Apuntes sobre Joaquín Murieta y Luis Pardo: ¿Héroes o bandidos?

(Desde Perú, María Luz Crevoisier)

El primer bandido que se convirtió en leyenda fue el legendario Robin Hood, un arquetipo de héroe y forajido perteneciente al folclore inglés de la Edad Media. Este personaje creado por Ghino di Tacco se inspira en Robin Longstride o Robin de Longsley. El autor lo describe como un ladronzuelo de buen corazón que vivía en los bosques de Sheriwood y Barzdale, cerca de la ciudad de Nottingham.

Nuestras tierras latinoamericanas también han contado con este tipo de historias, con émulos del Robin Hood original, pero convertidos en personas de carne y hueso. Uno de ellos, es el famoso Joaquín Murrieta o Murieta, un bandido que ha pasado a la historia con doble nacionalidad: mexicana y chilena.

En la primera, se cuenta que nació en 1829 en la hacienda Real del Alamito en Sonora, siendo miembro de una familia muy pobre. Seducido por la fiebre del oro, viaja a California junto a su esposa en 1850: se trata de la peor época para los inmigrantes latinos, pues no sólo eran explotados y menospreciados, sino que peor: asesinados por los enganchadores norteamericanos.

Imagen tomada desde Wikimedia Commons

Murieta sufre estos maltratos porque su obsesión era hacerse del oro y regresar a México, pero uno de estos enganchadores violó y asesinó a su esposa, despertando su rebeldía y sed de venganza.

Se une a otros mineros de diversas nacionalidades formando la famosa banda de los “Cinco Joaquines” hasta que es abatido en una escaramuza en 1853 a los 25 años. Se dice que logró escapar y su supuesta muerte fue una patraña para cobrar la recompensa.

A partir de entonces nace la leyenda. El primero en recoger una versión de su existencia y actuaciones fue el periodista estadounidense Jhon Rollin Ridge quien escribe la novela «The life and Adventures of Joaquin Murieta, the celebrated California Bandit en 1854». En 1862 el escritor Robert Hyenne lo tradujo al francés, agregándole ficciones particulares.

Pero existe una nueva versión, la del chileno Carlos Morlá, quien le da su nacionalidad al bandolero, que -en esta versión- nace en el puerto de Valparaíso, embarcándose hacia California en la década del 50 del siglo XIX. Aunque es el gran poeta Pablo Neruda (1904/1973) quien en 1967 escribe la obra dramática “Fulgor y Muerte de Joaquín Murieta”, musicalizada como ópera o cantata por el compositor Sergio Ortega, alcanzando gran receptividad mundial. Ortega fue un activo integrante del grupo Quilapayún y compositor del conocido himno de la Unidad Popular «Venceremos».

El cine, atraído por su estela de aventuras, lleva la figura de Joaquín Murieta a la pantalla grande por primera vez en 1936, gracias al realizador William A. Wellman con el título de «The Robin Hood of the Dorado». En 1965 George Sherman presentaría una nueva versión como “Joaquin Murrieta”. Pero este mexicano o chileno, justiciero latino y reivindicador de los inmigrantes, también sirvió de inspiración para la creación de un personaje que se ha inmortalizado: el famoso “Zorro”.

Esta recreación se evidencia de manera clara en la película “La máscara del Zorro” (dirigida por Martin Campbell, 1998) con la magistral interpretación del actor español Antonio Banderas. En esta versión cinematográfica deja de ser el tradicional Diego de la Vega para convertirse en Alejandro Murrieta.

Como colofón, es posible anotar que también la música fue conquistada por la imagen de Murieta, formando parte tanto de corridos mexicanos como de cuecas chilenas. El mejor ejemplo de estas últimas es posible encontrarlo en el cancionero del reconocido cantautor Víctor Jara. En su disco «Pongo mis manos abiertas» (1969), por ejemplo, incluye la «Cueca a Joaquín Murieta» que forma parte de la obra de Neruda musicalizada por Ortega.

«La Andarita»

Siguiendo la ruta andina desde Chile, es posible pasar a una zona de paisajes infinitamente bellos y rodeados de pueblitos que son como la configuración de un nacimiento: el Perú. Uno de sus pueblos se llama Chiquián, capital de la provincia de Bolognesi, departamento de Ancash.

Ubicado a 3.374 metros sobre el nivel del mar, cuenta con un mirador para observar la cordillera de Huayhuas y el nevado de Tuco, apu del pueblo. Para la cultura inca, se trata de entidades divinas y protectoras que toman la forma de importantes montañas.

Imagen de Chipián, con el imponente Tuco de fondo / Tomado desde www.chipian.com

Fue en este poblado de la sierra central, donde se gesta la historia de Telmo Luis Pardo Novoa, más conocido como Luis Pardo, un bandolero considerado entrañable por la tradición, nacido entre el siglo XIX y el XX, etapa de la reconstrucción nacional y de la República Aristocrática de Leguía.

Es un período histórico que va más o menos entre los años 1895 y 1919, caracterizado por el dominio político oligárquico, desarrollando dependencia económica hacia el capitalismo inglés, especialmente a través de la agro-exportación, la minería y las finanzas. Es bajo este orden que se da el surgimiento de los movimientos obreros organizados.

Luis Pardo, nacido en 1874, es hijo de un rico hacendado ancashino, montonero cacerista, asesinado a traición por rivalidad política y envidias particulares. Este hecho desencadena la sed de venganza en Pardo quien desde entonces se convierte en el terror de Los Andes, asaltando a los más ricos terratenientes para repartir el botín entre los pobres. Sin embargo, como parte de la violencia de ida y vuelta, los agraviados asesinan a la compañera de Pardo, conocida como «La Andarita”

“Por aquí pasó” era la consigna con que el pueblo escudaba al bandolero hasta que cayendo preso fue ultimado junto a un campesino que lo secundaba en la placita de Chiquián. Tenía 35 años.

Monumento a Luis Pardo, Chiquián, Perú / Imagen tomada desde internet.

Pero el recuerdo de sus correrías queda grabado en la memoria colectiva y poetas y escritores como Abelardo Gamarra se inspiran en este personaje configurando creaciones como “El Canto de Luis Pardo”, editada el 23 de septiembre de 1909.

Cantantes de la talla de los Montes y Manrique y Los Troveros Criollos, inmortalizan la figura del asaltante en el famoso vals-yaraví «Luis Pardo o la Andarita». En 1927 el cine mudo produce la película “El bandolero del norte” y en los primeros años del nuevo milenio, el cineasta local Roberto Aldave, realiza un documental sobre este “Hijo ilustre y benefactor de los pobres” como es proclamado por el municipio de Chiquián en 1955. En el año 2009 el escultor Walter Beteta Pacheco, realiza el monumento a Pardo que adorna la plaza de la zona.

 

0 Comments

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*