El año 2019 la Fundación Huilo Huilo toma una decisión jugada y con claros visos de apuesta. En el corazón del bosque de su atractivo proyecto hotelero Reserva Huilo Huilo -ubicado cerca de Neltume, comuna de Panguipulli, en la región de Los Ríos, zona austral de Chile- desarrolla una senda peatonal en la que se mezclan las dinámicas originarias de la relación entre el ser humano y la naturaleza, con la lírica de un insigne escritor: Elicura Chihuailaf Nahuelpán.
El resultado es un recorrido profundo, reflexivo y ancestral, conocido como el Sendero del Poeta. Chihuailaf propone el diseño de la ruta, que dialoga respetuosa y espiritualmente con el bosque y sus habitantes naturales -tal como lo hacían sus antepasados- proponiendo un ritmo distinto a los visitantes turísticos que, en su mayoría probablemente, viven y provienen de urbes caóticas, ruidosas y poco empáticas.
Con el Sendero del Poeta la fundación Huilo Huilo no sólo suma otra propuesta equilibrada a su proyecto vacacional ecológico. También acierta con rendirle homenaje a un vate sólido y simbólico, que sólo un año después de inaugurar el citado camino recibe el Premio Nacional de Literatura.
El sendero consta de varias «estaciones» en un camino que se inserta por el bosque, transita cerca del río y regresa a las instalaciones turísticas. Cada una de las paradas sugeridas incluye poemas escritos en español y en mapudungún, inspirados en el agua, la flora y la fauna, elementos esenciales de la Ñuke Mapu o Madre Tierra mapuche.
Cultura y Tendencias está presente en la inauguración de la senda, pudiendo conversar en la oportunidad con Chihuailaf. El poeta explica que el proyecto cuenta con el apoyo esencial del artista visual y gestor cultural de la zona Eugenio Salas, con quien conversa variados detalles que incluye el camino.
En las diecinueve estaciones se ubican igual cantidad de textos, cubriendo casi dos kilómetros de recorrido. Los textos proponen reflexiones para un contacto más cercano con la Ñuke Mapu. Helechos y líquenes forman parte del paisaje intenso por el que se atraviesa, teniendo como marco impetuoso el ruido del río Fuy, que nace del lago Pirihueico. Todos esos elementos conforman la base de la cosmovisión mapuche, ya que son fuente de ricos sonidos a partir de los cuales comienzan a surgir las palabras.
Se viven momentos que muestran con evidencia la deuda del Estado de Chile hacia el pueblo mapuche y desde una instancia privada, como es la Fundación Huilo Huilo, surge esta iniciativa del Sendero del Poeta, a la que se te invita a participar. ¿Cómo observas este cuadro?
– Sí, este tipo de acciones debería ser una tarea del Estado. Pero lo cierto es que nos encontramos con un esquema paradójico, en el que el Estado es hoy una entidad privada. Los dueños del Estado son unas pocas familias llenas de egoísmo y codicia, que tienen nombre y apellido, que son parte de un Chile superficial y enajenado. Manejan sus riquezas lejos de las mayorías, muy lejos -por cierto- del Chile profundo.
Aquí, en cambio, nos encontramos con una expresión distinta. Una instancia privada que levanta la posibilidad de mostrar a las nuevas generaciones -niños y jóvenes, llenos de sueños y de ternura- para que conozcan y reciban de primera mano las lecciones de la naturaleza. De ella, ni más ni menos, recibimos las palabras que nos permiten entender nuestro entorno y comunicarnos entre nosotros.
¿Cómo se arma este trazado y de qué forma participas en él?
– Fuimos caminando y recorriendo junto las personas de la fundación y con el artista visual Eugenio Salas diversos rincones de la zona, imaginando la posibilidad de generar una pequeña ruta pensada especialmente en niños y niñas, en los y en las jóvenes, en que fuese posible establecer un nexo profundo con los seres mínimos que forman la naturaleza en sus diversas expresiones, ya sean insectos, hongos, plantas, flores. Paralelo a eso fui tejiendo una historia a partir de las señales que fuimos delimitando con los poemas.
