Poeta Luis Beiro y sus raíces líricas: «En Cuba siempre la música se ha dado la mano con su poesía»

(Por María Luz Crevoisier, desde Perú)

Ser un migrante a veces suena a convertirse en un ser espurio, un rechazado en el lugar donde se pudo recalar momentáneamente o para siempre. Este fenómeno visible de manera especial en los últimos tiempos por causas diversas, se repite -en rigor- con una abrumadora constancia en la historia del mundo.

En medio del mar de cifras que dan cuenta de cómo las personas migran por el planeta, se conocen casos de personas que logran asimilarse en ese nuevo pueblo al que llegan, convirtiéndose en parte suya, consiguiendo lo que no le fue posible en su tierra natal o prosiguiendo con lo que ya se había iniciado.

Cuba ha sido uno de los países latinoamericanos (junto a Haití, Nicaragua y El Salvador, sin descontar a Perú, Chile, Argentina y después Venezuela), que más emigrantes suman en varias décadas, como consecuencia de los cambios políticos que se dieron en la isla. Aunque no es menos cierto que la historia y sus contradicciones ideológicas inciden en el desarrollo de los pueblos de todo el continente americano.

De izquierda a derecha/ Poetas Nicolás Guillén, Carlos Loveira, Julián del Casal, José Lizama Lima, Manuel Zequiera y Arango y José María Heredia.

Historia de una vida

Luis Beiro Álvarez (La Habana, 1950) es uno de esos afortunados personajes que logra aclimatarse en la tierra que lo acoge desde 1992. Y por eso se respira en él dos claras nacionalidades: la cubana y la dominicana.

Aunque es licenciado en Derecho en la Universidad de La Habana, la poesía lo entusiasma y lleva adelante una bibliografía intensa, en la que destacan publicaciones como “En las líneas del triunfo” (1975), “En este meridiano” (1977) y “Jornada” (1979), entre varias otras.

En Santo Domingo edita durante las últimas décadas “Libro de Luis Ernesto” (1994), “Loco de Azul” (2002), “Con ojos de fantasma” (2009) y otros más que le significan obtener el año 2000 el Premio Caonabo de Oro, otorgado por la Asociación de Escritores y Periodistas de República Dominicana.

En su país de acogida también abraza el periodismo, convirtiéndose en editor y director de los suplementos literarios que funda: «Tertulia» (1997/98) y «Lectura de Domingo «(1999/2000).  Ha sido director del reconocido periódico Listín Diario, desempeñándose actualmente como su editor de Cultura y responsable del suplemento on line del matutino “Lecturas de Domingo”. Es además editor de la colección LoQueLeo del Grupo Santillana de República Dominicana.

Llegada de los españoles a Cuba.

La leyenda de Juana

Cuba, no es sólo esa isla ubicada frente a las costas de Florida (Estados Unidos), en el Mar Caribe y un conjunto de leyendas de piratas y bucaneros. Porque antes de que un viajero genovés llegara a sus costas el 27 de octubre de 1492 y la bautizara como “la tierra más bonita que hayan visto ojos humanos”; migraciones provenientes de América Central, Norte América y de Sud América, la poblaron creando una historia que se pierde en el tiempo. Como recuerdo queda el nombre del cacique taíno, Hatuey Bararoa, uno de los pocos que sobrevive a la gran matanza de los colonizadores de la isla llamada Juana, en honor a la hija de los reyes católicos.

En el siglo XVII llegan al lugar nuevos pobladores, los esclavos africanos, que suplen la mano de obra de los escasos aborígenes que quedan. A partir de ese momento se construye la fisonomía actual de Cuba, creando una cultura mestiza dadora de manifestaciones culturales sobresalientes en la música, letras y la danza especialmente, las que trascienden más allá de sus fronteras.

En ese contexto, las letras cubanas ocupan un puesto de honor en nuestra América con nombres como José Martí, Gertrudis Gómez de Avellaneda, Nicolás Guillén, Alejo Carpentier (propuesto al Nobel y ganador del Premio Cervantes en 1977) y José Lezama Lima, entre otros y otras.

