“Lord Cochrane, capitán de mar y guerra”, el intenso documental sobre un hombre sorprendente

 

La potente dupla creativa formada por Christian Aylwin y Gilberto Villarroel entrega nuevamente un documental que va más allá de las convenciones.

Desarrollando una veta que mezcla con elegancia los elementos tradicionales que deben estar presentes en este tipo de investigaciones, una de las primeras pruebas del fino talento de estos realizadores fue “Isidora”, trabajo en el que –evocando un viaje por sus obras- presentan con gran carga emotiva y mucha información la vida de la siempre desconocida dramaturga chilena Isidora Aguirre.LordCochrane4

Aunque es la autora de la reconocidísima obra “La pérgola de las flores”, lo cierto es que Aguirre es mucho más que eso y la dupla Aylwin-Villarroel lo deja muy en claro con un trabajo audiovisual emotivo, entretenido y muy bien relatado, en el que también tuvo mucha influencia la idea original y el aporte estético del director Nicolás Superby Aguirre, sobrino-nieto de la dramaturga.

Uno en la dirección (Aylwin) y el otro en el guión y en la producción (Villarroel), los profesionales saben marcar un ritmo que, a veces suave y en otras ocasiones más crudo, mantiene al espectador siempre con el interés en alto.

Ahora la temática es, aparentemente, lejana y más extraña. La vida de Lord Cochrane, ese inquieto británico que vino a formar las bases de la Armada nacional, contada por su tataranieto, el empresario Adam Bruce.

Cochrane es un marino de toda la vida, gracias a lo cual se gana un reconocido prestigio en Gran Bretaña llegando –incluso- a la Cámara de los Comunes. Siendo parlamentario, denuncia las paupérrimas condiciones en que se desempeñan los tripulantes de la Marina Real, aspecto que –por cierto- le granjea la animosidad de sus antiguos superiores. Tras sus denuncias, es implicado en un fraude bursátil.

El juicio es muy duro y la contraparte lo menosprecia con fuerza. Con toda razón, Thomas Alexander Cochrane comienza a sentirse amenazado. El falló resulta en su contra, se le cierran todas las puertas y hasta pasa un tiempo preso.

Cuando es liberado, de su propio bolsillo comienza a construir un barco a vapor, quizás aprovechando esa pasión marítima para analizar sus pasos futuros. Fue justo en ese momento cuando un diplomático argentino, enviado por el gobierno de O´Higgins, lo contacta para que ayude a organizar la Armada de Chile y -desde ahí- genere el desarrollo naval de los países que luchan por la Independencia en América del Sur.

“Lord Cochrane, capitán de mar y guerra” es un documental histórico ficcionado, formato bajo el cual obtuvo un fondo del Consejo Nacional de Televisión (Cntv). La voz principal se centra en su tataranieto, Adam Bruce, quien hace un viaje a través de siete países para reencontrarse con su pasado y también para ir completando sus propios puzzles biográficos.

A ratos es una verdadera road-movie, que incluye entrevistas en terreno, collage animados y animaciones 2D, con estética de cómic-book. “Pensamos que eso puede atraer a un público amplio, acostumbrado a los códigos de la cultura pop. La narración es subjetiva, en primera persona, desde el punto de vista del descendiente, pero incorpora también -como otro plano narrativo- la voz de Cochrane, a través de sus memorias y cartas, interpretada por un actor. Es, por resumirlo de alguna manera, una odisea de un hombre del siglo XIX contada por un hombre del siglo XXI”, comenta desde París –donde se encuentra avecindado- el periodista Gilberto Villarroel.

La pregunta que desde el desconocimiento generalizado puede hacerse casi con total “libertad” es por qué la vida de Lord Cochrane debe ser interesante para los chilenos, si ya se sabe cuál fue su aporte. El guionista y productor del registro subraya el aspecto sorprendente que siempre rodeó al marino inglés, que lo hacía ser un hombre destacado en donde estuviese: tenía una mezcla entre inventor y creativo, lo que se transforma en un verdadero rasgo distintivo.

Cochrane fue un marino audaz, parlamentario progresista, agricultor, inventor, un personaje sorprendente y de muchas facetas. En Chile no sólo modernizó la Armada, también hizo aportes en la agricultura, al ingresar las primeras herramientas de hierro y masificar cultivos como zanahorias y nabos. Plantó encinas que todavía siguen en pie. Puso en Chile el primer buque a vapor. Desde el país se llevó una planta silvestre al Reino Unido, la mancaya, y los ingleses la bautizaron como Cyrtanea cochranea.

Con entusiasmo, Villarroel precisa que «sus inventos militares fueron clasificados como secretos por la Royal Navy hasta la Primera Guerra Mundial. En Francia, hundió la mitad de la flota de Napoleón lanzando botes llenos de explosivos, en una época en que no existían los torpedos. Estando encarcelado en Londres, acusado de fraude bursátil, perfeccionó la lámpara de aceite, lo que permitió instalar un alumbrado público más moderno y barato. Su padre era inventor, pero quebró, lo que obligó a Cochrane a hacerse guardiamarina a temprana edad. Si hubiese sido rico, tal vez hubiese trabajado junto a su padre toda la vida. Pero donde lo ponían, destacaba”.

Como el trabajo toma la mirada que hace Adam Bruce de la historia ¿de qué manera observan los sucesores del marino lo que hizo en Chile?. Villarroel resume que existe un lazo muy cariñoso entre sus descendientes y el país. Bruce, descendiente por el lado materno, construye parques eólicos en Chile y también tiene la veta de innovador.

“Tenemos el caso de Michael Cochrane, quien es comodoro en retiro de la Royal Navy. Además de haber navegado por los mares en los que anduvo su antepasado, también pasaron bajo su mando oficiales chilenos en viajes de intercambio. Douglas Cochrane es el actual Conde de Dundonald y también ha visitado Chile y Argentina. Todos sienten mucho cariño por Chile. De hecho, la Armada deposita cada 21 de mayo una ofrenda floral sobre la tumba de Lord Cochrane en Westminster Abbey, Londres, como muestra de agradecimiento por haber ayudado a consolidar nuestra independencia. De hecho, con esas imágenes empieza nuestro trabajo”, explica el guionista y productor de “Lord Cochrane, capitán de mar y guerra” .

Bajo la mirada de Adam Bruce, la dinámica de Aylwin y Villarroel ubica la historia en un recorrido por Inglaterra, Escocia, Francia, Grecia, Chile, Brasil y Perú. Con un trabajo meticuloso -que ha implicado no sólo casi cinco años de trabajo, más de cien horas de material rodado y miles de páginas leídas- destaca el intenso y entretenido aporte a descifrar un personaje fascinante, que se cree conocido y que ha inspirado películas con Russell Crowe y Gregory Peck o novelas de Forester, O´Brian y Marryat, pero que –por sobre todo- construyó su propio destino.

El Cochrane que logra construir esta creativa dupla de realizadores es de tal intensidad, que Villarroel acaba de terminan una novela: “Cochrane v/s Cthulhu”, una fantasía de terror ambientada en las guerras napoleónicas, en Fort Boyard, Francia, durante el año 1815, para la que espera encontrar editorial este año. “Es que el personaje es así. Se te mete en la piel”, explica el periodista.

La serie documental, compuesta por tres episodios de treinta minutos cada uno, se encuentra disponible en forma gratuita en la plataforma audiovisual del Consejo Nacional de Televisión.

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