Los flaites con cuchillos y los flaites con amenazas: Lo que Chile debe debe dejar de lado

Las redes sociales estuvieron dominadas este fin de semana en Chile por imágenes muy disímiles en apariencia, pero muy comunes si se miran con profundidad.

En unas se ve a un joven, aparentemente delincuente porque está armado de un cuchillo, con el cual agrede a guardias de seguridad de un supermercado en la comuna de Colina, ubicada al norponiente de Santiago.

El hábil joven pone en aprietos a los cuidadores del local hiriendo a un par y haciendo uso del arma blanca sin miramiento alguno. La sangre forma parte del piso como evidente testigo de cómo la punzante cuchilla ha penetrado varias veces las pieles humanas.

En las otras imágenes se ve a un viejo político, aparentemente decente porque no está armado, pero que agrede a los periodistas que le formulan legítimas preguntas en un programa de TV sobre el actuar de sus hijos en la vida pública del país.

El hábil viejo político pone en aprietos a los periodistas del espacio televisivo haciendo uso de su principal arma: la amenaza. «Si no hacen lo que me gusta, se acaba la entrevista», repite. Y los ruegos de la conductora asemejan la sangre que se ve en el piso del supermercado de Colina.

El actuar del joven y del viejo resultan evidentemente flaites. Y constituyen las actitudes críticas clave que generan el clima de desencanto sociocultural que existe en Chile desde el estallido del 18 de octubre de 2019. Contra ese tipo de formas de actuar es que surge el estallido.

El joven con el cuchillo hace uso de una violencia inaceptable. El viejo político con las amenazas hace uso de una violencia inaceptable. Probablemente ambos tengan varias personas que los defiendan, pero lo cierto es que deben observarse los hechos con detención.

Ambas formas de actuar no aportan a los objetivos colectivos que hoy requiere el país, no constituyen ejemplos de solidaridad social ni menos son mecanismos de acción con los que se construye una comunidad confiable.

El cuchillo del joven y las amenazas del viejo político son el despeñadero de Chile. Con uno se enciende el caos y con la otra se cosecha injusticia. Ambos elementos constituyen la mejor receta del fracaso social de un país, esa profunda caída moral que ni los recuadros a colores ni los archivos Excel de buenas cifras económicas pueden esconder.

La plena comprensión de este punto permite entender cuáles son las reales alternativas que deben tomarse hoy en Chile. Ni el cuchillo ni las amenazas son el camino.

1 Comment

  1. Luis rojas 23/02/2021 Reply

    Excelente el análisis del par cito de FLAITES, más grave lo sucedido con el flaite, viejo político, aún cuando el hambre, la desesperación y las injusticias no justifican el uso de la cuchilla.

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