Los cronistas, esos precursores del periodismo narrativo y de investigación, fueron los primeros en reseñar lo que veían y escuchaban en aquellos pueblos ubicados al oeste de sus mapas. Uno de ellos, Bartolomé de las Casas en su conocida “Historia de las Indias” relata pormenores de costumbres, ideologías, modus vivendi y lengua de los aborígenes siboneyes, tainos y guanahatebelli, entre otras etnias asentadas en Cuba.

Poeta Mirta Yáñez.

Nombres y renombres

Haciendo un breve repaso, encontramos los nombres de José Heredia y Heredia, conocido también como José María Heredia y Campuzano, considerado como el primer poeta romántico de América y uno de los más importantes de la lengua española. Julián del Casal y de la Lastra, máximo poeta modernista. Y ya saltando al presente, Leonardo de la Caridad Padura Fuentes, periodista y guionista de temas policiales. «El hombre que amaba a los perros” (2009) es una de sus reconocidas creaciones.

Caso singular es el de Juan Francisco Manzano (Matanzas 1797/1856), poeta africano que escribe dos poemarios y una autobiografía siendo esclavo. Este último es un texto único de protesta en contra la esclavitud y un documento que sirve para conocer la etapa colonialista cubana.

Entre otros escritores, citamos también a Julián del Casol, José Manuel Panda (modernismo finesecular), Dulce María Loynaz (intimismo simbólico), Emilio Ballagas (neoromanticismo). En la dinámica del llamado intertextualismo, por ejemplo, se ubican las creaciones de Nicolás Guillén.

No podemos olvidar a Guillermo Cabrera Infante, Severo Sarduy, Reinaldo Arenas, José Lorenzo Fuentes, siendo solamente algunos ejemplos, ya que la lista es poderosa y casi interminable. Cuba ha producido un continente de escritores y poetas, además de compositores.

A partir de 1959, con el triunfo revolucionario, la narrativa da un nuevo giro. Si la generación del 50 es testimonial, costumbrista y citadina (Leonardo Padura, Reinaldo Montero, Mirta Yáñez) con el nuevo movimiento aparecen narradores comprometidos, que priorizan lo social y lo político: Alberto Garrandes, Jorge Angel Pérez, Alejandro Alvarez Bernal y Alberto Garrido son algunos nombres que ejemplifcan esta dinámica.

Para adentrarse al rico proceso cultural de Cuba conversamos con el poeta Luis Beiro, quien desde República Dominicana no pierde el nexo con su tierra natal. Es que ha sido testigo y parte importante de ese proceso.

Listin Diario

Además de poseer uno de los paisajes más encantadores de América, Cuba acoge muchas etnias llegadas de variadas migraciones. Sin embargo, estos ancestros han quedado prácticamente abolidos por el colonialismo y el traslado de esclavos africanos. ¿Algún rezago se siente aún en sus letras? Porque la presencia afro sí es fuerte y permanente.

– Nicolás Guillén es un poeta fundamental en la cultura cubana. No solo es el máximo exponente de la poética de la negritud, sino un cantor de muy pocos seguidores en el ámbito de las letras insulares. Su gran amigo, el poeta Marcelino Arozarena, fue de los pocos que parte de su legado para dejarnos algunos textos de importancia en la lírica cubana, pero siempre detrás de la obra de Guillén.

La poesía negroide de ambos no proponía el folclor, sino una advertencia sobre la importancia de la raza en el surgimiento de la identidad caribeña. Su primer poemario, «Motivos de son», es publicado en 1930 en el suplemento cultural del primer periódico de Cuba, El diario de la Marina. Son ocho textos antológicos que conmocionan a la sociedad cubana.

Algunos declamadores, actores y músicos del mundo de la farándula no supieron distinguir la gran impronta de su autor y difunden sus versos en versiones populistas que molestan mucho a su creador. Algunos de sus textos posteriores, sobre todo los circunstanciales como “Tengo” -por ejemplo- han perdido vigencia.

Quizás por la llegada de varios grupos europeos, españoles o franceses la vida intelectual no es muy notoria hasta el siglo XVI con la aparición de los primeros periódicos. ¿Desde cuándo se inicia el movimiento poético y narrativo en Cuba?

– El primer gran poema cubano del que se tengan noticias es «El espejo de paciencia», del emigrante canario Silvestre de Balboa (1563-1649). El autor se desempeña como escribano en el Cabildo de la Villa de Puerto Príncipe. Las letras cubanas vuelven a llamar la atención con el drama en versos «El príncipe jardinero y Fingido Cloridano», escrito posiblemente a finales del siglo XVI y publicado en 1820, de acuerdo a la investigación del eminente crítico cubano José Juan Arrom.

