El álbum debut de David Bowie en 1967 se llama, simplemente, como el músico. Y aunque el registro lo hace sólo con 19 años de edad, dista mucho de ser una producción adolescente. Lo único que podría considerarse algo juvenil es la sed de experimentación que se aprecia al mezclar cuerdas, folk y bronces con pop, mod y ciertos aires de balada. Eso sí, no suena nada a su reinvento glam rock que viene a principios de los 70´s.
Muchos de los temas fueron compuestos cuando el cantante tenía entre 16 y 17 años, apenas salido de la escuela, como “Maid of Bond Street” («Sirvienta de Bond Street») o la lúgubre, pero interesantísima “Please, Mr. Gravedigger” (“Por favor, señor sepulturero”), donde Bowie canta y recita un monólogo sobre un sepulturero bajo la lluvia y el barro, como presenciando un funeral, incluso imitando una tos, mostrándonos lo rudo y nada glamoroso de esa ocupación.
No se trata exactamente de una obra conceptual, ya que son cuentos cortos y cotidianos que no tienen relación entre sí, como la amorosa “Love you till Tuesday” (“Te amo hasta el martes”) o “There is a happy land” (“Hay una tierra feliz”), que recuerda con nostalgia la infancia despreocupada, cuando el máximo drama era tener peste cristal.
También está la encantadora y, a momentos, perturbadora “Little Bombardier” (“Pequeño bombardero”) sobre un veterano de guerra que busca la amistad de niños pequeños en su barrio, pero la actitud es interpretada por otros adultos como pedofilia, lo que fuerza al protagonista de la historia a tomar el primer tren a destino desconocido.
Dinámica disparatada
El caso de Bowie y su primer disco es extraño para la época. Se trata de un importante contrato para grabar nada menos que un álbum, considerando que se trata de un talento desconocido y que sólo había grabado seis singles con sellos y bandas diferentes, sin ningún éxito.
Hoy sería realmente imposible que un “David Bowie”, con ese historial y con ningún tema destinado a ser un hit comercial, saliera a la luz. Un ejecutivo de ventas estaría detrás de este artista novato, aconsejándolo sobre su imagen y qué tipo de tendencias son las que funcionan en el mercado, las radios y las redes sociales.
Eso no quiere decir que por esos años no existiera la maquinaria publicitaria y los moldes preestablecidos. Sin ir más lejos, Brian Epstein moldeó a The Beatles y tuvieron que cambiar sus chaquetas de cuero y jopos a lo Elvis, por tenidas y peinados más acordes con el Mod de la primera mitad de los sesentas.
Ocurrió que, a pesar de su edad, Bowie ya es un tipo experimentado. Con sus juveniles 19 ya llevaba más de cuatro años viajando por Inglaterra y se estaba fogueando en los escenarios. Es decir, cuando entra a garbar su primer disco ya es de verdad.
Quizás por eso «David Bowie» posee una dinámica tan disparatada. Junto al bajista Dek Fearnley deciden escribir arreglos para orquesta sin tener estudios avanzados para leer o escribir música. Con total patudez y absoluta audacia sólo se basan en The Observer’s Book of Music, una especie de silabario o guía sobre la orquesta moderna para músicos que recién se adentran a la composición. Bowie en este periodo había asistido a conciertos del compositor ruso Igor Stravinsky y adora al músico astro-húngaro Antonín Dvořák, entre otros.
La constante es el cambio
Antes del producto final, Bowie registra ocho temas que no quedan en el corte definitivo, pero que son lanzados posteriormente en diferentes formatos: “The London Boys”, “The Laughing Gnome” , “The Gospel according to Tony Day”, “Did you ever have a dream?”, “Let me sleep beside you”, “Karma man”, “When I’m five” y “Ching-a-ling”.
“The Laughing Gnome” (“El gnomo risueño”), por ejemplo, se dice que estuvo influido por Syd Barret de Pink Floyd. Fue incluido seis años después en “The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars” (1973) y en una compilación de 1969 para el mercado estadounidense.
A mitad de los 70´s explica que el tema busca ser una canción infantil desquiciada. Tiene un ritmo tipo “Get back” de los Beatles un poco más rápida, acompañada con una voz distorsionada aguda, tipo Pato Donald. “Ja, ja, ja/ ji, ji, ji/ Soy un gnomo risueño/ y no puedes atraparme”, dice la letra.
Lo cierto es que varias décadas después de su lanzamiento, “David Bowie” es un álbum para iniciados y que invita a conocer la génesis de todo lo que deviene después en la carrera de este talentoso artista fallecido en enero de 2016. La clave de su carrera está en que la constante siempre es el cambio.
A pesar del fracaso comercial que significa este debut solista, recibe buenas críticas en medios de la época como el magazine Disc and Music Echo, en cuya sección de críticas se lee: “Aquí hay un nuevo talento que merece atención y aunque David Bowie no tiene una gran voz, puede proyectar palabras con un tono “desfachatado” que es entrañable, pero aún no precoz. Pruebe con David Bowie. Es algo nuevo”.
Claramente, la revista acierta medio a medio.
(Desde Londres, Inglaterra)
Tema “Little Bombardier” en Youtube.