Mientras ambos felinos descansaban tranquilos, de la nada, ambos levantaron sus cabezas en vista a la puerta, con sus ojitos brillando el mayor se levantó con celeridad en la dirección ya mencionada, se sentó a unos metros.
Mientras, el más pequeño se subió en el pesado mesón junto a la puerta, mirándola.
Cuando el momento más esperado llegó para ambos, la puerta se abrió ante sus ojos, apenas ambas chicas entraron, madre e hija. El gato mayor, cuyo nombre es Pantro, rubio y con franjas blancas en su torso, se apresuró en soltar un maullido para sus dueñas, mientras el otro gato, el menor, llamado Ramsés, con su atigrado cuerpo, parecido al de una serpiente, se dedicó a correr hasta el cuarto donde tienen ambos gatos su dispensador de comida…
Pantro dice
-Y estas humanas ¡qué!, uno dándoles la bienvenida y ellas solo van con rapidez a sus cuartos, vamos a ver…
El gatuno con sus pasos cortos y rápidos, abriendo con sus patas la puerta que se encontraba entreabierta, miró, y se subió a su taburete favorito. Cuando su dueña no estaba, se dedicaba a pasar el tiempo ahí echado, con una de sus patas la extendió a su dueña, la cual con rapidez caminaba por el cuarto, con una mochila, abriendo cajones y sacando ropa. De inmediato el pequeño animal pensó en lo peor…
Pantro asustado
– ¿¡Cómo!? ¿¡Piensan en irse!?
En eso, el más pequeño de los dos, Ramsés, entró al cuarto, mirando con extrañeza a su mayor. Con un ágil salto subió al mismo taburete diciendo
– ¿Qué es lo que pasa? ¿por qué se mueve tan rápido? si sigue así, va a hacer que me maree…
Pantro le responde
– ¿¡Que no ves que nos van a abandonar!? ¡Están tomando sus cosas para irse!
Ramsés como de costumbre muy relajado
– ¿¡Como así!?, ¡Ya estás exagerando todo como siempre!
Pantro le responde
– ¡No estoy exagerando! Mira sígueme
Le ordena.
Y sin más, bajó del taburete dirigiendo sus peculiares pasos hasta el cuarto de la más grande de la casa, la adulta, ella hacía las acciones más parecidas a su hija, buscando ropa, solo que su mirada se fijaba de vez en cuando en su teléfono, desviándose un poco de lo que estaba haciendo. Pantro miraba expectante a su otro compañero. Ramsés, luego de darse cuenta que su dominante tenía toda la razón, dio la vuelta saliendo de la habitación de la adulta, encaminándose hasta el living. Pantro lo siguió unos segundos después a paso lento.
Ramsés le dice
– Tenías razón, nos van a abandonar y nos dejarán tirados, botados, sin comida ni agua, que básicamente es lo único que me importa.
Pantro iba a decir algo, pero los pasos de ambas chicas saliendo de sus cuartos lo impidió. Luego de unos segundos, tomaron sus cosas, ya listas y salieron de la casa, no sin antes percatarse de que a ambos felinos les quedara agua y comida suficiente para los restantes días, que serían, noche del jueves, viernes, sábado y domingo por el día.
Cuando ya solos se encontraban ambos gatos, al más pequeño se le ocurrió un increíble plan, miró a su superior y obviamente este notó sus intenciones…
Pantro le dice
– ¿Ahora qué estás pensando?
A lo que Ramsés le responde
– ¿Y si destrozamos un poco esta casa? De todas formas no volverán y si lo hacen… Tendrán que ordenar todo el desastre y eso por dejarnos solos.
El mayor lo analizó un poco. Él se sentía el dueño de casa, el responsable, miró un poco hacia abajo, pensando… Luego, se dijo para sí mismo “si hacemos todo eso, probablemente me reten”. Entre tanta indecisión, por fin el menor rompió el silencio.
Ramsés le pregunta
– ¿Y bien?
Se notaba un poco de bellaquería en su hablar, unos segundos después Pantro habló
– A ver, si yo te ayudara en tu “majestuoso y desastroso plan”, ¿yo que ganaría?
El inferior lo analizó un poco, pensando en cuál sería el beneficio, no había pensado en eso, pero a su mente una rápida idea llegó…
Ramsés le contesta
– Te dejaré comer primero del dispensador por… una semana. Pantro le responde
– Un mes.
Ramsés le da otra alternativa
– Dos semanas.
Pantro que hacía notar su mayoría de edad, quiso negociar en términos en los que él ganara
– Dos semanas y media y no aceptaré menos.
Un poco indeciso lo procesó Ramses, suspiro y asintió con desgano
– Está bien, dos semanas y media.
Luego de esa pequeña negociación ambos gatunos se fueron hasta el cuarto de la adolescente del hogar, su dueña, con la que más tiempo pasaban ambos. El menor, se subió al escritorio donde se encontraba un pequeño reguero de cuadernos, lápices e incluso una maqueta, pasó con un poco de cautela para no caerse y tiró uno de los cuadernos abiertos al suelo junto también con un lápiz, a unos centímetros de Pantro, entonces bajó del escritorio y con su hocico afirmó el lápiz, escribiendo con éste, mientras el mayor miraba curioso lo que escribía. Fue concluyendo las palabras, las cuales Ramsés iba escribiendo en fila:
– cocina
– living
– baño
Luego de eso dejó el lápiz a un lado y miró a su superior, el cual estaba algo confuso mirándolo…
Pantro le pregunta
– ¿Por qué anotaste partes de la casa? Y lo que me sorprende, ¿sabes escribir?
