente, educarnos en la paz y liderarnos con sabiduría, respetando el bien común y proyectándonos como sociedad solidaria para enfrentar un futuro que cada vez se hará más complejo?
Lawrence Kohlberg en su teoría del desarrollo moral, plantea que nuestra conciencia sigue un proceso de maduración normal acorde a las pautas y valores de cada cultura. En este contexto, las sociedades brindarían los escenarios y las herramientas para ir evolucionando y alcanzando distintas etapas de desarrollo. Una etapa propia de un nivel moralmente avanzado señala que las normas legítimas de convivencia son aquellas obtenidas por “consenso o contrato social”.

La idea del contrato social (tanto como ideal a alcanzar y/o como bandera de lucha) se ha utilizado en varias declaraciones que han emanado producto de nuestra actual crisis social. Sin embargo hemos presenciado intervenciones y acciones tanto de la clase política como de la sociedad civil que obedecen a etapas primitivas del desarrollo moral como son la “obediencia y miedo al castigo” y el “favorecer los propios intereses” (donde se asumen las normas egoístamente sólo si estas favorecen intereses personales, de lo contrario se reacciona con rebeldía).
Podríamos decir que nuestra sociedad se ha manifestado como un niño maltratado, abusado, reprimido, y que ante la oportunidad de rebelarse violentamente en el anonimato de las masas no duda un segundo en hacerlo, demostrando inmadurez moral y un mínimo sentido del bien común. ¿Nos pesa nuestra historia?: evidentemente, ¿Nos frustra nuestro presente?: así le ocurre a la mayoría de los chilenos, ¿tememos de nuestro futuro?: pareciera que la mayoría también.
¿Cómo hemos llegado a esto?. Las razones son variadas, no obstante puntualizaré sólo dos:
- Falta de liderazgo: No vemos a nuestro Estado como aquella figura guía y protectora (independiente del gobierno de turno), hemos perdido nuestra credibilidad en instituciones como la iglesia e incluso hasta en la familia. Por otro lado, en los últimos 25 años no ha emergido un líder que nos haga querernos como ciudadanos compatriotas y esperanzarnos con un futuro mejor.
- Desinformación (o simplemente ignorancia): Se ve lo que se quiere ver, sin embargo también se informa lo que se quiere informar y se educa cuánto se quiere educar. En este plano no solo la educación formal deja bastante que desear, sino también la calidad de la información transmitida por los medios de comunicación, y para qué detallar lo que ocurre en la tierra sin ley en la que se han transformado las redes sociales.

Por eso es que el despertar de Chile debe ser con voluntad y compromiso-país. Es posible salir fortalecidos de todo esto. Propiciemos un nuevo pacto social que, más allá de una negociación entre partes que buscan beneficiarse, apele a la capacidad de entregarnos al bien común mediante un ejercicio cotidiano de humildad y respeto.
Estamos frente a una gran oportunidad para reconocernos, reconstruir colectivamente y proyectar nuevos liderazgos que reestablezcan las confianzas y refloten los proyectos y sueños de nuestra nación, ¿qué esperamos?.
(*) Presidente regional Valparaíso partido Ciudadanos/ fundador Federación Social Cristiana.