¿Se trata de textos elegidos de tu bibliografía o los hiciste especialmente?
– La mayoría nace en la elaboración de este sendero y otros vienen de mis trabajos ya hechos para instalarse en esta ruta. Todo fluye de manera natural. Casi toda mi vida he estado al lado de un bosque, con una gran variedad de aves y con árboles milenarios. Por ello, el desarrollo de esta senda nace como una causalidad lógica y espiritual que dialoga con esa mirada cotidiana que tengo ante la naturaleza y que sólo se explica en un respetuoso contacto con ella.
¿Y en qué contexto te gustaría situar la existencia de este sendero que lleva tu sello y resume tu propuesta lírica?
– Nuestra gente dice que las personas tienen lo visible y también lo invisible. ¿De dónde surgen las palabras? De lo invisible, que es nuestro espíritu, y de lo visible que uno puede ver –por ejemplo- en los ríos. Hay una causalidad. Pero yo no tengo la pretensión de elaborar una explicaicón completa en ese nexo, aunque sí me surge un profundo sentido de agradecimiento.
Como se sabe, estamos en un tremendo momento de la historia de este planeta. Si en quince o veinte años no se hace lo que hay que hacer, nos vamos a encontrar con un futuro complejo. Cosas como esta senda son las tareas que se deben hacer. Es un claro punto de inflexión, un llamado de atención, una invitación a acelerar el paso, porque las urgencias de estos tiempos lo requieren.
Sin embargo, en ningún momento me he sentido ni me siento protagonista de esto. La naturaleza es la protagonista. Mucho se habla de “salvar al planeta”, pero este tipo de acciones lo que nos dice es que el planeta se salva a sí mismo, por eso salvemos nuestros brotes, a nuestros hijos, a quienes vienen después de nosotros. Eso es lo que busca esta senda. Tomar conciencia.
La voz de nuestros antepasados
El martes 1 de septiembre de 2020 el ministerio de Educación informa que Elicura Chihuailaf recibe el Premio Nacional de Literatura 2020. Nacido en Kechurewe, provincia de Temuco, desarrolla tempranamente en su propuesta artística una voz identitaria. Pero, a la vez, demuestra también una vocación de nexo con la cultura dominante, siempre desde una postura igualitaria y reivindicativa.
Si bien su presencia rompe con el tradicional eje lírico formado por figuras como Gabriela Mistral, Vicente Huidobro, Pablo de Rokha, Pablo Neruda y Nicanor Parra -entre otros- desde una crítica literaria más amplia se le considera una propuesta de conexión con lo existente desde una tradición escritural autónoma, arraigada en la oralidad y fuera de los cánones académicos.
Aunque en su zona natal durante marzo de 2020 florecen las quilas -o colihue, una especie de arbusto tipo bambú- lo que es considerado desde la mirada mapuche como una mala señal de la naturaleza, Chihuailaf disfruta ahora de un importante reconocimiento oficial.
Sus primeros pasos literarios los da en el actual Liceo Pablo Neruda, en el que estudia interno. Dice que escribe por nostalgia, que echa mucho de menos el campo y su familia. Son también sus primeros pasos en medio de lo que llama «chilenidad». No son más de tres o cuatro jóvenes mapuches en todo el colegio.
El entorno ecológico es parte sustancial de su escritura. El autor explica que la tradición mapuche es muy clara en esa enseñanza: el conocimiento está en el libro de la naturaleza. En esa mirada se incluye también el universo. “Oh anciana, anciano, doncella y joven de la Tierra de Arriba/ en vuestro azul se regocija mi sangre” dice un verso de “Hablando con la gente de la tierra de arriba”.