Ramsés le responde orgulloso
– Sí, sé leer y escribir, y la adulta me enseñó, aunque no tiene idea, por que la escuchaba mientras lee en voz alta sus libros, esos que tanto le gustan. Ahora, concéntrate, éstas serán las partes donde ejerceremos nuestro plan, mira y escucha atentamente…
Y así fue como el pequeño gatuno le comentó su gran plan, cuando el mayor logró entender lo que harían, se asignaron cuartos. A Pantro le tocaría el living y a Ramsés la cocina y entre los dos el baño. Cuando ya tenían claro sus lugares, luego de un par de «advertencias» por parte del más viejo a las que el pequeño no prestó atención, dirigieron su rumbo a sus asignados lugares.
Pantro comenzó analizando y observando el lugar que tendría que pasar a llevar, fijándose en todos los detalles, mientras Ramsés sólo llegó al ataque, abriendo cajones, subiéndose a los muebles, botando cajas, incluso, uno que otro plato. Con su hocico sacó un paquete de fideos (los favoritos de su dueña más pequeña), y sin más, comenzó a morder el paquete abriéndolo por completo, y dejando un completo desastre.
Cuando ya por fin, Pantro se decidió a hacer su «labor», se subió a el sofá, mordiendo y atacando los cojines, desordenándolos todos, dejando en el sofá uno que otro hilo colgante que fueron sacados por sus mismas uñas. Luego se subió a la estantería, botando al suelo todos los libros que se encontraban, pero, había uno que no podía botar: «PSICOLOGÍA»…
Pantro, dudando
– ¿Por que haría esto?
Lo que nadie sabía es que Pantro estaba enamorado de la adulta, soñaba con ella, cuando ella salía a trabajar, él se dedicaba a oler sus perfumes y a pensar en poemas de amor, él era un romántico pero estaba enojado. Decía
-¿cómo es posible, que prefiera salir con otro en vez de quedarnos aquí los dos, juntitos?
Y luego en sus celos dijo
– ¿cómo se supone que bote esto?, es mucho más pesado que yo…
Se acomodó y cuando ejerció la mayor fuerza pudo botarlo, sintiendo el seco estruendo en el suelo…
Luego de ya pasado un rato, ambos gatos quedaron cansados, nunca habían hecho tanto desastre en un día, pero estaban satisfechos con su desempeño, habían logrado lo que querían, se echaron en el suelo, ya agotados para quedar dormidos en un rato…
Domingo en la tarde…
Ambos gatos se encontraban descansando en la comodidad del frío mueble, no era tan tarde pero, tampoco era muy temprano, aproximadamente las 20:36, cuando en el piso de abajo de la casa, en el estacionamiento se escucharon las conocidas voces para ambos felinos, despertaron de su sueño, mirándose entre sí, algo adormilados, pero conscientes, miraron a su alrededor volviendo a ver el desastre y el mayor entró en algo de pánico.
Pantro asustado
– ¡Ay Dios, ay Dios, ay Dios!
exclamaba el mayor, preocupado de la situación, bajando del mueble y caminando en círculos, decía
– ¡Qué vamos a hacer! me van a retar y me echarán por la ventana, sin comida ni agua… Y la rubia hermosa, ya no me va a querer, perderé su amor…
Ramsés, relajado y satisfecho con su obra le dice
– Oye, pero Pantro (que no escuchaba a nadie, decía)
– ¡y seré un gato callejero, me quitarán mi collar y comeré de la basura!
Ramsés, nuevamente le dice – oye.. Pantro ya histérico – y voy a andar como un pandiller…¡Pantro! – le grita Ramsés, interrumpiéndolo. Y Pantro que solo pensaba en que sería un gato pulguiento le responde¿¡Qué!?.
Ramsés, que era un temerario y provenía de los techos, le dice
– ¡Relájate! Ya están subiendo las escaleras y lo hecho, hecho está.
El más grande suspiró apesadumbrado al sentir las llaves en la puerta, ya se había resignado, no pasaría nada, es solo una travesura, un solo plan maligno entre felinos. Cuando por fin la puerta fue abierta pudieron escucharse además de los pasos, los pesados suspiros de sus dueñas, de la nada, la más pequeña comenzó a reír, y la mayor a mirar a ambos gatos le siguió la risa, la chica menor dejó sus bolsos al lado de su cuerpo y se arrodilló en dirección a ambos gatos, extendió su mano y los gatunos no dudaron en acercarse para ser acariciados. Entre risas de sus dueñas pudieron escuchar de una de las chicas
– Mira mamá, este es su plan maligno…
(*) El texto corresponde al Tercer Lugar (en empate) de la Categoría A del certamen, comprendiendo a alumnos de entre 7o Básico a 1o Medio del colegio.