“Se mira pero no se toca” dijeron por muchos años los hinchas brasileños, argentinos y uruguayos sobre la codiciada Copa Libertadores, torneo de campeones y subcampeones de clubes futbolísticos de América del Sur. Pero un 5 de junio de 1991, en una fría noche de Macul, Colo Colo pudo estampar -por única vez hasta ahora- el nombre de Chile en el trofeo.
Ya en los octavos de final del torneo continental se puede pensar en la cumbre, tras un valioso empate sin goles en Lima frente al Universitario de la capital peruana. El partido en Santiago se ganó 2 a 1 y el camino empieza a mirarse con ambición.
Por eso, en la fase siguiente, Colo Colo firma gran parte del éxito ganando 4-0 a Nacional de Uruguay en Santiago. La cosecha permite enfrentar tranquilos el paso por Montevideo, en donde «sólo» se pierde 0-2. El resultado global ubica a Colo Colo en la semifinal.
En esta etapa se pasan los momentos más inolvidables de la faena copera. El equipo chileno se ve las caras con Boca Juniors, uno de los mejores equipos de América del Sur en esos años. Basta recordar que en sus filas brillan nombres como los de arquero Carlos Navarro Montoya y lo jugadores Blas Giunta, Diego Latorre y Gabriel Batistuta, entre otros.
En Buenos Aires el partido se administra bastante bien por parte del equipo chileno, aunque se pierde 0-1. Más que el resultado, la forma en que se juega el encuentro abriga esperanzas para la revancha en el Monumental de Santiago.
La marca de Jozic
El equipo chileno es dirigido por el croata Mirko Jozic, uno de los extranjeros que más han aportado al desarrollo técnico del fútbol chileno.
Se relaciona con el país a partir del año 1987, cuando encabeza la Selección Croata juvenil, para la cita mundial que tiene como sede a Chile. En esa ocasión Jozic resulta campeón con su equipo.
Tres años después, Colo Colo convence al entrenador para que se haga cargo del plantel de Colo Colo, coronando un proceso largo de negociaciones.
Si bien la filosofía futbolística del DT es simple en términos conceptuales, necesita de varias fases de adaptabilidad, pues requiere de ciertas condiciones técnicas y físicas para llevarla a cabo. Le toma casi un año encontrar jugadores capaces de entender el nuevo modelo llamado “polifuncionalidad”.
En simple, la idea es que cada jugador genere capacidades deportivas y mentales para rendir de manera eficiente no sólo desde su puesto estratégico, sino que también a las circunstancias de juego.
De esta forma, se potencia la performance completa del equipo desde un aporte individual. Lo novedoso de Jozic es que -mucho antes de que conceptos como sinergia o dinámicas colaborativas se hicieran moda- hace ver que jugadores capaces de rendir más allá del puesto que ocupan nominalmente, generan soluciones dinámicas a los problemas que surgen en un partido. Casi una lección de vida.
El plantel de Colo Colo, finalmente, logra plasmar la propuesta Jozic en su juego. Y con todos esos conceptos aprendidos, en mayo de 1991 se enfrenta a un potente equipo de Boca Juniors.
La final soñada
Aunque el cuadro albo pierde por la cuenta mínima en el partido de ida, su propuesta en la cancha no fue la tradicional de Chile como visita en esos años. La manera en que se disputa el encuentro en Buenos Aires siembra esperanzas en el equipo nacional y en la afición futbolística.
El 22 de mayo de 1991, en una fría noche invernal en la comuna de Macul, Colo Colo le gana sorpresiva e inapelablemente 3 a 1 a Boca Juniors, en un partido que deja heridos, detenidos y sanciones deportivas y extra-deportivas.
Más allá de todo, Colo Colo pasa a la final junto a Olimpia de Paraguay, encuentros que se disputan –primero- en Asunción (empate sin goles) y –luego- en Santiago (Colo Colo gana 3-0).
El día de la soñada final -5 de junio- más de 60.000 almas repletan el estadio Monumental. Aunque Colo Colo presenta varias bajas en su nómina titular (entre sanciones y lesiones), saca adelante una compleja tarea. Entre las ausencias se anotan figuras clave del equipo como el goleador Rubén Martínez y el histórico atacante Patricio Yáñez.
En ese contexto, la gloria de la noche se la lleva el talento y la oportunidad del delantero Luis Pérez, quien salta desde la banca a solucionar el puzzle de los goles. Juega sólo tres partidos en la copa, pero su nombre se hace inolvidable. Marca los dos primeros tantos que abren la historia de la Copa Libertadores para un equipo chileno. Por primera y única vez, hasta ahora.
Imagen principal tomada desde SomosChile.cl