«Todos debemos brillar con singular habilidad» dice una canción de la obra de teatro “La cigarra y la hormiga, lo que no se vio”, basada en la tradicional fábula del autor griego Esopo y que -posteriormente- fue recreada por el escritor francés Jean de La Fontaine y también por el autor español Félix María Samaniego.
Esta nueva versión teatral, escrita por los jóvenes dramaturgos chilenos Ángela Zamorano y Sebastián Seves, propone una dinámica reflexión social y una nueva valoración de la cultura, a través de variadas disciplinas artísticas como la música, la danza y las artes visuales.
Producida por la compañía Meridiano Zero, la puesta en escena ha efectuado un considerable recorrido por diversas instancias nacionales, obteniendo positivos comentarios.
«La idea surge luego de que tanto Sebastián Seves como yo coincidimos -por ahí por el año 2012- en volver a Chile luego de estar un tiempo en el extranjero y darnos cuenta de cómo ciertos valores parecen ser muy importantes en nuestro país, pero que en otras partes están más relativizados», cuenta la también directora Ángela Zamorano.
En ese sentido, la obra propone un mensaje nuevo a los niños, pues sus creadores consideran que son ellos los que deben dar un paso más adelante en esta reflexión. Se trata de una dinámica que como grupo vienen desarrollando desde hace algún tiempo.
«En Barcelona, por ejemplo, hicimos ´La Cenicienta ya no espera´ y ahí el personaje central de la adolescente desarrolla una vida sin estar a la expectativa de un príncipe azul ni la ayuda de hadas madrinas», señala Zamorano.
En el caso de “La cigarra y la hormiga, lo que no se vio” la propuesta avanza en esa línea, en cuanto a su mirada moderna. En la interpretación popular de la fábula, el personaje Cigarra se relaciona con una figura floja y desdeñosa, que no le importa el futuro, dedicada al arte y al ocio, es decir, «que no hace nada».
Mientras que el personaje de la Hormiga, por el contrario, valora el trabajo extremadamente dedicado y permanente, porque -se supone- da frutos y réditos.
«Pero esta historia enfrentada a la realidad de Chile, por ejemplo, no resulta del todo cierta. La gran mayoría de la gente que trabaja laboriosamente toda su vida no se puede dar gustos o placeres una vez que termina su período laboral», apunta Zamorano.
Dice que el choque surge en ellos al ver la comparación con la experiencia que traían desde afuera. «Nos llamó la atención ver tantas personas adultas mayores trabajando, eso no tenía sentido con la idea de la hormiga en la fábula», explica la directora.
El segundo aspecto que destaca esta versión es valorar de manera más profunda el trabajo del arte. «En mi caso venía llegando desde España y si bien no se trata de una sociedad tan desarrollada como la sueca, la mirada en torno a quienes se dedican a la cultura es muy distinta a la que existe en Chile», señala Zamorano.
«Quien trabaja en esta área forma parte de la Seguridad Social, se ve como un oficio como cualquier otro. En Chile aún se respira el estigma de que quien se dedica a la cultura no hace nada», enfatiza.
Por eso, la obra toma la fábula original y potencia los valores que se despliegan ahí de una manera actualizada. Las decisiones artísticas que se toman parten de una premisa esencial: apelar al niño o niña que tod@s llevan dentro.
«Centramos la importancia de entender tus talentos con los talentos de los otros, subrayando la inclusión. Buscamos también que se aprenda y se valore al otro, porque así se da la colaboración. En la medida que entiendas que siempre puedes aprender del otro, las relaciones se dan de manera más horizontal y respetuosa», explica la directora.
De hecho, la obra se ha mostrado en diversos colegios, instancias infantiles y festivales de teatro, recogiendo siempre positivos comentarios. En un sistema educacional bastante plano, con niñ@s que cargan con autoestimas muy bajas, la puesta en escena muestra nuevas alternativas en las que ell@s pueden sentirse identificad@s.
«Sobre todo, en el espacio que puede ocupar cada uno en sus comunidades y la importancia del aporte de cada cual, con sus diferencias propias, para convivir y trabajar colectivamente en el desarrollo de objetivos comunes. La obra genera un espacio lúdico, pero muy práctico. Y resulta muy impactante en mejorar la convivencia escolar allí donde la hemos mostrado. La guía educativa es muy efectiva en ese sentido. Luego de que la hemos dado, se mejora en esos grupos la asistencia a clases, la convivencia y la participación», comenta Zamorano.
La guía educativa de la obra está pensada en la primera infancia -niñ@s desde pre kinder a cuarto básico, esencialmente- efectuada por una profesora. La idea no es infantilizar a l@s menores, por lo que las herramientas utilizadas les permite entender de manera natural los procesos, de manera que sean ell@s quienes saquen sus propias lecturas.
«No se trata de entregar la estructura facilista del personaje «bueno» y el personaje «malo». Todas las personas poseen ambas características, por lo que lo valioso es aprender a conocer sus virtudes para desarrollar tareas en común», plantea la directora.
En la muestra de la obra los niños desarrollan una participación muy activa. Y a partir de dinámicas relacionadas con la neurociencia y el yoga, se genera en ell@s una atención crítica a la exhibición, siempre a partir de lo lúdico y del juego.
La obra también otorga valor a la calidad de vida y al tiempo presente, «porque éste se trata de un regalo. El invierno ya viene, pero por mientras se debe disfrutar del hoy. El miedo al invierno se trabaja fortaleciendo tu propia esencia, que se conforma de cuerpo, mente y espíritu. Si uno no se empodera personalmente, no es posible generar una convivencia colectiva rica», subraya Zamorano.
* “La cigarra y la hormiga, lo que no se vio” se muestra este lunes 25 de enero a las 13:00 horas en el Festival Entepola vía Facebook Live y Zoom de manera gratuita. Consultar aquí programación del evento.
*** Otra función es el día sábado 30 de enero,a las 17 horas, por las redes de Meridiano Zero
Instagram: @meridianozero.creacion
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*Ficha artística
Intérpretes: Rodrigo Escobar y Romina Quevedo
Puesta en Escena y Dirección General: Angela Zamorano Oses
Dramaturgia: Sebastián Tato Seves y Angela Zamorano Oses
Producción Musical: Sebastián Tato Seves
Ilustraciones: Valentina Molina
Diseño Gráfico: María José Domínguez
Diseño y Realización de Vestuario: Andrea Bustos Pizarro
Diseño Audiovisual Interactivo: Oscar Carmona
Iluminación: Constanza Pérez Escobar
Fotografía: Katherine Mardones
Comunicaciones: María José Lourdes Díaz
Creación Guía Educativa: Fanny Guzmán Silva
Producción General: Meridiano Zero
Dirección Artística: Angela Zamorano Oses