Que la ternura nos llene el alma: In memoriam a la cantante chilena Patricia Carmona

El recuerdo es más que palabras, es historia, es memoria, es vida viva, prístina, genuina. Patricia Carmona, no me canso de escucharte y descubrirte nuevamente en cada recuerdo mío y de otros. Aunque los míos se remontan a unos pocos instantes fugaces, cada uno de ellos me deja una huella imborrable, como se aprecia en cada registro en que apareces en las redes audiovisuales.

Sorprende también las numerosas e interminables voces que te han dedicado un instante a tí y a tu familia. Embajadores, trovadores, cantoras, cantores, payadores, cantautores, actores, actrices, músicos, bailarines y bailarinas, políticos, partidos, el Mir, el Frente, medios de comunicación, compañeros, amigos, cercanos, el pueblo, observadores, audiencias y admiradores.

Y me quedo otra vez. Y te escucho. Y me sale una lágrima nueva, así, sin darme cuenta. Cuando alguien es parte de todos, se asoman palabras que no son solo poesía, son pura poesía.

Hay tantas y tan distintas razones para encontrarse una vez más con las experiencias humanas, las convicciones, la memoria, los afectos y el cariño. Es desde este lugar, desde donde quiero contar mi testimonio, los vi, a Pancho y a ti, muchas veces; hubiese querido que fuesen más, muchas más, lo que sí, doy fe que siempre conté con una hermosa complicidad de sus humildades potenciadas y a toda prueba de parte de ambos hacia mí. Hay un amor genuino que transmiten y que uno lo recibe siempre.

Los recuerdo a principios de los noventa, juntos, siempre juntos, en todos lados donde había que estar, acompañando a las voces del pueblo contra la dictadura, luchando contra el olvido, en los actos de memoria, los vi juntos, siempre, cuando llegaban con sus hijos, a cantar, cuando se iban de la mano, los críos en brazos, como una tarea colectiva, en la que todos están involucrados, qué lección para todos.

Pasó el tiempo, vino el Sename, las giras, las escenas, los tiempos urgentes, las cosas cambian, pero ellos siempre juntos, allá o acá, no necesitaron más que estar en todos lados, todos supimos de sus voces, todos los conocimos, todos entablamos una conversa, compartimos una canción, un abrazo, no había radios, no había prensa, no había televisión, solo medios subterráneos, periféricos, los que nos mantienen informados. Una época en la que el afán era sólo estar y seguir sin parar…

En un momento se duplicaron, Patty dueña de una voz gentil, brillante, llena de su sonrisa, de un sonido y capacidad expresiva únicos, combinaba con su mirada con su sonrisa firme, un texto siempre potente y completo, su ser cautiva directamente.

Un alma genuina, transparente, que era todo voz. Qué capacidad de percibir el canto, como el canto de un ave que vuela sin tregua por el viento a llenar todos los rincones, la cándida luz que nos hacía falta; Francisco Villa y Patricia Carmona, una ecuación perfecta de compromiso, lucha social, amor, ternura, complicidad, humildad.

En un momento me pregunté ¿cuáles son tus canciones? A estas alturas qué importa, son todas las que salieron de tu boca.

No son muchos los que logran, desde una periferia decidida, sin las obligaciones y códigos desesperados del mercado capitalista, aprovechar las redes que se exigen hoy, sin sello, sin prensa, sin producciones distribuidas por sus canales habituales, sino por un flujo natural y misterioso llegar a ubicarse en el espacio auténtico y vital del corazón del pueblo naturalmente, directamente, consolidando así una visión construida sólo con la voz, las voces y la guitarra. Eso, por sí sólo es ya una entelequia maravillosa y llena de poesía en plena postmodernidad capitalista, comercial y pandémica.

La gracia divina ocurre al momento de morir, es aquel efecto de eternidad, que cubre todos los espacios de la comunidad, que da una especial sensación de elevación del espíritu, es lo que ocurre con el alma grande que explosa hacia todos los sentidos, lo percibimos como emoción, como dolor, de ahí nace la con-dolencia, que cruza muros, cuarentenas y fronteras.

La figura de Patty no pasa ni pasará desapercibida, aunque ningún medio hable de ella, salvo los clandestinos, de las luchas sociales.

Es aún más difícil cuando no queda una grabación de estudio, una producción, sólo la experiencia viva de la música en vivo, sus registros diversos de la imagen y la voz en directo plasmada en un eterno presente que se diluye fugazmente.

La voz, esa que al parecer cantó todos los cantos, de una América doliente, sufriente, pero también alegre y con una alegría que desborda hacia la danza, los ritmos endemoniados del festejo, de la chacarera, del joropo, que nos permiten ubicarnos en la celebración de la vida aunque nos estén robando, humillando, destruyendo y matando de a poco, combinados con los cantos tiernos, profundos, que llenan nuestras emociones y sueños.

La última vez que los vi fue el 25 de octubre de 2019, para la gran marcha, la del millón y medio, nos cruzamos en una de esas calles salvajes de Santiago, ella con su pañuelo amarillo en la cabeza, nos abrazamos los tres, no sé cuánto rato les hice cariño, no sé qué hablamos, quizás lo de siempre, lo de todos, las emociones en vilo, la experiencia total.

Les agradezco la lección, el aprendizaje interior, espiritual que todo esto ha producido, hoy he vuelto a revisar tu muro Pancho y veo más aún, vídeos, fotos, palabras, intentos de estar, de abrazar a la distancia de las cuarentenas, viniendo de todos lados, tantos lados del corazón, del alma, tanto amor, que no es más que el amor que han sembrado sin importar el estado de la tierra, ustedes nos enseñaron que la semilla fértil brota en cualquier parte. Y de vuelta siento que todos hemos intentado estar a la altura, de una inmensidad que nos supera porque somos mucho más pequeños de lo que logramos darnos cuenta.

Sólo queda recuperar el aliento y volver a revisar, los dúos con Juan Quinteros, con Santiago Feliú, con Aurora Feliú, por supuesto con Francisco Villa, volver a escuchar todas las voces que conforman esa voz, ver la emoción de los músicos que te acompañan, del Vicho Seves, del Papo Dintrans y volver a comprender o descubrir cómo se hace para estar, para seguir sin desfallecer, para ser militante de la vida, de la lucha, de todos los sueños, de la revolución y del amor. Hasta que la dignidad se haga costumbre y la ternura llene todos los espacios del alma, del alma nuestra.

(*) El autor es profesor de Música, cantor, compositor, productor y editor musical. Docente del Instituto de Música de la Universidad Alberto Hurtado, magíster en Musicología Latinoamericana.

** Imágenes tomadas del sitio web Trova en Chile/ Video tomado del canal Trova En Chile

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