Cultura y neoliberalismo en Chile: ¿Una relación en retirada?

Un viejo chiste del cineasta estadounidense Woody Allen puede servir como resumen de la manera en que se ha tratado la cultura en Chile durante las últimas décadas: “En Beverly Hills no tiran la basura, la convierten en televisión”. Lo exhibido en la mayor parte de la programación televisiva en el país parece ser un resumidero del mucho ruido y las pocas nueces con que se ha enfrentado la cultura en el país.

En las últimas décadas, no sólo lo social y lo económico se han visto influidos por las preponderantes ideas venidas desde Chicago. La cultura también ha sido víctima del neoliberalismo y en ella se han introducido lógicas más bien extrañas en el quehacer del arte: obsesiva competencia por el público, exacerbada comercialización y permanente marketing se ubican por sobre conceptos como la profundidad de las historias o la originalidad de las propuestas, entre otros aspectos.

“El neoliberalismo no es un nuevo liberalismo, sino una versión empobrecida e interesada de la doctrina liberal. Se trata sólo de la libertad a la hora de entrar y salir del supermercado, a la hora de comprar y de vender, a la hora de llevar adelante negocios con mínimas regulaciones y controles, eludiendo todo lo que se pueda el pago de impuestos, anteponiendo siempre el interés de los inversionistas al de las personas y la sociedad en su conjunto”, señala el profesor universitario y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2009, Agustín Squella.

El académico subraya que el neoliberalismo es contagioso y promueve la adopción de categorías de análisis, lógicas y lenguajes puramente económicos. “El neoliberalismo empobrece la comprensión del mundo”, indica.

La censura privada

En Chile, casi 17 millones de personas van al cine en un año promedio. De ellas, sólo el 5% ve películas nacionales. Casi el 70% de los estrenos proviene desde Hollywood. La cuarta parte de los hogares compra libros y se estima que una persona lee casi tres en el año. Un estudio del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile determina, además, que casi la mitad de la población de nuestro país no entiende lo que lee.

Si bien casi dos millones de personas van a recitales o conciertos anualmente, hay todo un tema no resuelto en torno al acceso a esos espectáculos, dado especialmente por el tema del valor de las entradas. Debido al aumento de la oferta en los últimos años, se estima que el uso de tarjetas de crédito es una manera importante de financiar la presencia en ellos.

En las varias versiones de la Encuesta Nacional de Televisión realizada por el consejo de ese sector, las personas señalan que los grupos con escaso poder social y político –además de las minorías- aparecen con poco espacio en la pantalla y son retratados “peor de lo que son”. Sin embargo, los grupos con más poder e influencia “aparecen más tiempo y con una imagen favorecida”.

Así las cosas, el contexto es complejo para el desarrollo de las expresiones culturales. Por una parte, no hay un público que cuenta con una información adecuada, constante y atractiva, mientras que por -por otra- los espacios no son del todo inclusivos o participativos.

Para el cineasta Cristián Galaz (“El Chacotero Sentimental” y “El Regalo”, entre otras), “Chile no le ha dado ninguna importancia a la cultura”. Como ejemplo señala que la actual ley de Donaciones Culturales sólo profundiza la censura y la manipulación por parte de los empresarios, ya que ellos -al tener autonomía para auspiciar- determinan qué financian y qué no.

“El espíritu de la ley se ha tergiversado profundamente. Manteniendo sus beneficios en impuestos, el mundo privado debería entregar aportes al Consejo de la Cultura o a una instancia a precisar, para que sea ésta la que determine la forma en que esos aportes se inviertan, incrementando los fondos existentes, por ejemplo. Lo que no es posible es que siga pasando es que sean los empresarios los que digan qué es cultura y qué no”, acota.

Potenciar identidades

El destacado experto brasileño Teixeira Coelho, fundador del Observatorio de Políticas Culturales de la Universidad de Sao Paulo y reconocido analista, sostiene que “la cultura es el último territorio en donde se da el combate ideológico”, destacando que se trata de un proceso en movimiento.

