(Por María Luz Crevoisier, desde Perú)
Tomo las palabras de la poeta puertorriqueña Ana Luisa Amaral -galardonada recientemente con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y admiradora de su colega inglesa Emily Dickinson- cuando dice “la poesía no sirve absolutamente para nada y por eso es absolutamente fundamental”; y le doy la razón. En un sistema donde todo se compra y se vende, que exista este algo singular, sin precio, es una verdadera locura.
Por algo fueron llamados «locos» los poetas -hago precisiones, los verdaderos, no aquellos paporreteros de ocasión- y seguirán siendo calificados así quienes logren arribar a ese estado sobrenatural de coger las palabras y convertirlas en ecos. Para ello no es necesario tener un gran currículum o no tenerlo, porque poetas pueden ser los mismos oscuros caminantes como los duchos intelectuales de academias y universidades. Y hay veces en que mejor lo son, por su espontaneidad, aquellos nacidos en pueblos que nadie nombra.
Por otra parte, el escritor y poeta barcelonés Jaime Gil Biedma y Alba, singulariza: “Todo lo que yo había esperado de la poesía, era puro engaño”. Se trata de un pensamiento que se puede aplicar también a los premios, a esos concursos en los que los versos deben encajar con las recetas que se dan para galardonarlos. La poesía, en rigor, es algo etéreo y nunca podrá ser sometida a cuatro conceptos pre-establecidos.
El escritor indio Premio Nobel Rabindranath Tagore -en tanto- conceptúa: “La poesía es la melodía del universo en el corazón de los humanos”. Y para muestra, algunos botones al azar que hablan de desgarro, liberación o puro sentimiento, coincidiendo siempre la magia absoluta de lo trascendental:
– “Hasta cuándo estaremos esperando lo que no se nos debe” (César Vallejo, Perú)
– “Bienamado el que tropieza/ con la sombra miserable del pobre/ y sin pisarla/ prende en ella/ velas con la suya” (Santiago Aguilar, Perú)
– “La mano que al posarse grave, sobre tu espalda/ haga noble tu pecho, generosa tu falda/ y más hondos los surcos creadores de tus senos” ( Alfonsina Storni, Argentina)
– “Me duelo entera/ me duelo intensamente/ acorralando nostalgias en el patio trasero/ acercando lámparas al intestino de la noche/que todo lo traga, lo engulle todo” (Mirka Arriagada, Chile)
– “Cómo será, pregunto. /Cómo será tocarte a mi costado./ Ando de loco por el aire/ que ando, que no ando” (Juan Gelman, Argentina)
Para seguir dando vueltas por el mundo de la poesía -tan necesaria, como se ha visto, especialmente en estas horas de pandemia- conversamos con la psicóloga, poeta y pintora peruana María Rojo Villanueva. Limeña y egresada de la Universidad Católica del Perú, ha escrito ensayos y poemarios. Su próximo libro se llama, precisamente, «Dimensiones de la Terapia Poesía».
Nos dicen que todos somos potencialmente poetas, pero sólo algunos logran manifestar esta cualidad, si se la puede llamar así. ¿Qué condiciones son necesarias para despertar esta vocación?
– Es una frase muy sugerente y plena de contenido potencial. Efectivamente, el hombre desde sus orígenes, ha mostrado su capacidad de sensibilización, admiración y transformación hacia el mundo que lo circunda: de lo tangible e intangible, de lo asible e inasible.
Es a través de este proceso evolutivo, de apropiarse de la realidad y desvelar los misterios que implica la vida en su devenir, que se han generado nuevas respuestas a las interrogantes y surgen nuevas interrogantes sin tener respuestas, todo ello ligado de manera significativa a su afán de lograr la trascendencia.
De esta manera nace el arte en sus diferentes manifestaciones, siendo la poesía el arte de la palabra, que se manifiesta en el ser espiritual en consonancia con la necesidad apremiante de expresar sus sentimientos y emociones de una manera peculiar. En consecuencia, considero que la poesía no es una vocación que uno elige. La poesía llega a la persona en un determinado momento y se instaura en el ser como una necesidad vital.