Esas y otras propuestas literarias conforman los antecedentes de la poesía cubana, con fuertes raíces formales españolas, lo cual es lógico: el país en esos momentos es una próspera colonia ibérica y sus literatos tienen acceso privilegiado a publicaciones y formas de decir peninsulares.

Sin embargo, ya en el siglo XIX toman forma movimientos autóctonos antillanos que proponen una visión muy cubana, desde el punto de vista rural. Me refiero al Criollismo y al Siboneyismo. ¿Nombres? José Manuel Poveda, Juan Cristóbal Nápoles y Fajardo (El Cucalambé), Manuel de Zequeira y Arango, Manuel Justo de Rubalcaba y Manuel María Pérez. Hay muchos más, por cierto.

Entre algunos poetas románticos cubanos de distintas etapas destacan José María Heredia, nacido en Santo Domingo; Gabriel de la Concepción Valdés, conocido como Plácido; José Jacinto Milanés y Gertrudis Gómez de Avellaneda. Se integran después Rafael María de Mendive, Joaquín Lorenzo Luaces, Juan Clemente Zenea y Luisa Pérez de Zambrana, entre otros.

Imagen tomada desde el sitio web de Exedra Books.

Los cronistas fueron los primeros narradores, pero -posteriormente- surge un gran movimiento con figuras notables como Julián del Casal y José Martí.

– Fue el Modernismo, como bien señalas, el primer gran movimiento literario cubano con repercusión internacional. Rubén Darío escribe páginas ilustres sobre sus dos grandes figuras: Julián del Casal y José Martí. Es a partir de este momento que Cuba despunta como una potencia poética en ascenso, junto a sus valiosos predecesores.

Alejo Carpentier siempre seguirá siendo uno de los más grandes referentes de esa narrativa que recoge la vida , tradiciones y el habla de los esclavos, pero ¿quienes lo hacen del habitante cubano de las ciudades? 

– La obra narrativa de Alejo Carpentier no sólo evoca sucesos caribeños relacionados con la esclavitud. Muchas de sus novelas como «El acoso», «Concierto Barroco» y «La Consagración de la Primavera», son de carácter urbano, con personajes citadinos, en conflicto permanente con ellos mismos por la trascendencia de sus actos. Si me pides narradores de principios del siglo XX que traten también el tema del cubano en las ciudades, debo mencionarte al villaclareño Carlos Loveira y al médico habanero Miguel de Carrión. Sin embargo, la gran novela cubana se escribe en el siglo XIX por el vueltabajero Cirilo Villaverde. Su historia fue llevada al cine, al teatro y a la ópera bajo el mismo título de la obra literaria: «Cecilia Valdés».

De izquierda a derecha/ Poetas Carilda Oliver, Cira Andrez, Dulce María Loinaz, Gertrudis Gómez de AVellaneda y Luisa Pérez de Zambrana.

Las mujeres tuvieron y tienen un espacio especial y único: Gertrudis Gómez de Avellaneda, es uno de los referentes más interesantes por su peculiar forma de ser. ¿Hay otras Gertrudis cubanas? Dulce María Loynaz, es otro ejemplo de creatividad femenina. ¿Quiénes más y qué papel juegan hasta antes de la Revolución? ¿Existen escritoras y poetas post revolución?

– La mujer cubana siempre ocupa un lugar preponderante en las letras nacionales. Tienes razón cuando mencionas a la exquisita Gertrudis Gómez de Avellana como una precursora muy importante. Después de ella te puedo mencionar a Mercedes Matamoros, Luisa Pérez de Zambrana y Juana Borrero, pero fueron muchas más.

Desde su surgimiento, la poesía cubana escrita por mujeres no fue lastimera ni sumisa. Los cantos de rebeldía e igualdad sobresalen en sus temas. Ya en el siglo XX no debemos olvidar a la gran poeta erótica cubana, la matancera Carilda Oliver Labra; a la militante comunista de depurada orfebrería, Mirta Aguirre; a Fina García Marruz, fundadora del grupo Orígenes, Premio Príncipe de Asturias.