El cineasta Galaz reconoce que “hemos ido dejando que el mercado y los privados entren en este terreno, que se lo han tomado con entusiasmo. Ya se habla de la cultura como un bien de consumo, lo cual definitivamente no puede ser”.

La escritora Teresa Calderón (Premio Altazor 2009 con su libro de poemas “Elefante”) cree que el hecho de que el neoliberalismo influya en la expresiones culturales no significa que ellas deban dejarse llevar por el sistema: “Todo lo contrario, pues, creo que la cultura es el espacio de resistencia a un sistema que se ha mostrado perverso e injusto”, señala.

Por su parte, el músico e investigador Tito Escárate (“Frutos del país, historia del rock chileno”, INJ/Fondart, 1993) apunta a la paradoja y el misterio que envuelve la expresión artística: “En toda sociedad con un desarrollo capitalista el arte es mercancía y la obra se tranza como propiedad privada, es decir, tiene un valor de circulación. Sin embargo, a pesar de esta condición, el arte habita en un espacio de libertad distinto y tiene la capacidad de romper las lógicas del poder”, explica.

¿Y para qué se necesita el desarrollo de la cultura en un país? “Cuando leemos, vemos una obra de teatro o de danza, cuando vamos a una exposición, a un concierto o a una ópera, nos sentimos verdaderamente seres humanos que logramos contactarnos con nosotros mismos, advertimos la precariedad de nuestra naturaleza humana y bajamos de los limbos de la soberbia y de los estrados del poder y del dinero”, enfatiza la escritora Calderón.

Para la cantautora Tita Parra (nieta de Violeta e hija de Isabel) “en Chile la cultura está olvidada y se pretende usar como negocio, no se fomenta la lectura y los libros son caros. El neoliberalismo estimula una cultura Mcdonald, idiotizante y consumista”.

Por ello, Escárate enfatiza: “Mientras para el neoliberalismo la diferenciación de las personas sólo tiene como meta la segmentación del mercado, la cultura encaminada desde perspectivas púbicas tiene como gran objetivo la representación de la identidad. A pesar de que la obra cultural opera en el espacio del capital, es una instancia absolutamente crítica y los artistas se las arreglan para ponerlas en circulación por los propios medios y redes de la modernidad”.

Imagen: ElQuidDeLaCuestion.com.ar

La formación de audiencias

“Hoy vivimos un nuevo período de inflexión y de cambio”, cree el sociólogo, periodista y gestor cultural Arturo Navarro (director del centro cultural Estación Mapocho).

“Las movilizaciones sociales, a través de sus motivaciones por una mejor educación, también son una demanda cultural. Tenemos una deuda con el acceso de la cultura hacia más personas y en eso hay que trabajar nuevas herramientas. Este contexto de discusión y debate que vive el país nos permite volver a soñar. Hay que profundizar la democratización cultural. Se trata de un desarrollo que tiene que llegar a toda la sociedad”, subraya.

El tema, entonces, es formar audiencias capaces de valorar a los creadores nacionales y que no sólo sean impactadas por fuertes y casi omnipresentes campañas de publicidad. “Se deben generar fórmulas de educación entusiastas y transversales. Es un trabajo lento y organizado, que debe tener un perfil esencialmente imaginativo, con una lógica de ritual entre la reflexión y la fiesta”, recalca la escritora Teresa Calderón.

“Es imprescindible colaborar a la formación de audiencias críticas e ilustradas, aunque esta segunda palabra suene anacrónica a nuestros intelectuales criollos posmodernos, que en algún momento creyeron que consumir era el único, definitivo y exitoso camino hacia la felicidad de los individuos y el desarrollo de los pueblos”, enfatiza Squella.

El ideal sería que el viejo chiste de Woody Allen no tuviera mucha gracia en Chile. Y que -parafraseando a Eduardo Galeano- la problemática del neoliberalismo no estuviera en la barriga de la solucionática…

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