Al cumplirse el centenario de la muerte de Lewis Carroll en 1998, un ejemplar de libro «Alicia en el país de las maravillas» fue subastado en casi US$2 millones, demostrando el atractivo que mantiene la publicación editada en 1865.
Atractivo que incluye diversas formas de expresión, que van desde la admiración hasta la duda.
Charles Lutwidge Dodgson -nombre real de Lewis Carrolll- es un diácono protestante inglés quien también posee estudios de matemática, lógica y fotografía. Es a través de esta afición que las sospechas entran a formar parte del análisis de su obra.
«Alicia en el país de las maravillas» es la historia de una niña que contiene intensas alegorías vividas junto a satíricos personajes. Calificada en el género de fantasía, lo cierto es que su trama a base del absurdo ofrece potentes y diversas lecturas.
Hasta hace un par de décadas, especialmente cuando se recuerda el centenario de su muerte, Carrol tiene un «buen pasar» por el mundo literario, respetado y muy leído. Sin embargo, en los últimos cinco años salen a la luz pública una serie de dudas y vacíos sobre su vida privada que se dejan entrever desde su obra.
Al morir en 1898 el escritor deja muchos diarios de apuntes, centenares de cartas y fotografías, material con el que sus herederos nunca saben qué hacer. Se trata de cajas y cajas de documentación.
Vestidos «hechos de nada»
Fue sólo a mediados del siglo XX cuando sus biógrafos analizan el material y se percatan de que una parte importante está alterado, mutilado o tachado.
Si bien en un largo primer momento se piensa que eso es producto del descuido o la desprolijidad, interpretaciones de sus libros hacen que varios investigadores se pregunten si lo sucedido con el material del escritor no es más bien una forma de esconder o silenciar algunas cosas.
El hallazgo de algunas fotografías revela su gusto por guardar imágenes de las niñas que frecuenta. Es un entusiasmo que, de acuerdo a sus propios relatos privados, los lleva a fotografiarlas «con un vestido hecho de nada».
Y por su tarea de pastor, Carroll conoce a muchas menores. Incluso siempre anda con una maleta llena de juguetes para entretenerlas. La propia Alice Lidell –la niña de carne y hueso que inspira la historia del famoso libro- recuerda que todo surge desde una constante dinámica de juegos que Dodgson tenía con ella y sus hermanas.
Liddell fue encandilando lentamente al diácono y escritor. Si bien él la conoce cuando ella tiene sólo cuatro años, su contacto casi a diario con la menor y sus hermanas permite verlas crecer y formar parte de sus vidas.
El entusiasmo avanza –incluso- hasta una supuesta petición de matrimonio a los padres de la niña cuando ella cumple 13 años.
Una caja con llaves
En 2013 la editorial española La Felguera presenta el libro «El hombre que amaba a las niñas», en el que se publican parte de las cartas y diarios del autor de «Alicia en el país de las maravillas».
El editor y compilador de los documentos, Servando Rocha, deja claro desde el primer momento que las alteraciones de los archivos de Carroll son efectivos y variados. «No se conserva nada de la documentación correspondiente a los dos o tres años en que dura la fascinación del autor por Alice Liddell», subraya.
Carroll es un hombre de confianza de la familia Lidell. Ellos son los máximos administradores del college Christ Church de la Universidad de Oxford. Sin embargo, de un momento a otro -luego de que el escritor pasa horas y horas, durante varios días de la semana con las hijas de la familia- es obligado a alejarse de ellas. Se le prohíbe, incluso, el ingreso a la casa.
Tras la muerte de Carroll es su hermano Wilfred quien toma la decisión de abrir una cuidada caja existente en el escritorio del autor, único archivo que se encuentra con llave. Lo hallado produce un evidente impacto.
Se trata de varias fotografías cuidadosamente ordenadas en las que aparecen niñas de entre seis y doce años que posan para la cámara de Carroll en diferentes escenarios y posturas, algunas decididamente sensuales. En varias de esas fotografías, además, las niñas están desnudas.
¿Penoso infantilismo?
Carroll no era el único que tenía esa práctica en la época. Se han conocido muchos casos paralelos. Sin embargo, hay hechos que van profundizando aún más las dudas.
Para acercarse a las menores les escribía cartas en las que no es un adulto escribiéndole a una niña. Están desarrolladas de niño a niño. “Cuando hace estos textos se hace pasar por un niño, no es un adulto escribiendo», explica el editor Rocha.
Carroll busca situaciones atractivas, con cierto aire de romanticismo, enmarcadas con gran estética al retratar a sus heroínas, las disfraza, les leee cuentos, les cuenta historias.
La medicina califica en esos años este tipo de actos como un penoso infantilismo. Claramente, hoy la connotación es otra. Pero aún existiendo una mirada más bien de lástima frente a estos seres en inmadurez eterna, igualmente eran condenados socialmente.
De hecho, como se apunta, la familia de Lidell opta por prohibir la relación de Carroll con la menor. Curiosamente, es la opinión que tiene la propia niña sobre la historia que protagoniza el hecho que determina la publicación.
Libro inquietante
Y es que antes de que se les prohibiera seguir viéndose, es la propia Alice Liddell quien insta a Carroll a que edite el libro. Eso ocurre, finalmente, bajo el sello londinense Macmillan. De ahí en adelante la publicación sólo conoce elogios.
Sin embargo, pasan muchos años antes de que el autor pueda entregarle una copia. Alice a la postre se casa, tiene hijos y enviuda. Su compleja situación de mujer sola la obliga a rematar la copia del libro y así financiar sus difíciles días.
Quienes lo adquieren, organizan algunos años después una exposición del libro en la Universidad de Columbia, al celebrarse en 1932 el centenario del nacimiento de Carrol. La casa de estudios estadounidense decide invitar a Lidell como símbolo de «inspiración creadora», por lo cual ella -ya con 80 años- viaja a América.
A pesar de las dudas, nunca hizo ninguna revelación en torno a su relación con el autor del inquietante libro. Desde su publicación, son ya más de 150 años en los que sigue cultivando intensos misterios y secretos.