Y aunque no nace en Cuba, no se puede olvidar a Camila Henríquez Ureña, hermana del gran humanista dominicano Pedro Henríquez Ureña, consagrada como profesora de Literatura de la Universidad de La Habana y forjadora de varias generaciones de escritoras cubanas. También deben ser mencionadas Rafaela Chacón Nardi, Cleva Solis y María del Villar Buceta y muchísimas más.

En la Revolución, la mujer cubana adquiere otra dimensión no tanto por su filiación política, sino por la búsqueda de nuevas formas de expresión. Algunos nombres son Nancy Morejón, Georgina Herrera, Lina de Feria, Uva de Aragón, Mirta Yañez, Excilia Saldaña, Lourdes González, Cira Andrés, Odette Alonso, Damaris Calderón, Soleida Ríos, Minerva Salado, Daína Chaviano, Chely Lima, Teresa Melo, Reina María Rodríguez y Teresa Hernández.  Y eso que aquí no incluyo narradoras, ensayistas y dramaturgas, que son muchas.

¿Qué nombres de grandes poetas como José Martí o José Ángel Buesa, ambos exiliados, poetas y patriotas hallamos en la isla? ¿Cuáles fueron sus ediciones? ¿Qué periódicos fomentaban la creatividad literaria y poética?

– A mi modo de ver existen tres hechos fundamentales en la poesía cubana, fuera de los vaivenes de la política. Primero, el éxito editorial del poeta cubano José Ángel Buesa, único bardo en las letras hispanas que ha logrado vender más de dos millones de copias de sus libros de versos. En una de sus giras internacionales decide no regresar a Cuba por el ataque despiadado que sufre de parte de poetas mucho menores que él, envidiosos y mezquinos. Nicolás Guillén lo respeta y siempre fue su amigo.

El Premio Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez, a raíz de su viaje a Cuba, publica la antología «La poesía cubana de 1936», compendio que remueve las cimientes de la Lengua Española. Nunca antes se había difundido en la Madre Patria, en bloque, un extenso grupo de poetas iguales o mejores que los cantores cervantinos.

El tercer hecho es la creación de la revista “Orígenes”, proyecto literario más trascendente que conozcan las letras del Nuevo Mundo. Su director fundador, José Lezama Lima, se considera el maestro de la poesía cubana, condenado al ostracismo por el régimen revolucionario, entre otras causas, por su opción homosexual.

Ahora bien, desde el punto de vista político hay dos hechos que dividen a los poetas e intelectuales cubanos.

El primero, es el surgimiento del suplemento cultural «Lunes de Revolución», dirigido por Guillermo Cabrera Infante, considerado como un “panfleto” contra el gobierno. Sin embargo, llega a ser una escuela de creatividad, abierta a todas las tendencias y autores. Esto molesta mucho al régimen.

El segundo es el juicio al poeta Heberto Padilla delante de sus propios compañeros en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, donde el esteta fue obligado por la Seguridad del Estado a acusarse a sí mismo por las ideas de sus versos.

La Revolución Cubana marca un cambio radical en modos y formas. Pero no todos los autores asimilan ese llamado compromiso político y crean uno nuevo, muchas veces testimonial y que aborda por primera vez el homoerotismo, siendo el escritor Reynaldo Arenas uno de sus más notorios representantes. ¿Cuál es la línea posterior a este movimiento? 

– Reynaldo Arenas fue un gran novelista, poseedor de una obra que lo sobrevive. Lamentablemente, surge en tiempos no propios para dimensionar su ética creativa dentro de la isla. Aunque hoy se diga lo contrario, el régimen cubano considera al homosexual como un ser peligroso, ajeno a los intereses políticos de una “sociedad socialista”. Cuba es un país machista. Su “Revolución” tampoco ha dejado de serlo. Es muy lamentable que muchos creadores y cineastas que actualmente viven en Cuba, sean discriminados por el contenido de sus obras y por sus preferencias sexuales.

El Premio Casa de las Américas se considera un logro del cambio. Son muchos los premiados, pero -le pregunto- ¿necesariamente tienen que pertenecer a la izquierda? ¿No se restringe la creatividad así?

