“Ficciones”, el libro que revela el caudal imaginativo del escritor argentino Jorge Luis Borges

Considerado uno de los más importantes libros del escritor argentino Jorge Luis Borges, «Ficciones» desarrolla con impresionante lucidez los grandes temas que lo obsesionan y deslumbran en toda su obra. El autor llega a obtener el Premio Nacional de Literatura en su país con esta publicación, que reúne dieciséis relatos en los que el rico caudal imaginativo de su pluma aparece con particular energía y desplante. Corre el año 1956.

La crítica considera así que el creador de “El Aleph” e “Historia universal de la infamia” da un paso decisivo en su exitosa carrera literaria, que no sólo le significa títulos y honores en su país, sino que el reconocimiento de importantes editores del mundo, especialmente europeos.

“Ficciones” contiene un mundo propio y exquisito en el que Borges navega a sus anchas, haciendo y deshaciendo, con su escritura certera y erudición inimitable, no limitando la existencia a consideraciones meramente racionales.

En el relato “Tlon, Uqbar, Orbis Tertius” -por ejemplo- el idealismo llega a su máxima expresión, mientras que en “La biblioteca de Babel”, la idea de futilidad de la vida humana cobra un espeluznante sentido.

Sin embargo, es en “Los mundos circulares” donde el autor alcanza uno de los puntos clave del libro, al incorporar la metafísica como categoría de análisis para entender el devenir humano, lo que no es una sorpresa, pues este tema está presente a lo largo de toda su obra.

Aquí el sentido de la realidad del ser humano juega entre lo mágico y lo trascendente, pero ubicando el hombre en su exacta posición. No es un dios ni una bestia. A lo más, una sombra condenada al olvido.

“Recordó que de todas las criaturas que componen el orbe, el Fuego era la única que sabía que su hijo era un fantasma. Ese recuerdo, apaciguador al principio, acabó por atomentarlo. Temió que su hijo meditara en ese privilegio anormal y descubriera de algún modo su condición de mero simulacro”, escribe Borges en uno de los relatos.

Y luego plantea la idea recogida por varios escritores contemporáneos -como el Nobel de Literauta 1998, José Saramago- respecto a la trascendencia del ser humano. “No ser un hombre, ser la proyección del sueño de otro hombre ¡qué humillación incomparable, qué vértigo!”, relata el maestro argentino en «Las ruinas circulares».

A partir de la intensa literatura de «Ficciones» se puede pensar que la importancia que el ser humano se atribuye, su rampante soberbia, ha sido relativizada por los grandes exponentes de la literaura universal, como el ya citado Saramago, quien gusta repetir que el hombre no es más que una mala experiencia onírica soñada por otros.

Borges ahonda en esa línea en el relato citado, concluyendo en una perfecta metáfora metafísica de la vida: «En un alba sin pájaros, el mago vio cernirse contra los muros el incendio concéntrico. Por un instante, pensó refugiarse en las aguas, pero luego comprendió que la muerte venía a coronar su vejez y a absolverlo de sus trabajos. Caminó contra los jirones de fuego. Éstos no mordieron su carne, éstos lo acariciaron y lo inundaron sin calor y sin combustión. Con alivio, humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo”.

Este extracto no solamente ha inspirado a grandes escritores de la literatura universal, sino que también a guionistas de películas y series de televisión de gran nivel. Por ende, toda la inteligencia y agudeza del erudito literato, encuentra en “Ficciones” un fino compendio, imperdible e inexcusable de leer para quienes siguen su obra o, simplemente, para paladares literarios exigentes.

La imaginación sin límite de un intelectual encerrado en una biblioteca llena de enciclopedias anglosajonas, soñando con un mundo que excede el pensamiento cartesiano, resulta fascinante. Al leer «Ficciones», solamente queda extrañar al poderoso narrador argentino fallecido en 1986 y cuyos restos descansan en un cementerio de Ginebra, Suiza.

Sus páginas, sin dudas, decoran el paraíso literario. Sólo basta leer a este maestro, para comprender que aunque estuvo ciego gran parte de su vida supo ver siempre mucho más allá de nuestro pedestre mundo cotidiano.

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