Chihuailaf explica que el espíritu mapuche viene del azul del oriente, punto en el que se levanta la Luna y el Sol. Dice que ese color simboliza el ciclo de la vida que se relaciona con el infinito. En el caso de las personas, el cuerpo es «una casa transitoria». Luego de un período, la energía sigue su constante dinámica de oriente a poniente -«llama al balsero de la muerte y cruza el río de las lágrimas que corresponde al océano», explica en una reciente entrevista- volviendo así siempre a su punto de origen.
Ajeno a los típicos racionalismos logicistas, la mirada originaria ubica al cerebro a la misma altura del corazón. Se trata de un orden de las cosas más equilibrado y abierto con el entorno. Y es, probablemente, el origen de un camino poético de Chihualaf que une lo oral con lo escrito. Surge así el oralitor, práctica que propone potenciar la tradición que se mantiene de generación en generación a través de relatos con la escritura.
«Cuando escribimos estamos oyendo la voz de nuestros antepasados, de nuestros padres y de la naturaleza. Por eso, quienes están en la oralidad son la fuente de nuestra cultura», comenta en los medios el hoy Premio Nacional. Desde mediados de los años 90 es uno de los principales artífices de los Zugutrawun o Reunión de la Palabra, encuentros poéticos y literarios entre escritores, poetas y oralitores, ya sean mapuches o no.
Aunque se plantea mucho que Chihuailaf es el primer escritor mapuche que recibe el Premio Nacional, hay quienes ponen en duda la precisión del punto. La autora Ivonne Cueñucar, por ejemplo, indica que se trataría del primer poeta. Dice que el primer escritor «cara rojiza» en obtener la distinción es Francisco Coloane el año 1964.
Se abre una puerta
«Este premio nos da la posibilidad de mirarnos al espejo y despejarlo, porque es un espejo obnubilado: podemos mirarnos y ver nuestra hermosa morenidad», comenta Elicura Chihuailaf sobre el importante premio recibido desde el Estado chileno. Cree que puede abrirse una ventana para que la chilenidad y ese Estado -«por sobre todo», enfatiza- se anime a ver la realidad en que vive el pueblo mapuche.
«La pluriculturalidad es necesaria en un momento en que la naturaleza nos da una dura advertencia: conversando podemos avanzar por el ancho camino del buen vivir. El autor en este caso es un pequeño camino dentro de lo que es la enseñanza, la palabra, de nuestros antepasados», anota.
El poeta sostiene que la clave es potenciar la oralidad y la escritura en la cultura mapuche. «Nos movemos entre ambas, la tradición va en una y en otra dirección sin contraponerse: la escritura funciona como registro y como creación que, a su vez, trata de recrear la oralidad».
A base de eso, el Premio Nacional sostiene que el concepto de identidad surge en relación con los demás. No es algo fósil. «Hemos descubierto que la identidad puede manifestarse de manera distinta en cada uno de nosotros, más allá de la literatura y de la vida en el campo. También queremos ganar espacios dentro de la urbe. Así, tal vez podamos contribuir a cambiar el espíritu de esas ciudades», plantea ya en 1995 en la revista española Ajoblanco.
Dicho y hecho. Como la imagen del Rimbaud de Neruda en su discurso de aceptación del Premio Nobel en 1971, Chihuailaf hace gala de una activa «ardiente paciencia». Silenciosa y meticulosamente lleva adelante su dinámica poética identitaria, respetuosa del pasado y valiente con el futuro. Y, como canta el Rimbaud nerudiano, con esa ardiente paciencia conquista «la espléndida ciudad que dará luz, justicia, dignidad a todos los hombres».
El Premio Nacional que Chihuailaf obtiene abre una puerta que debe ser traspasada. Y el Sendero del Poeta que existe desde el año 2019 en la Reserva Huilo Huilo ofrece una experiencia palpable de lo que ese umbral abierto significa para la vida de Chile. Y también del mundo. «La pluriculturalidad es necesaria en un momento en que la naturaleza nos da una dura advertencia», enfatiza el premiado oralitor.
*** Todas las fotografías son exclusivas de Cultura y Tendencias – Barefca Abusleme y Claudio Pereda / Pueden utilizarse citando la fuente.