– El Premio Casa de Las Américas es un referente importante para las letras iberoamericanas en vida de la presidenta de esa entidad, Haydee Santamaría. Después de su muerte, ha ido declinando en importancia y muchos de sus galardones no se corresponden con el prestigio de los laureados con anterioridad. Diría: “Ayer maravilla fui y hoy sombra de mí no soy». Cuando la política cultural la dictan entes culturales al servicio “de”, suelen existir, como en este caso, fisuras lamentables.

Poeta Elena Tamargo (1954-2011).

¿Qué influencias importantes aporta Cuba en el campo de las letras a través de sus etapas más importantes, pero sobre todo durante la que va desde los inicios de la Revolución hasta la fecha? ¿Cree que positivo ese aporte o -al contrario- ha marginado otras corrientes que quedan anuladas?

– No creo que el triunfo de la Revolución haya significado un borrón y cuenta nueva para las letras cubanas. Por el contrario, pienso que el régimen instaurado en enero de 1959 propicia un estancamiento de sus raíces anteriores.

Los escritores que sientan escuela en literatura de ficción post revolucionaria como Guillermo Cabrera Infante, Severo Sarduy, Reynaldo Arenas, Antonio Orlando Rodríguez, Eliseo Alberto, Raúl Rivero, Osvaldo Navarro, María Elena Cruz Valera, Calvert Casey, Daína Chaviano, Andrés Reynado Suarez, Alberto Serret, Chely Lima, Elena Tamargo y muchos más, abandonan Cuba. Y al hacerlo, el gobierno los tilda de “enemigos” y decreta la censura de sus libros.

Al triunfo de la Revolución Cubana existe una generación literaria definida, la de los años 50, y un movimiento poético sin igual en las letras hispanas: Orígenes. El triunfo de la Revolución pone de moda los ajustes de cuentas, ambiciones literarias, la imposición soslayada de temas patrioteros, un coloquialismo de segunda mano, la autocensura y el no reconocimiento a los nuevos valores con talento. Impide el aplauso internacional a los valiosos literatos que quedan dentro de la isla. Todos “se comen” entre sí dentro del “vientre del pez”.

Músico Carlos Varela (Foto original de CNN).

La música es otro renglón importante en la historia de Cuba. Desde las hermosas habaneras hasta la Sonora Matancera concluyendo con la Nueva Trova, con Pablo Milanés, Silvio Rodríguez, Vicente Feliú, Noel Nicola y Leo Brouwer -entre otros- a la cabeza. Estas expresiones dejan su marca en América, pues hasta hoy se siguen interpretando. ¿Cómo explica esa influencia y esa permanencia?

– En tu listado faltan algunos nombres fundamentales de la Nueva Trova Cubana. Cito a Pedro Luis Ferrer, Sara González, Carlos Varela, Eduardo Ramos y Manolo Calviño, entre muchos. Lo que pasa es que los listados son muy peligrosos porque sólo incluyen nombres “sonoros”, aunque debo decir que Silvio Rodríguez es un gran cantautor. Personalmente, disfruto sus temas.

Cuba siempre ha sido una potencia musical por excelencia. Tiene al mejor compositor e intérprete de la música popular de América, el Beny Moré (con una sola “n” para cubanizarlo más aún). Es la patria del son, el danzón, el contrapunto, la habanera, el feeling, el mambo, el chachachá, la guajira y se disputa con México la paternidad del bolero.

Poeta Luis Beiro (foto original de Ricardo Hernández – Blog Lecturas íntimas – de Mitri Jiménez).

La mayoría de sus creadores no son un dechado de virtudes académicas. Son gentes humildes, de barrio, que llegan a la música de manera autodidacta. Movimientos literarios cubanos como el Romanticismo y el Modernismo influyen y los motivan a escribir letras antológicas que le han dado la vuelta al mundo: “Contigo en la distancia”, de César Portillo de la Luz, “Nosotros”, de Pedrito Junco, “Patricia”, de Dámaso Pérez Prado y “El bodeguero”, de Richard Egües. Aunque el ego de nuestros literatos diga lo contrario, siempre la música cubana se ha dado la mano con su poesía.

Hoy existen nuevos nombres y movimientos dentro de la isla que muy pronto veremos brillar. Ya no hay piedras que los detengan.

Cantautora cubana Sara González / 1951 – 2012 / Tema: «Su nombre es pueblo» / Tomado de Youtube

 

 

*** Foto principal tomada desde el sitio web de Listin Diario.

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