“La alfabetización digital en Chile es una mera ilusión, pero tenerla es tan importante como aprender a leer», comenta Patricio Delgado, gerente general de Augure, consultora especializada en transformación digital y gestión del cambio.
El tema es otra de las varias contradicciones que enfrenta el país: de acuerdo a datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), Chile muestra una tasa de crecimiento sobre el 70% en despliegue de fibra óptica, siendo uno de los países líderes de la región. Sin embargo, la misma Ocde indica que aquí están los trabajadores peor preparados en habilidades y capacidades digitales en América Latina.
Urge una alfabetización digital productiva. «La gente no ve lo digital como una herramienta de trabajo, sino más bien de conectividad y entretención, es decir, no traslada naturalmente esa dinámica tecnológica al ámbito laboral», dice Delgado.
Y agrega: «Creo que el Estado debiera hacerse cargo de este tema desde los colegios. Hoy casi todas las suites de grandes empresas tecnológicas como Google y Microsoft, por ejemplo, son gratuitas para la educación escolar. El ámbito público debiese hacerse cargo de las desigualdades, incentivando y divulgando el uso de estas herramientas».
En el ámbito corporativo global, en tanto, la pandemia deja un acelerado proceso de transformación digital en varias industrias. Pero en Chile los desafíos siguen siendo intensos en este punto.
Resulta esencial que las empresas dejen de ver lo tecnológico tan sólo como una acción que implica agregar canales y herramientas online en el negocio. «El vuelco a lo digital debe darse desde el corazón de la estrategia comunicacional de toda organización», asegura Delgado.
Si se quiere dar el paso hacia una empresa o un negocio con perfil moderno, se requiere que las personas que forman el equipo sean digitales. El experto de Augure subraya que no sirve la introducción de tecnología si no se genera un cambio cultural en las personas.
Plantea que es un error centrar el esfuerzo en que los trabajadores sepan cómo usar una determinada herramienta, ya que la clave está en generar un adecuado y efectivo modelo de capacitación, que incentive a aprender.
«En Chile tenemos el Servicio Nacional de Capacitación y Empleo, Sence, que es un organismo técnico del Estado en el que los costos que la empresa usa para capacitar trabajadores pueden descontarse a través de impuestos. Sin embargo, es un beneficio súper poco utilizado», explica Delgado.
Para el experto, los datos negativos que da cuenta la Ocde en torno a que los trabajadores chilenos son los peor preparados en habilidades y capacidades digitales de la región también tiene su raíz aquí.
«Somos muy poco productivos y queremos resultados distintos, haciendo lo mismo y sin entregar nuevas herramientas a nuestro personal. La capacitación es vital. Lamentablemente, muchas organizaciones tienen una mirada cortoplacista y poco estratégica en este sentido: esperan que las personas que contratan cuenten con todo el expertise y no generan ninguna instancia de entrenamiento, viéndolo como una pérdida de dinero o como un efecto negativo en la producción. Pero los tiempos van cambiando», enfatiza.