Las condiciones externas del ambiente, familiar y social constituyen un elemento muy importante, ya que puede contribuir de manera significativa en despertar o desarrollar habilidades o capacidades que favorezcan la creatividad poética o el amor por la poesía. En ese sentido, la poesía fomenta el desarrollo del espíritu en los niños y adolescentes a base de valores positivos que contribuyen al logro de una sociedad más solidaria, equitativa y comprometida con el bien común.
La expresión lírica puede ser un medio para expresar las más profundas emociones y también los más profundos desgarros y desarraigos, de ahí que se puede llegar a lo sublime con el misticismo de una Rosa de Lima o Juan de la Cruz, Tomás de Kempis, Simone Well o a la desesperanza como leemos en los poemas de Lina Ferreyra. ¿Cómo conciliar el justo medio entre estas emociones de por sí ajenas a la voluntad?
– Efectivamente, a través de la poesía el ser humano es capaz de expresar una gama de sentimientos y emociones en concordancia con su sensibilidad, estado anímico, experiencias de vida, concepciones e inquietudes. A mi parecer todas son válidas en tanto sean genuinas.
Es en este despliegue de variedades poéticas donde encontramos la riqueza y el misterio de la poesía, que va a poder conciliar con cada lector que se identifique con ella y como por un artificio de magia llega a sanar o restaurar los nudos de dolor o de elevar a un estado de bienestar psicológico y espiritual. He ahí una de las principales bondades de la poesía.
Pareciera que entre la poesía escrita por autores de los 40, y sobre todo 50, hay una fuerte deseo de justicia social, mientras que en los años 70 ó 90 este sentimiento se vuelca a lo personal, son más que nada intimistas en busca de su yo personal, para volver a lo social en las dos primeras décadas del tercer milenio. ¿Se pueden entender estos cambios?
– Las tendencias o corrientes en la poesía se han ido desarrollando y manifestando en concordancia con los cambios en las sociedades a nivel mundial. Recordemos la importancia que le otorgaron los antiguos griegos a la poesía como un elemento importante de socialización o cómo un Dante Alighieri en su obra poética “El Convivio” resulta ser un trabajo eminentemente filosófico y político, en el buen sentido de la palabra.
La poesía comprometida o social ha tenido variantes que han ido acorde con el sentimiento social o el inconsciente colectivo prevalente de las épocas. Pero también es necesario tener presente en este análisis, que muchos poetas fueron víctimas de represión y hasta de muerte por su poesía comprometida, como son los casos del griego Yannis Ritsos, el español Federico García Lorca, los chilenos Pablo Neruda y Raúl Zurita y el peruano César Vallejo, entre tantos otros.
Estos sucesos, a mi parecer, han tenido un efecto de repliegue en los poetas de determinadas épocas y que posteriormente -con el devenir del tiempo- han dado paso a una mayor consolidación en el desarrollo del «yo poético», ahora en consonancia con las tendencias sociales de integración.
¿Qué se puede hablar de la poesía después de la pandemia? ¿Será distinta a lo que conocemos?
– Todo acontecimiento trascendente o de conmoción trae consigo cambios fundamentales. La pandemia, con todos sus efectos negativos, ha permitido un espacio importante de reflexión y consideración sobre lo fundamental y lo accesorio. La poesía no es ajena a ello. Así, podríamos hablar de una poesía a partir de la pandemia con sus propias manifestaciones e implicancias. Es asombrosa la movida poética on line que se ha desarrollado a partir de la pandemia. Hay una gran necesidad de interactuar, expresar, escuchar, ser escuchado, lo cual es muy natural y comprensible dada la situación de confinamiento e incertidumbre. La historia nos dirá cómo evolucionó la poesía. Por lo pronto, podemos reafirmar que no es un adorno ni un instrumento de dominación o manipulación.La creación poética seguirá cumpliendo una importante función civilizadora.