La vida como patrimonio: Todos dependemos de todos

Nuestro principal patrimonio, la vida, está amenazado en la actualidad por un virus que no se ve, que transmitimos de persona a persona y que ha desnudado la tremenda inequidad existente en educación, vivienda, acceso a información y a atención sanitaria oportuna y de calidad.

(*) José Albuccó

Así lo dijo, por lo demás, el propio ex ministro de Salud, Jaime Mañalich, quien -sorprendido- señaló públicamente que, hasta esta pandemia, él no sabía de las condiciones de pobreza y hacinamiento en que vivían muchos compatriotas.

De esta forma, el Covid-19 -con el obligado confinamiento e impacto económico- nos muestra la cara más amarga del modelo: la injusticia social y la falta de equidad.

“Donde hay paz hay cultura y donde hay cultura hay paz” plantea el pintor y filósofo ruso Nicolai Roerich, quien se convierte en el artífice del Tratado de Protección a las Instituciones Artísticas y Científicas y Monumentos Históricos, documento también conocido -por cierto- como el Pacto Roerich.

El texto es suscrito por distintos Estados del continente americano (entre ellos, Chile) en Washington el 15 de abril de 1935, en el marco de la Unión Americana, antesala de las Naciones Unidas. Entiende el patrimonio cultural como un eje básico para promover la paz y el desarrollo social, ambiental y económico sostenible.

Hoy, sin embargo, el patrimonio humano -el principal en todas la naciones- se encuentra más frágil que nunca, porque se están perdiendo vidas que son las que co-crean y construyen la sociedad.

En poco más de un año de pandemia, hemos visto partir por Covid-19 a aproximadamente 2 millones 900 mil personas en el mundo y a casi 24.000 compatriotas y conciudadanos en Chile, con una segunda ola de contagios recrudecida por las nuevas variantes del virus.

Recordar este 15 de abril la firma del Pacto Roerich nos lleva a reflexionar sobre el sentido primario y esencial del concepto de patrimonio, especialmente si -a base del citado pacto- se celebra en nuestro país desde el año 2018 el Día Nacional de la Paz, a través de la Cultura, las Artes y el Patrimonio.

La paz sólo es posible a través del bienestar social de todos y todas. Por ello, aunque Chile esté en pleno proceso de vacunación, esta protección no será del todo efectiva ni real si no se extiende a todos los países. Es decir, mientras las vacunas no lleven bienestar a todo el planeta se ve difícil alcanzar un ideario pacífico.

Porque la vacunación ha sido un proceso que evidencia la desigualdad a nivel mundial, dejando al arbitrio del mercado el acceso a la salud de los distintos países, en detrimento de gran parte de América Latina y del continente africano, que no cuentan con los medios para costearlas.

Es necesario que esta dinámica se lleva adelante desde una mirada colaborativa y colectiva. Se trata, en rigor, del gran desafío que tenemos como humanidad, para dar término a la catástrofe sanitaria que nos aqueja. La vida es nuestro principal patrimonio, pero nadie se salva solo y todos dependemos de todos.

(*) El autor es académico de la Universidad Católica Silva Henríquez, autor del blog Patrimonio y Arte.

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