Un transversal sentimiento de congoja cruza por la industria editorial chilena: la pronta partida de la destacada ejecutiva María Elena Ansieta, más conocida como Malala.
De personalidad abierta y directa, simpatía, entusiasmo y optimismo constante, su presencia en labores de prensa, comunicaciones y producciones en diversas casas editoriales en Chile es constante en las últimas tres décadas. Se ubica como una voz respetada. Pero siempre desde la admiración y la empatía, algo que ella derrocha por doquier en su fructífera trayectoria.
Con estudios en filosofía e historia del arte, Malala se centra tempranamente en el mundo de los libros. Primero en tiendas del ramo y luego en casas editoriales.
Altamira y Librerías UC, entre las primeras, y Penguin Random House y Planeta, entre las segundas, son algunas de las instancias más reconocibles en las que se desempeña. Forma parte también en varios cursos de especialización académica, compartiendo así su intensa experiencia.
Vende libros, desarrolla estrategias de márketing, encabeza las relaciones públicas, coordina entrega de originales, administra agendas para entrevistas, acompaña a escritores a eternas firmas de libros, identifica sellos editoriales que pueden funcionar, conversa, apoya, está presente. María Elena Ansieta ocupa varios espacios en su actividad editorial y en cada uno de ellos su marca es indeleble.
Las redes sociales dan cuenta de esa entrañable forma de ser. «Para ella los libros eran una fuente de vida. Somos muchos los que lamentamos que ya no vaya estar más», anota el periodista y escritor Óscar Contardo en Twitter. En la misma red social, el escritor José Ignacio Valenzuela dice: «No puedo creer que se nos haya ido Malala. Era demasiado grande, regia, risueña, inteligente y fabulosa como para partir en un año tan de mierda como éste».
La lista de pensamientos en esa línea es larga, lo que da cuenta de la calidad humana y profesional de Malala.
El reconocido poeta Raúl Zurita apunta -también en Twitter- «que te sea leve el paso, que estén los ángeles de todos tu amores esperándote». La periodista Verónica San Juan, en tanto, recuerda: «Malala iluminaba el patio del Campus Oriente en esos difíciles años de la década del 80. Los iluminaba con sus abrazos y sus ropas llenas de colores». Por su parte, para la destacada escritora y periodista Alejandra Matus, Malala «es la hermana que siempre quise tener».
Jovana Skármeta, otra destacada mujer del mundo editorial -contemporánea de Malala y también cultora de esa poca presente mezcla de eficiencia y amabilidad- recuerda en las redes que Malala es «la mejor, la amiga de todos, la que acompañó a tantos autores. Nadie como ella representa el mundo del libro».
«La vida líquida»
Además de todas sus destacadas cualidades, Ansieta queda en la memoria del mundo editorial -al menos- por dos grandes momentos: cuando un juez ordena el arresto de los ejecutivos de la editorial Planeta por publicar «El libro negro de la justicia chilena», de Alejandra Matus. Y por la decisión de presentarle Pedro Lemebel a Roberto Bolaño.
En el primer caso, Malala debe asumir con entereza un rol coordinador general, mientras -en plena democracia (abril del año 1999)- los dos máximos ejecutivos de la prestigiosa editorial Planeta van presos por publicar un libro. El caso llega hasta el relator para la Libertad de Expresión de las Américas (instancia de la Organización de Estados Americanos, OEA). El representante indica que para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos existe incompatibilidad entre las leyes de desacato, como la utilizada en este caso, con la Convención Americana de Derechos Humanos. «Esta práctica supone un límite a la expresión de ideas y se presta al abuso», dice el funcionario internacional.
En el otro caso, Ansieta cumple un maravilloso nexo entre dos titánicas figuras de la escritura chilena: presenta Lemebel a Bolaño, produciéndose ahí una química inmediata y un intenso respeto mutuo. El escritor avecindado en España denota en su colega nacido en el Zanjón de la Aguada un talento innato, salvaje e incomprendido. Casi un alma gemela.
A través de su Instagram, Malala no deja de comentar libros, aconsejando lecturas atentas y autores potentes. No importa si no son de la casa editorial en la que trabaja. Todos saben que Malala es y seguirá siendo una figura transversal en la industria. Un ejemplo que, por cierto, debe ser recordado y seguido siempre. En las complejas aguas del mundo actual, a veces la industria del libro olvida que forma más parte de la cultura que del mercado.
De hecho, una de las recomendaciones recientes de Ansieta es «Vida líquida», profundo ensayo del escritor polaco-británico Zygmunt Bauman. Ella anota: «Este libro afirma que vivimos una vida sin rumbo determinado, al perder la solidez que antes manteníamos frente a ciertos conceptos de la vida (…) La realidad líquida consiste en una ruptura con las instituciones y las estructuras fijadas».
Activa y consciente como es, Malala se conecta con el estallido social de la forma en que ella sabe hacerlo: desde la cultura literaria. Compartida en las redes es su imagen en plena Plaza Dignidad, portando un cartel de esos que quedan para la posteridad: «Cuando se lee poco, se dispara mucho». En esa oscuridad en la muchos quieren jugar desde arriba, el mensaje de Malala es certero: la profunda necesidad de potenciar la lectura como verdadero acto de revolución.
Nunca desde la soberbia
El recuerdo que deja Malala queda imborrable. Planeta dice en las redes sociales que «la industria editorial chilena está de luto y -con profundo pesar- lamentamos comunicar su partida». Penguin Random House, en tanto, apunta que «con el profundo pesar de todos quienes amamos los libros, despedimos a una mujer excepcional y que siempre nos seguirá inspirando». La propia Cámara Chilena del Libro describe a Malala como «una gran mujer, una tremenda representante del mundo del libro, te recordaremos siempre».
En Cultura y Tendencias guardamos un recuerdo gratísimo de ella. Desde los primeros esbozos periodísticos alternativos que derivan en este proyecto -partiendo el año 1995 hasta ahora- Ansieta apoya, contacta, orienta y aconseja. Siempre con una justa y admirable mezcla de claridad, conocimiento y afecto. Nunca desde la soberbia.
Va a quedar pendiente ese encuentro entre ella y esta revista, medianamente pactado a través de Instagram. Mientras tanto, los libros quedan como el centro de su mensaje. Es lo que, sin duda, ella quiere.
*** Las imágenes utilizadas han sido tomadas desde Twitter. No pertenecen a Cultura y Tendencias.